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Oliver Laxe y la ‘rave’ de Dios

El escalofrío que se siente al leer “Estados Unidos bombardea Irán” explica el nombre “guerra fría”

Anoche cuando alguien me mandó un chiste que consistía en una foto de un conejito monísimo con un lazo de raso en una de sus orejas que decía “Busco personas con búnker para amistad sincera” me di cuenta de que tengo un miedo atroz, porque la broma no me hizo gracia. Es un principio de la comedia. Esta es tragedia más tiempo y aún no ha pasado el suficiente como para haber asimilado que el domingo, cuando el lado del mundo en el que vivo se despertó, Estados Unidos había inaugurado el verano bombardeando Irán. El escalofrío que se siente al leer ese titular explica por qué se llama “guerra frí...

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Anoche cuando alguien me mandó un chiste que consistía en una foto de un conejito monísimo con un lazo de raso en una de sus orejas que decía “Busco personas con búnker para amistad sincera” me di cuenta de que tengo un miedo atroz, porque la broma no me hizo gracia. Es un principio de la comedia. Esta es tragedia más tiempo y aún no ha pasado el suficiente como para haber asimilado que el domingo, cuando el lado del mundo en el que vivo se despertó, Estados Unidos había inaugurado el verano bombardeando Irán. El escalofrío que se siente al leer ese titular explica por qué se llama “guerra fría” a esa forma cruel de pulsar los mayores temores de la humanidad. Miré de nuevo el lazo de raso del conejito y pensé en el níspero japonés que tengo bajo mi ventana: está lleno de unos frutos amarillos y aterciopelados que podría comer si los supermercados del barrio se quedasen vacíos. Tendría que pelearme con los vecinos, eso sí, y darle prioridad a los niños. Aunque si cae una bomba atómica los frutos de cualquier planta conectada a la tierra quedarían contaminados y no sería recomendable ingerirlos. Todo esto lo he aprendido porque lo he buscado con la misma herramienta que me dice que no está muy claro cuándo va a terminar la ola de calor y que, preguntada por la tercera guerra mundial, me explica: “Involucraría el uso de armas nucleares, lo cual provocaría el colapso de la civilización y posiblemente la extinción de la humanidad”. El aire está a una temperatura claustrofóbica. En la televisión un señor con gorra roja coquetea con el Apocalipsis y uno de traje gris guarrea con el gasto militar. Los dos presiden países cuyo devenir me afecta. En la radio, el director gallego Oliver Laxe da la enésima entrevista en la que dice las palabras “neurosis colectiva” para explicar por qué ha hecho una película en la que los protagonistas se marchan a ponerse hasta el culo de drogas en una rave para escapar del mundo. Ahora le entiendo.

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