Garantizar la vida

Imaginé la difícil convivencia de los votos en el interior de la caja de cristal, semejante a un acuario. Me pregunté si tendrían las dificultades de trato de los peces

Un joven introduce un voto en una urna en Madrid durante las primeras elecciones tras la dictadura.Joaquín Amestoy

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La llegada de la democracia coincidió en España con el auge de los acuarios, que las clases medias empezaron a instalar en los salones de sus viviendas como prueba de buen gusto. En mi casa tuvimos uno cuya población había que reponer continuamente porque morían con frecuencia. A mí, que no me gustan los peces bajo techo (dan mala suerte), el espectáculo me ponía los pelos de punta. Finalmente, advertí que los animales se adquirían sin criterio alguno, de modo que los que no fallecían por un problema de temperatura morían porque el agua era demasiado dulce o demasiado salada. Tampoco era raro ...

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La llegada de la democracia coincidió en España con el auge de los acuarios, que las clases medias empezaron a instalar en los salones de sus viviendas como prueba de buen gusto. En mi casa tuvimos uno cuya población había que reponer continuamente porque morían con frecuencia. A mí, que no me gustan los peces bajo techo (dan mala suerte), el espectáculo me ponía los pelos de punta. Finalmente, advertí que los animales se adquirían sin criterio alguno, de modo que los que no fallecían por un problema de temperatura morían porque el agua era demasiado dulce o demasiado salada. Tampoco era raro que mis padres introdujeran especies incompatibles, que se devoraban entre sí. Disfrutábamos, pues, de la visión de una carnicería cotidiana mientras dábamos cuenta de la merluza al horno con patatas.

Un día me atreví a protestar:

—No tenéis ni idea de cómo funciona un acuario. Os interesa más la decoración que la biología.

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Discutimos un rato sin que la cosa fuera a mayores y en esto llegó la hora de votar por primera vez tras los 40 años de dictadura de Franco, Franco, Franco y todo eso. Como yo ya tenía edad de hacerlo, me planté a primera hora en el colegio electoral para ser de los primeros en depositar la papeleta. Fue entonces cuando me sorprendió la semejanza entre la urna y el acuario. Imaginé, pues, la difícil convivencia de los votos en el interior de la caja de cristal, pues allí se mezclaban los de las izquierdas de todas las tendencias imaginables con los de las numerosísimas derechas. Me pregunté si tendrían las dificultades de trato de los peces y si los agrupábamos como era debido, que viene a ser lo que dijo Vargas Llosa sobre la importancia de votar bien. La frase, en su contexto, era sumamente incorrecta, pero votar bien, este domingo, significaría frenar a la extrema derecha. Un objetivo tan pequeño que sabe a derrota, pero que garantiza la vida en el acuario. A ver qué pasa.

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