Maduro: fastos y corrupción

Las redes sociales se llenaron de pronunciamientos a favor y en contra de la proclamación, pero no hubo ninguna muestra de admiración por el líder venezolano digna de ser tomada en serio

Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela, este viernes.Ronald Peña R. (EFE)

Era una investidura que se originaba en un monumental acto de corrupción, un fraude electoral que el principal acusado no pudo contraargumentar. Y la corrupción de la democracia envolvió distintas facetas de los fastos que acompañaron la toma de posesión de Nicolás Maduro. La dimensión escenográfica, con un enjambre de drones dibujando la efigie del líder máximo en la noche caraqueña; el lenguaje, tamizado por un sonrojante lirismo y envilecido por las falsedades dirigidas al pueblo que pretende encarnar; y parte de su compañía. Solo dos presidentes latinoamericanos arroparon al sucesor de Hugo Chávez en su fiesta. El nicaragüense Daniel Ortega, a la cabeza del régimen más autoritario y esperpéntico de América, y Miguel Díaz-Canel. “Aquí está Cuba, hermano Nicolás”, escribió en X el mandatario de la isla que enseñó a Venezuela a resistir a las presiones externas y que hoy subsiste en buena medida gracias a su petróleo.

Las redes sociales se llenaron de pronunciamientos a favor y en contra de la proclamación, pero no hubo ninguna muestra de admiración por Maduro digna de ser tomada en serio. Los que celebran el tercer mandato del dirigente bolivariano suelen tener como denominador común la inquina contra las principales instancias internacionales, empezando por Estados Unidos y la Unión Europea, que no reconocen la legitimidad del presidente. Entre quienes denuncian la farsa electoral o, por lo menos, se han alejado de la deriva del chavismo se encuentra la inmensa mayoría de los demócratas.

No es una cuestión de color político ni de ideología, sino de dignidad. Lo han demostrado algunos líderes progresistas latinoamericanos como Gabriel Boric. El presidente de Chile siempre ha sido muy crítico con las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el Estado venezolano, pero en vísperas de la investidura dio un paso más y calificó de dictadura al régimen chavista. “En Venezuela hoy día se está persiguiendo a quien se opone al Gobierno y el Gobierno de Nicolás Maduro se ha convertido en una dictadura que se robó las últimas elecciones, y en Venezuela hoy día no hay libertad”, afirmó en una declaración difundida por la investigadora Carolina Jiménez Sandoval. “Yo soy una persona de izquierdas y desde la izquierda política les digo que el Gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura y tenemos que hacer todos los esfuerzos internacionales para que se restablezca la ley y la democracia”, insistió Boric.

No todos los dirigentes que condenan la usurpación del poder de Maduro apoyan abiertamente el proyecto político de Machado, principal líder de la oposición, y González, el candidato que demostró con la publicación de las actas su amplio triunfo el pasado 28 de julio. Pero algunos consideran un imperativo democrático ofrecerles su respaldo. Es el caso del presidente de Guatemala, el progresista Bernardo Arévalo, quien repudió la manipulación de los comicios consumada por la cúpula chavista gracias a la ausencia de separación de poderes en Venezuela. “El régimen ilegítimo de Nicolás Maduro ha violentado el proceso electoral y reprimido a su propio pueblo. Me reuní con María Corina Machado y con Edmundo González para darles nuestro apoyo junto a todo el pueblo venezolano. Que sepan que en Guatemala tienen un aliado para siempre defender la democracia”, prometió Arévalo.

El colombiano Gustavo Petro es de los mandatarios de izquierdas que, pese haber enviado una representación de bajo perfil a la toma de posesión, sacó los colores a la oleada represiva puesta en marcha por el régimen de Caracas. “El Frente Democrático Popular de Venezuela no es una organización delincuencial y es [un] movimiento fraterno del progresismo colombiano. Sus miembros están siendo detenidos”, denunció al citar un mensaje que reproducía una intervención de Diosdado Cabello, ministro del Interior venezolano, sobre Enrique Márquez, candidato presidencial capturado por hombres encapuchados la semana pasada. “¿Oíste, Petro? Defiéndelo, estás defendiendo a un niño de pecho. Puede ser tu amigo, pero es un delincuente”, sentenció el jerarca chavista y jefe de las fuerzas policiales al acusar a Márquez de orquestar un golpe de Estado. Una vez más, sin presentar pruebas.

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