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En el cerebro del narrador

Una investigación de una universidad canadiense demuestra que la memoria funciona de manera distinta dependiendo si uno recuerda percepciones o conceptos

Tomemos esta narración anodina: “Un rato después, el camarero nos trajo por fin la comida. Recuerdo el molinillo de pimienta de medio metro que el camarero usó para sazonar nuestros platos. Mis espaguetis estaban enrollados alrededor de tres albóndigas en el plato. Tenían muy buen aspecto”. Ya sé que no es como para presentarlo al premio Planeta, pero es un ejemplo como cua...

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Tomemos esta narración anodina: “Un rato después, el camarero nos trajo por fin la comida. Recuerdo el molinillo de pimienta de medio metro que el camarero usó para sazonar nuestros platos. Mis espaguetis estaban enrollados alrededor de tres albóndigas en el plato. Tenían muy buen aspecto”. Ya sé que no es como para presentarlo al premio Planeta, pero es un ejemplo como cualquier otro de narración perceptual, centrada en lo que nos dicen los sentidos: lo que mide el molinillo, la posición de los espaguetis respecto a las albóndigas y todas esas cosas tan pintorescas.

Ahora veamos esta otra: “Un rato después, el camarero nos trajo por fin la comida. Recuerdo que pensé lo deliciosa que estaba la pasta. Visto desde ahora, no estoy seguro de si eso se debía a que yo estaba muerto de hambre o a que la comida realmente estaba así de buena”. La historia es igual de anodina, pero ahora no está narrada al modo perceptual, sino al conceptual. Aquí da igual la forma en que la pasta se enrolla sobre las albóndigas, y el narrador divaga más bien sobre sus emociones al probarla, y sobre sus porqués. ¿Estaba la pasta tan buena o era el hambre el que la hacía parecer así?

Bien, vale ya de mala literatura. Las dos frases anteriores se han utilizado en un experimento real con 35 voluntarios. Alguien debería hacerle un monumento al voluntario desconocido, ese estudiante de psicología que se aviene a todo tipo de perrerías por un puñado de créditos y hace así avanzar nuestro conocimiento de la mente humana. En el caso que nos ocupa, la psicóloga Signy Sheldon y sus colegas de la Universidad McGill, en Montreal, han sometido a 35 voluntarios a pares de narraciones como la del restaurante, por supuesto mientras estaban en uno de esos tubos de resonancia magnética tan agradables.

Las memorias no se almacenan en un lugar concreto del cerebro. Cada recuerdo está distribuido por todo el córtex, o corteza cerebral, la capa externa y arrugada del cerebro. Pese a ello, hay una estructura llamada hipocampo que resulta esencial para formar nuevas memorias y recuperar las antiguas. El experimento de Sheldon muestra que el hipocampo se conecta a distintas zonas según la narración, sea perceptual o conceptual. Aquí no importa que el hecho narrado sea cenar en un restaurante, ir a comprar a la tienda o coger el metro al aeropuerto. Lo que importa es que el hecho se haya conocido mediante una narración perceptual o conceptual.

Una narración perceptual, como la del molinillo de medio metro, crea un vínculo entre el hipocampo y una región del córtex (el giro angular) implicada en los recuerdos detallados de imágenes, sonidos y demás percepciones sensoriales. Ese vínculo se reactiva cuando la persona recuerda un hecho aprendido de una narración perceptual. Las narraciones conceptuales, por el contrario, crean un vínculo entre el hipocampo y una estructura cerebral muy distinta, y muy interesante, que se llama red neuronal por defecto (default mode network o DMN).

Esta red se activa cuando la persona está menos centrada en el mundo exterior que en sí misma, como cuando uno sueña despierto o deja volar libremente la imaginación, y también cuando uno piensa sobre su propia mente. El vínculo entre el hipocampo y la DMN es la forma en que recordamos la cena del restaurante si la aprendimos con una narración conceptual, una en que no importa que el molinillo midiera medio metro, sino las dudas del comensal sobre la razón de que la pasta le pareciera deliciosa. Sheldon cree que los buenos narradores son más conceptuales que perceptuales. Roman Jakobson veía la novela como una alternancia de metáforas y metonimias. Activa tu DMN y déjate flotar río abajo por el laberinto de tu mente.

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