Oportunidades para Telefónica

El cambio de presidente de la principal ‘teleco’ española será juzgado por sus resultados en un entorno internacional hostil

Sede de Telefónica en el barrio madrileño de Las Tablas.Pablo Monge Fernandez

El cambio de presidencia en Telefónica, ejecutado de manera repentina este sábado, brinda a la compañía de bandera española una triple oportunidad: para la mejora de sus resultados financieros y su valor en el mercado; para adaptarse a los cambios en su accionariado, más internacionalizado tras la entrada del grupo público saudí, y para competir en un mercado europeo crecientemente complejo y, en algunos aspectos, adverso.

La inminencia del relevo en la presidencia de Telefónica para primavera era casi un secreto a voces. Su principal accionista, la sociedad pública SEPI (que posee un 10% del capital), se ha limitado a adelantarlo. Y, obviamente, a ejecutarlo aceleradamente un sábado —día de cierre del mercado— para evitar distorsiones bursátiles y operaciones en la sombra perjudiciales. El nuevo presidente, Marc Murtra, ejerce ya desde este sábado.

El cambio era necesario. El presidente cesante, José María Álvarez-Pallete, heredó de su predecesor, César Alierta, un expansionismo trepidante de grandes resultados, pero de problemático futuro. Álvarez-Pallete corrigió esa estrategia seguramente de manera excesiva, a tenor de los resultados. Las telecos europeas atraviesan una coyuntura difícil, con descensos de precios y de facturación, y la entrada de operadores low cost y de pequeños competidores. Pero algunos la han afrontado mejor y otros peor. En el mandato de Álvarez-Pallete (abril de 2016 a enero de 2025), Telefónica (40.000 millones de facturación en 2023) ha reducido un 57% su valor en Bolsa. Su competidora Deustche Telekom (112.000 millones de euros) lo ha duplicado en el mismo período. La búsqueda de un nuevo liderazgo estaba plenamente justificada en términos empresariales.

La decisión marca un punto de inflexión en el modelo de intervención pública. Se ha pasado de una mera tenencia patrimonial pasiva a un mayor grado de activismo sobre la gestión, lo cual entraña riesgos de exceso de protagonismo arbitrista o de politización de las empresas de relevancia pública. Por el momento, este caso desvanece la posible inquietud en tanto que la decisión ha sido compartida por todo el consejo, tanto accionistas públicos como privados, nacionales y extranjeros. El movimiento en Telefónica indica un cierto retorno a la creación de núcleos duros estables de accionistas habilitados para afirmar la autonomía estratégica española y europea ante operaciones hostiles.

Las acusaciones de ocupación abusiva de espacio empresarial desde el sector público son de escaso recorrido y responden a sectores que aspiran a privatizar lo que de él queda. Marc Murtra pasó por la política de la mano del PSC hace dos décadas. Este nombramiento corona una carrera profesional notable tras su gestión en Indra, favorecida por el desarrollo en defensa. Pero, además, en la presidencia de Indra, también con participación estatal, lo sustituye Ángel Escribano, consejero delegado de una destacada compañía del sector y sin perfil político.

Los retos de Telefónica tienen mucho que ver con el contexto europeo de intentar mejorar la competitividad y la apuesta por una cadena de fusiones que otorguen a sus protagonistas un tamaño adecuado, como plantea el Informe Draghi. Ahí habrá que calibrar no solo la rentabilidad individual de cada empresa, sino la capacidad del sector para aumentar la “autonomía estratégica” ante la revolución digital y de los datos, y las amenazas de la autocracia china y de la nueva tecnoligarquía trumpista. Será la gestión de estas oportunidades de Murtra y Escribano, y no los prejuicios, el baremo para juzgar esta decisión.


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