Musk y Zuckerberg, los nuevos libertadores
Siempre se piensa en las opiniones políticas, pero para los dueños del negocio la verdadera libertad parece consistir en dejar que campen por las redes las estafas económicas y la pornografía
Demos gracias todos juntos por haber sido liberados de las garras de la censura por medio de la providencial intervención de nuestros diosecillos contemporáneos, Elon Musk y Mark Zuckerberg. Los amos de X y Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp) han abierto para nosotros, ignorantes mortales, las puertas del cielo del free speech pata negra. Nada de sucedáneos. Sus redes sociales son ahora un vergel de libertad de expresión. En X podemos recoger, cual florecillas silvestres, las publicaciones que Musk coloca, queramos o no, en nuestros perfiles, y en las que retozan ultras de todo pelaje, injerencias en procesos electorales europeos, así como deliciosas manipulaciones y mentiras. Un regalo para el alma y el conocimiento al que Zuckerberg quiere contribuir con el mamporrazo letal que acaba de propinar a su programa de verificación de datos. ¿Quién necesita expertos o periodistas preparados si la verdadera libertad, como sugieren “los máquinas”, reside en una estimulante ducha escocesa digital en la que la verdad y la mentira se alternan en nuestras vidas?
Ironías aparte, los líderes tecnológicos arrancan este año bailando la conga geopolítica que encabeza Donald Trump. Las “bromillas” de Musk sobre políticos y gobiernos europeos elegidos democráticamente preocupan a los socios de la Unión Europea que se muestran desconcertados y dubitativos sobre cómo defender los valores de las democracias del viejo continente frente a la ofensiva ideológica y tecnológica del patrón de X. Musk es actualmente el hombre más poderoso y más peligroso del mundo, como aseguraba recientemente Pascal Boniface, presidente del Instituto francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas. Ni Vladímir Putin ni Xi Jinping pueden igualarse a él, argumenta Boniface, dado que Musk parte de una enorme ventaja, además de su inmensa fortuna y su influencia mundial: es políticamente un perfecto irresponsable, ya que no debe rendir cuentas ante ningún elector. Elon Musk no tiene límites para seguir haciendo lo que le venga en gana.
Al problema Musk se le une ahora el problema Zuckerberg, cuyos devaneos dialécticos y cambios de rumbo respecto a la política de la compañía terminarán por estudiarse en las facultades. El hachazo que ha propinado ahora al programa de verificación profesional de contenidos es, según los expertos, la garantía de que los más de 3.000 millones usuarios de Instagram o Facebook serán expuestos a una dosis adicional e insoportable de desinformación o contenidos manipulados. Conseguir una buena experiencia de usuario pasa al último lugar en las preocupaciones de Zuckerberg, ansioso por contentar a Trump y ahorrarse decenas de millones de euros que hasta ahora destinaba a medios tecnológicos y humanos, periodistas de carne y hueso, que contenían, a duras penas, oleadas de desinformación.
Seguir el rastro del dinero en Facebook e Instagram es también un buen modo para comprobar que los escrúpulos de Zuckerberg terminan allí donde hay un posible ingreso. Varios medios europeos consiguieron en 2024 sacar a la luz la operativa de una poderosa red de estafadores que pagaba a Meta para que sus posts sobre falsas aplicaciones de inversiones financieras llegaran a las cuentas de Facebook de usuarios de todo el continente europeo. Decenas de pequeños ahorradores confiaron en aquellas publicaciones que prometían una buena rentabilidad y acabaron contactando con los estafadores a los que enviaron un dinero que jamás volvieron a ver. Este tipo de estafas se multiplicaron el año pasado en las redes y continúan hoy en día.
La pornografía es otro de los campos donde los responsables de Meta han hecho gala, recientemente, de un revelador doble rasero. Mientras los sistemas de control eliminan los mensajes de usuarios particulares que contengan desnudos totales o parciales, el sistema de publicidad de Facebook e Instagram aceptó en 2024 cobrar por la difusión de 3.000 publicaciones pornográficas con las que se anunciaban tratamientos para la disfunción eréctil y redes de citas. Estos anuncios, dirigidos a hombres de más 40 años, obtuvieron más de ocho millones de visualizaciones.
Porno, estafas, desinformación… En días como esto, nada mejor que recordar las enseñanzas de los clásicos. “Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. La ironía de Groucho Marx ilustra hoy una grotesca realidad.