Planes para una paz aún lejana
Los aliados redoblan su compromiso con Ucrania, pero depende de EE UU que puedan cumplirlo
La coalición de aliados de Ucrania quiere tenerlo todo preparado para un hipotético alto el fuego, algo que incluye la participación de sus tropas para garantizarlo cuando se produzca. Sin embargo, la viabilidad del plan pasar por la imprescindible participación de Estados Unidos, de su soporte logístico y de su inteligencia, es decir, de que se cumpla el compromiso expresado por Donald Trump en la cumbre celebrada en el Despacho Oval el 18 de agosto con la participación de ocho dirigentes europeos.
La estrategia diseñada en París esta semana incluye el fortalecimiento de las defensas ucranias, especialmente las aéreas, como primera y elemental garantía de seguridad, además de la firma de acuerdos bilaterales con los países de la coalición similares a la garantía de defensa mutua de la OTAN. Y, finalmente, un despliegue militar en tierra, mar y aire, lejos de la línea de frente, una vez declarado el alto el fuego. Aún no se sabe si contará con la participación de España.
“No a todo” es la respuesta de Vladímir Putin. No quiere tropas extranjeras en territorio ucranio, ni antes ni después del alto el fuego. Exige limitar el tamaño y las capacidades del futuro ejército de Ucrania y rechaza cualquier acuerdo que se parezca a una garantía de seguridad atlántica. Antes ya rechazó el alto el fuego, incluso el temporal, porque prefiere negociar el acuerdo de paz definitivo con la presión de sus bombardeos sobre los ucranios, una condición aceptada por Trump. Además, la paz que quiere tiene que ir “a la raíz” del conflicto, que no es otra que la pérdida de Ucrania en 1991 como territorio controlado por Moscú. Exige por tanto la cesión de al menos cuatro provincias enteras a Rusia y excluye cualquier tipo de integración en un sistema de defensa occidental como la OTAN, dos principios en los que Putin siempre ha encontrado la comprensión de Washington.
Su última propuesta es una reunión con Zelenski en Moscú, el lugar más inseguro para alguien al que Putin quiso asesinar el primer día de la invasión. Repitiendo una vieja historia, convoca a capítulo en el Kremlin al presidente del país agredido, como hacían Stalin y sus sucesores con los gobernantes de los satélites que querían independizarse.
Pese a todo, la coalición de voluntarios se ha anotado al menos dos puntos en sus difíciles relaciones con la Casa Blanca. Ha evitado nuevas humillaciones al presidente Zelenski y conseguido un compromiso, todavía muy nebuloso, respecto a la participación de Estados Unidos en las garantías de seguridad. Trump está pasando la carga de la ayuda militar, y sobre todo de su financiación, a los aliados y ahora quiere transferirles la presión para sancionar a Rusia y a los países, como China, que mayor apoyo proporcionan a Putin. Por ahora, Ucrania resiste y los aliados refuerzan su compromiso. Todo, como siempre, depende de que Trump cumpla su parte.