Musk quiere todo el poder

Las facultades ejecutivas que Trump ha otorgado al hombre más rico del mundo suponen una brecha del Estado de derecho en EE UU

Elon Musk, en un acto de Trump en Washington.Amanda Perobelli (Reuters)

La semana pasada, el empleado de más alto rango del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, David Lebryk, dimitió después de que Elon Musk, el hombre más rico del mundo y asesor del presidente Donald Trump, le exigiera tener acceso al sistema de pagos del Gobierno federal, el mecanismo por el cual la Administración desembolsa a ciudadanos, instituciones y empresas las cantidades de dinero presupuestadas. Al final, tras la intervención del recientemente nombrado secretario del Tesoro, Scott Bessent, Musk y su equipo lograron acceder al sistema.

El incidente es grave y los demócratas han exigido explicaciones en el Congreso. Musk actúa en nombre del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, que a pesar del nombre no es un departamento (ministerio) del Gobierno federal, sino el nuevo nombre del Servicio Digital de EE UU, dependiente de la Casa Blanca. La diferencia es clave: los nombramientos de los ministros han de ser confirmados por el Senado. Así pues, una persona que solo responde ante Trump y sin respaldo parlamentario ha entrado en uno de los sistemas más sensibles del Estado.

Y, más grave aún, ha anunciado su intención de utilizar ese poder para recortar gastos dentro de la ofensiva de “eficiencia”. Uno de los pilares de la Constitución estadounidense es que el Congreso es el único con poder de presupuestar y autorizar gasto público. Que Elon Musk se arrogue la potestad de negarse a pagar programas aprobados en sede parlamentaria —potestad que ya ha sido cuestionada cautelarmente por la justicia— supone una brecha en el Estado de derecho. Por no hablar del conflicto de intereses entre el Musk asesor y el Musk empresario: varias de sus compañías obtienen buena parte de sus ingresos de contratos con la Administración.

Ejemplo de lo que puede venir ha sido la reciente ofensiva contra USAID, la agencia estadounidense de ayuda al desarrollo. Varios funcionarios de la agencia se negaron a que los hombres del magnate sudafricano tuviesen acceso a sus documentos, algunos de ellos clasificados como de alta seguridad. Los miembros del equipo del dueño de Tesla y X amenazaron con volver acompañados de agentes armados. Finalmente, los funcionarios de USAID que se opusieron fueron destituidos, al resto se les prohibió acceder a sus oficinas y Musk logró su objetivo. El desmantelamiento de USAID tendrá un efecto devastador en la lucha global contra el hambre y las enfermedades infecciosas, así como en el prestigio internacional de EE UU.

Durante años, el trumpismo ha desvariado acerca de la existencia de un “Estado profundo”, un sistema dentro del sistema, ajeno a todo control democrático. En solo un par de semanas en el poder, Trump parece estar creando su propia versión de aquello que afirmaba querer corregir. Es un proceso que puede tener efectos irreversibles si las instituciones independientes no lo detienen pronto.

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