Excitones fraccionarios
Estamos hasta la coronilla de la autoafirmación, de la autoayuda, del autonetanyahu y del autotrump
Usted y yo, de ser algo, somos realidad exagerada. Feijóo es realidad exagerada y Sánchez también. El perro de la familia, aunque sea un caniche, es realidad exagerada, igual que el jilguero, aunque el jilguero un poco menos. La realidad real es la pequeña y, más que la pequeña, la subatómica. Las partículas elementales son la realidad sin trampa ni cartón, sin adjetivos, sin calificativos. Realidad. Punto. Un quark, pongamos, por caso, es realidad, lo mismo que un leptón o un bosón o un electrón. Todo lo que se mueve por encima de esas partículas que dudan entre lo palpable y lo impalpable es...
Usted y yo, de ser algo, somos realidad exagerada. Feijóo es realidad exagerada y Sánchez también. El perro de la familia, aunque sea un caniche, es realidad exagerada, igual que el jilguero, aunque el jilguero un poco menos. La realidad real es la pequeña y, más que la pequeña, la subatómica. Las partículas elementales son la realidad sin trampa ni cartón, sin adjetivos, sin calificativos. Realidad. Punto. Un quark, pongamos, por caso, es realidad, lo mismo que un leptón o un bosón o un electrón. Todo lo que se mueve por encima de esas partículas que dudan entre lo palpable y lo impalpable es pura alucinación: materia mental, valga el oxímoron.
La ciencia ha encontrado en los sótanos del átomo unas trizas de algo a lo que han decidido llamar “excitones fraccionarios”. No entendí la noticia, pero si a mí me dicen que en el fondo no soy más que eso, les digo que sí, que soy un excitón fraccionario, quizá más fraccionario que excitón. Ahora veo las cosas de otro modo. Escucho unas declaraciones de Díaz Ayuso, por ejemplo, y me digo: se comporta como un excitón fraccionario. La política está llena de excitones fraccionarios, más excitones que fraccionarios, para decirlo todo.
El rey emérito es un excitón fraccionario, no digamos Elon Musk y demás traficantes de riqueza. El teatro del mundo no es más que eso: teatro. La realidad se halla en otra parte: por debajo del átomo, en mundos en los que, al tirarte por el hueco de la escalera, no te suicidas, te espaguetizas, y en los que el no funciona como entre nosotros el sí. Estamos del sí hasta la coronilla como estamos hasta la coronilla de la autoafirmación, de la autoayuda, del autonetanyahu y del autotrump. Al final, dadas las reservas nucleares de estos locos, alguien apretará el botón y acabarán con nosotros los protones, que son partículas con carga positiva. Realidad en estado puro, en fin. Y nada mejor que la realidad para acabar con el delirio.