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Los valencianos ya no podían más

Carlos Mazón se victimiza al anunciar su dimisión, tarde y obligado por la presión de los afectados de la dana, la ciudadanía y el PP

El presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, presentó este lunes su dimisión sin haber asumido la responsabilidad por la gestión de la dana que causó 229 muertos en su comunidad autónoma, sin explicar qué le ha hecho cambiar de opinión después de un año ignorando el clamor ciudadano y tratando de presentarse como víctima. Lejos de ser un acto de responsabilidad política, la dimisión, tarde y obligada, supone una derrota. “Ya no puedo más”, dijo, como si alguien le hubiera pedido que aguantara en vez de lo contrario. Mazón no se va; le echan. Este momento solo ha llegado por la indignación de las víctimas de la tragedia, a quienes ni siquiera ha recibido como merecen, por el clamor de los valencianos en las encuestas y en la calle, y por la presión del PP, asustado ante el descrédito de las siglas.

El reconocimiento genérico que hizo este lunes Mazón a “errores” en la gestión de la tragedia llega un año tarde y obligado, sobre todo, por una investigación judicial que ha ido desgranando una a una las mentiras y ocultaciones del president valenciano, quien se va sin haber ofrecido a los ciudadanos un relato coherente de su actuación durante la emergencia. No es casual que la dimisión coincida con la declaración ante el juzgado de la periodista a la que dedicó su atención aquella tarde mientras el sur de Valencia se ahogaba.

Mazón era consciente de que se encontraba en una situación insostenible desde el momento en que ocultó su agenda de aquel día, que solo se conoció por revelaciones periodísticas diez días después. Cuando tuvo la oportunidad de dar explicaciones, en un pleno de Les Corts el 15 de noviembre, ignoró por completo su responsabilidad, repartió culpas a todas las administraciones y se presentó como el líder de la reconstrucción. La impostura no ha hecho más que crecer desde entonces, hasta el punto de manipular información para desviar culpas hacia otras administraciones. Todo el relato estaba condenado a derrumbarse desde el momento en que el juzgado de Catarroja inició un procedimiento penal. Sin embargo, Mazón decidió atrincherarse en el cargo.

El impulso que le ha permitido mantenerse todo este tiempo no era más que el equilibrio interno del PP, que ante la falta de alternativas antepuso la estabilidad en el partido a la dignidad del cargo de president. La pantomima se hizo añicos delante de toda España cuando los familiares de los muertos lo insultaron a gritos en el funeral de Estado el pasado miércoles. Feijóo tiene su propia responsabilidad, no en la dana ni en la crisis política, pero sí en los tiempos. El PP se encuentra ahora una vez más en manos de Vox para votar a un nuevo presidente en Les Corts. La apelación de Feijóo a la “responsabilidad” para elegir un nuevo mandatario valenciano contrasta con el aplauso a la presidenta de Extremadura por convocar elecciones, precisamente como rechazo al chantaje de Vox.

En los próximos días, se decidirá el futuro político a corto plazo de la Comunidad Valenciana. Lo deseable es que este viniera definido no por los equilibrios partidistas y el reparto de cargos, sino por el compromiso con la vuelta a la normalidad, tanto en las instituciones como en las calles arrasadas por la riada. Un compromiso que, gracias a la salida a empujones de Mazón, por primera vez en un año puede ser creíble y compartido. Para las familias de las víctimas, para los ciudadanos de Valencia y para muchos en el resto de España, hoy empieza otra forma de reconstrucción. Hace tiempo que ya no podían más.

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