El nuevo Monopoly

Los lectores escriben sobre el mercado inmibiliario, el posible regreso de Trump a la Casa Blanca, la utilización del lenguaje y la lectura en verano

Torre de pisos en construcción en Mataró.Gianluca Battista

Imaginemos que el mercado inmobiliario español es el juego del Monopoly. Pero no cualquiera, uno donde los jóvenes son invitados a jugar cuando la partida ya está decidida. Comenzó hace tiempo, mucho antes de que los mileniales supieran lo que era una hipoteca. Los jugadores originales, baby boomers y X, en condiciones ventajosas y exceso de viviendas, se hicieron con las calles más baratas y las propiedades más codiciadas. Los jóvenes llegan ahora al tablero con una pieza de juego nueva y brillante, pero con un saldo en el banco sonrojante. Mientras tanto, el dueño del juego, el Estado, regaña a los veteranos por abusar de los novatos y les pide bajar sus tarifas para que puedan participar. Salgamos ahora del tablero, a la cruda realidad que los jóvenes tenemos que asumir, una que hasta no se saque del cajón la carta de las viviendas de protección oficial que equilibren la falta de oferta, no tendrá solución.

Cristian Nebrera Clemente. Linares (Jaén)

Una época peligrosa

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No es preciso ser politólogo ni sociólogo para constatar que vivimos una época inquietante y peligrosa debido, entre otras causas, a ciertos gobernantes que padecemos. Inefables e increíbles personajes que tienen el poder y voluntad de provocar catástrofes y desastres de magnitudes extremas. No es necesario nombrarlos. Algunos están en ello con afán irreprimible. Hay, sin embargo, un motivo que podría incrementar pasmosamente esta fatal situación. Algo que hasta hace poco parecía absurdo, impensable e inconcebible, cada día parece más posible: el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Ojalá el Partido Demócrata convenza a Joe Biden para que mueva ficha y eso no suceda. Y si ocurre, que Dios nos pille confesados (dentro y fuera de Estados Unidos).

Tomás M. Serna. Alcobendas (Madrid)

Usemos las palabras adecuadas

Miro con tristeza y estupor el uso generalizado en los medios de la palabra mena, un término referido a niños y adolescentes migrantes no acompañados. Un término peyorativo que, además, han hecho suyo un partido xenófobo como Vox y periodistas y tertulianos que también lo son. Las palabras señalan y nos sitúan, nunca son inocentes, nos definen y nos identifican. Usarlas con una mirada humanizada y acorde a los derechos humanos sería lo propio en una situación tan grave como la vivimos con la llegada a España de estos niños y niñas, con esa negociación cínica y terriblemente mercantilizada sobre su “reparto” por nuestras ciudades. Son menores que escapan de la miseria, es solidario actuar. Se trata de derechos humanos. Usemos las palabras adecuadas con humanidad para que también el periodismo y la sociedad lo sean.

Estela Etayo. Logroño

Leer en verano

No podemos permitir que leer un libro del tirón se convierta en un privilegio de las vacaciones. Decir que “leer no debe ser un lujo” no se refiere a la inaccesibilidad económica, sino a la ausencia de tiempo para ella. Hacer de nuestros placeres algo exclusivo del verano es, sin lugar a dudas, una negligencia del actual ser humano.

Nerea Navarro Navarro. Lorca (Murcia)


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