¿Quién está usando políticamente la tragedia?
La secuencia tuitera desmiente el argumentario del PP y sus promesas de no mezclar la bronca partidista con la catástrofe de Valencia
Borja Sémper, portavoz del PP, fue trending topic (más de 22.500 mensajes) durante casi dos días seguidos por unas declaraciones de impacto hechas durante la rueda de prensa posterior al comité de dirección del partido. Refiriéndose a la devastadora dana, dijo: “Los ciudadanos tienen la sensación de que los políticos no hemos estado a la altura y de que nos hemos tirado los trastos a la cabeza. Nosotros no vamos a contribuir a embarrar la política española. Más allá de la valoración que tengamos de la gestión de la vicepresidenta [Teresa] Ribera, creemos que no toca ahora. Lo que toca ahora es pensar en los ciudadanos. Otras cuestiones tendrán su hueco futuro (...) Aunque somos plenamente conscientes de que si hubiera sido al revés, no hubiéramos recibido este trato”. Esa misma mañana, Pedro Sánchez, preguntado reiteradamente por la gestión del presidente valenciano, Carlos Mazón, del PP, había dicho algo muy parecido: “Nosotros estamos en servir a los ciudadanos y no nos vamos a desviar de ese objetivo. Otros actores políticos podrán decir una cosa y la otra. El Gobierno está con Valencia, a lo que toca, a la ciudadanía, a las empresas, a la reconstrucción”.
El pasado ya contradecía a Sémper y de un modo bastante transversal. Dirigentes y portavoces del partido habían llamado a Sánchez “miserable”, “cobarde”, “mezquino”... Otros se habían puesto a discutir si el palo lanzado al presidente del Gobierno en su visita con los Reyes a Paiporta le había dado o no; el PP de la Comunidad Valenciana había declarado en su cuenta de X: “Lo sabían y no avisaron y ahora tampoco quieren ayudar” [este martes el despliegue ascendía a 8.445 miembros del Ejército y 9.728 agentes de las fuerzas de seguridad] y el domingo, día de la multitudinaria manifestación contra Mazón en Valencia, llegó a afirmar que se trataba de una concentración “politizada” y catalanista. El portavoz popular en el Congreso, Miguel Tellado, ya había asegurado que el Ejecutivo había “abandonado a la Generalitat”. El PP andaluz ya había tuiteado unas declaraciones de su secretario general, Antonio Repullo, en las que afirmaba: “Sánchez usó el tacticismo para sacar partido de esta catástrofe. No buscan una respuesta común, sino rentabilizar políticamente la tragedia”.
El “futuro” del que hablaba Sémper tampoco se hizo esperar y los tuits sobre lo que tocaba y lo que no se los llevó el viento. A la mañana siguiente de asegurar el portavoz popular que no era el momento de tirarse los trastos a la cabeza, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, afirmó en Espejo Público: “Hay que distinguir los errores humanos de los errores por falta de humanidad. Esa frase que queda en la cabeza de todos los españoles, eso de que ‘si necesitan ayuda que me la pidan’ por parte de la persona que tiene más poder en España y todos los recursos a su disposición queda para la historia de la irresponsabilidad en la gestión de una catástrofe”.
El PP sabe, como todo el que se haya molestado en ver el vídeo de la declaración, que lo que Sánchez realmente dijo fue: “Quiero reiterar a la ciudadanía lo que, desde el primer momento, todos los miembros del comité de crisis del Gobierno de España y yo personalmente he trasladado al Govern de la Generalitat valenciana y al presidente Mazón: El Gobierno central está listo para ayudar. Si necesita más recursos, que los pida. No hace falta priorizar unos municipios sobre otros, ni jerarquizar tareas. Se prioriza cuando faltan medios y ese no es el caso”. También sabe, pese a lo que ha repetido estos días por tierra, mar y Twitter, (ahora X), que el Ejecutivo no ha condicionado las ayudas a Valencia a la aprobación de los Presupuestos Generales, porque las primeras están ya publicadas en el BOE y los segundos ni siquiera han comenzado su debate en las Cortes. Y sabe, sobre todo, que, con las alertas y datos proporcionados por los organismos que Feijóo ataca por “gubernamentales”, instituciones a cargo de su mismo partido tomaron medidas para prevenir a tiempo a la población y evitar que corrieran riesgos. Lo hicieron, entre otros, el Ayuntamiento de Utiel, que suspendió las clases, y a primera hora de la mañana pidió a sus vecinos que permanecieran en sus domicilios, no cogieran el coche y no se acercaran a ríos o barrancos, y la Diputación de Valencia, que envió a casa a sus trabajadores.
Diferenciaba Feijóo “entre el relato de los hechos y el periodístico”, cuando ha sido el trabajo de los periodistas el que ha permitido conocer la secuencia de lo sucedido, las mentiras y las contradicciones de Mazón y de su equipo. Por ejemplo, las de Salomé Pradas, consejera de Justicia e Interior, y, por tanto, responsable de emergencias de la Generalitat, quien negó que la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, le hubiese ofrecido la mañana del 29, antes de la catástrofe, el despliegue de la UME —TVE captó unas imágenes de cómo la consejera hablaba de ese ofrecimiento esa misma mañana—. Sugiere el PP que la gestión habría sido mucho mejor si el Ejecutivo central y la Generalitat fueran del mismo color político, pero las autoridades valencianas también rechazaron ayuda de administraciones gobernadas por el PP. El Equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (Ericam) reveló a este diario que, tras el rechazo, se ofrecieron a acercarse a la zona por si finalmente les necesitaban. Al día siguiente, fueron reclamados en Chiva.
No tocaba “tirarse los trastos a la cabeza”, decía Sémper, pero el primer mensaje del día en la cuenta oficial del PP en X este martes acusaba al Gobierno de haber “actuado en la dana basándose en el cálculo político”. Y la mayoría de los tuits de los populares en las últimas horas tienen que ver con el intento de frustrar el nombramiento de Ribera como comisaria europea, incluido un frívolo vídeo con la etiqueta #MásTeresaNoInteresa, que muestra a la vicepresidenta tercera bailando en un mitin antiguo y que insiste en que estaba “desaparecida” durante la dana, algo que también desmintieron otros tuiteros.