¿Jóvenes de clase media?
Las cifras indican que el porcentaje de españoles con ingresos intermedios ha crecido desde 2013. El problema son los sueldos de los menores de 40 años
La tesis consolidada es la siguiente: las consecuencias de las crisis de principios de siglo, la inmobiliaria y la financiera, provocaron una pauperización de las clases medias, que han sido el factor de estabilidad de nuestro sistema democrático porque con sus impuestos actúan como columna vertebral de las sociedades del bienestar y servicios públicos, sin los que convinimos que no hay cohesión. Los datos sobre las caídas de ingresos tras esas crisis son incontestables: los sueldos bajaron y la capacidad de compra de las familias cayó un 15%. Esa realidad ha tenido y sigue teniendo consecuenc...
La tesis consolidada es la siguiente: las consecuencias de las crisis de principios de siglo, la inmobiliaria y la financiera, provocaron una pauperización de las clases medias, que han sido el factor de estabilidad de nuestro sistema democrático porque con sus impuestos actúan como columna vertebral de las sociedades del bienestar y servicios públicos, sin los que convinimos que no hay cohesión. Los datos sobre las caídas de ingresos tras esas crisis son incontestables: los sueldos bajaron y la capacidad de compra de las familias cayó un 15%. Esa realidad ha tenido y sigue teniendo consecuencias sociológicas y políticas inquietantes: capas crecientes de la población fueron desvinculándose de los estados liberales porque constataban que se estaba incumpliendo el contrato social, se produjo una pérdida de confianza para con el sistema y las instituciones. No era una percepción. Ha sido una dura realidad material durante más de una década. ¿Las coordenadas siguen siendo las mismas? Las conclusiones a las que llega un informe de Oriol Aspachs y Josep Mestres Domènech —economistas de CaixaBank Research— son contraintuitivas.
El punto de partida es consensuar quién pertenece y quién no a la clase media. Puede ser una cuestión de percepción en comparación con el pasado. Y a ver, si el criterio desarrollista era incluso disponer de segunda residencia, como fue evidencia de progreso en una España básicamente pobre, ahora mismo pinta que está complicado porque la realidad se acerca más al poético eslogan de que, hola joven, no tendrás una casa en la puta vida. La propuesta de definición de la OCDE, por el contrario, es fría como el dinero: ingresos contantes y sonantes. Si el dinero que cada mes ingresamos por nuestro trabajo se sitúa entre el 75% y el 200% de los ingresos medianos del conjunto de la población, eso te convierte en integrante de la clase media. En 2008, según dicha fórmula, el 59,2% de la población lo era, mientras que en 2013 el porcentaje había bajado al 53% según los estándares previos a la crisis. Recuperados los salarios tras la década pérdida, la media de ingresos de una familia española ahora asciende a unos 30.000 euros anuales. Saca la calculadora y haz la prueba. En 2022, según Aspachs y Mestres, el 61,1% de los españoles era clase media. Pero la percepción no es esa.
Puede influir que el porcentaje que pertenece a esa clase ha caído en países de nuestro entorno en los que nos quisimos reflejar. Por ejemplo, Francia. Y esa dinámica, que se produce también en Estados Unidos, es la que fija la narrativa dominante, sin que valoremos una convergencia que globalmente se va consolidando. Queda fuera de nuestra mirada. Lo que vemos es lo que perdemos y lo que se ve y se siente es la reducción de calidad de vida en nuestro mundo posoccidental. Aunque la clave de la percepción pesimista en España, a pesar de los grandes datos, seguramente sea otra. El informe también la constata. Mientras que cada vez hay personas de mayor edad que se integran en la clase media, la proporción de jóvenes ha bajado entre 2007 y 2022. El problema es intergeneracional: es un problema de sueldos. “Las personas nacidas entre 1981 y 1991 tienen un nivel de ingresos inferior al de las personas nacidas entre 1970 y 1980 cuando tenían entre 34 y 38 años. Este patrón se repite en todas las generaciones”. Son precisamente quienes van cobrando menos quienes deberían tener la posibilidad de consolidar un proyecto de vida. Y no. El precio de la vivienda es lo que cada vez los aleja más de poder ser clase media. No hay mayor desafío que ese y debería determinar esta legislatura y la siguiente.