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Esas niñas son nuestras

Las limitaciones a las menores inmigrantes solo se les imponen a ellas, no a sus hermanos

Se presentó el pasado miércoles en Barcelona la asociación Per Elles, que tiene como objetivo luchar contra la exclusión de las niñas de El Raval de origen inmigrante. ...

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Se presentó el pasado miércoles en Barcelona la asociación Per Elles, que tiene como objetivo luchar contra la exclusión de las niñas de El Raval de origen inmigrante. Muchas no pueden asistir a actividades de ocio, ni aprender a nadar ni ir de campamentos o como contaba la voz grabada de una de ellas en el acto, no pueden salir a jugar a pimpón. Se les impone una segregación por sexos que provoca que tengan que irse de los sitios en los que hay chicos. Las limitaciones que se les imponen van más allá de lo que les correspondería por edad y solo se les aplican a ellas, no a sus hermanos. La iniciativa surgió hace unos meses, cuando un grupo de monitores detectó que muchas menores estaban en esa situación. Luego, trabajos periodísticos en BTV y el diario Ara recogieron el testimonio de muchas de estas niñas y jóvenes que, aun habiendo vivido toda su vida en Barcelona, no han podido disfrutar ni de la libertad ni de la igualdad que se supone son pilares fundamentales de una ciudad tan abierta como la nuestra.

Lo que más llama la atención es que esta realidad no parece interpelar políticamente a nadie. Algunas entidades que se dicen antirracistas han contribuido a silenciar el asunto agitando siempre el espantajo de la extrema derecha. Así queda claro que los únicos que importan, una vez más, son los hombres. Si las niñas de El Raval se llamaran María o Pepeta el escándalo sería mayúsculo, lo consideraríamos maltrato continuado, que es lo que es. Se demuestra una vez más que ese multiculturalismo que inventaron los progresistas no es más que una forma de racismo que ensalza las virtudes de unas comunidades que no existen mientras encierra en rancias y atávicas prisiones a las mujeres que han tenido la desgracia de nacer en la familia equivocada. Como dijo Huma Jamshed de la Asociación de Mujeres Paquistaníes, a los hombres se les protege porque son trabajadores, contribuyen a la economía. “¿Hay que esperar 200 años para la igualdad de estas niñas y mujeres?“, añadió.

Ese es el mensaje que se nos ha dado a las hijas de inmigrantes: que esperemos pacientemente nuestro turno para disfrutar de la igualdad y la libertad que impera en la ciudad en la que vivimos pero no es para nosotras. Cuando no exista la extrema derecha, cuando haya desaparecido el racismo y se alineen no sé cuántos astros en el cielo, entonces sí, entonces las niñas podrán salir a jugar y hablar con otros niños sin miedo. Y jugando aprenderán que son seres humanos de pleno derecho, tan dignas e importantes como los demás.

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