La alarma del cacao
La explosión del precio de la semilla de la que sale el chocolate es un nuevo aviso sobre las consecuencias de la crisis climática
En los últimos tres años, el precio de los alimentos ha aumentado como no se había visto en décadas. Y en pocos productos se ha notado esa subida de forma tan espectacular como en el cacao. La cotización del fruto en el mercado de futuros ha pasado de alrededor de 2.200 dólares la tonelada a finales de 2022 hasta los 11.000 a finales de abril. Todavía hoy, el producto sigue cotizándose a más del triple que hace un año, y desde la Organización Mundial del Cacao se espera que siga así todo 2024. Esto ya se está notando en la cesta de la compra. Según los datos del INE, en los primeros cuatro meses del año el precio del chocolate se ha incrementado un 7,9%, frente al 1,1% del conjunto de los alimentos.
Los motivos que han llevado a esta explosión en los precios son variados. El 95% de la producción de cacao viene de pequeños productores en países en vías de desarrollo, especialmente de África, a los que la carestía de los fertilizantes ha afectado de lleno. A esto hay que sumarle que en los dos mayores países productores, Costa de Marfil y Ghana, el precio en origen está regulado por el Estado.
Ante la falta de rentabilidad, hay agricultores que han abandonado sus granjas y emigrado a las ciudades o a Europa. Y, ante la escasa oferta, los especuladores han hecho fortuna, incluidas las multinacionales de la alimentación, grandes compradoras de cacao, que han aprovechado el alza de precios para especular con el fruto en lugar de convertirlo en chocolate.
Pero el principal factor ha sido medioambiental. El fenómeno El Niño ha provocado tanto sequías prolongadas como lluvias torrenciales en los países africanos de los que sale la mayor parte de la producción. Las últimas tres cosechas han estado por debajo de lo previsto. Además, las anomalías climáticas no solo afectan a la producción de los árboles, sino también a las infraestructuras de transporte que han de llevarla a los países consumidores.
El aumento del precio del cacao vuelve a dejar en evidencia un problema estructural en la agricultura de todo el planeta. El calentamiento global está destruyendo ecosistemas enteros, incluyendo aquellos que producen los alimentos de los que vive la humanidad.
La crisis del cacao es uno de los presagios de este nuevo futuro porque es una planta frágil, susceptible a las enfermedades —que se han de agravar en el futuro— y que crece especialmente bien en un hábitat, el sotobosque de la selva tropical, especialmente amenazado por la desertificación. También es una señal de que la humanidad ha de prepararse para el nuevo futuro climático, una alerta que nos recuerda la necesidad de hacer lo que podamos para salvaguardar lo que se pueda de nuestro planeta. Aunque solo sea porque es, que sepamos, el único en el que hay chocolate.