¿De qué llenamos nuestros días?

En estos tiempos en que se amontonan los estallidos hasta la saturación, hay una solución para evadirnos de la realidad sin eludirla

Portada de 'The New York Times' con el veredicto contra Trump.Stephani Spindel (REUTERS)

He aquí una autora nada ruidosa, discreta, barcelonesa, que se lía la manta a la cabeza y se lanza a contar una historia vasca. ¿Valentía, osadía, atrevimiento? Escribir es asumir retos y combatir contra todas las tentaciones de abandonarlos, contra todas las voces que desde la sensatez o el miedo nos fagocitan el camino de la seguridad. Pero Clara Usón lo ha asumido, ha encerrado a todos esos fantasmas de la duda bajo llave y nos ha traído una historia de los ochenta en el País Vasco que ilumina los caminos que nos han traí...

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He aquí una autora nada ruidosa, discreta, barcelonesa, que se lía la manta a la cabeza y se lanza a contar una historia vasca. ¿Valentía, osadía, atrevimiento? Escribir es asumir retos y combatir contra todas las tentaciones de abandonarlos, contra todas las voces que desde la sensatez o el miedo nos fagocitan el camino de la seguridad. Pero Clara Usón lo ha asumido, ha encerrado a todos esos fantasmas de la duda bajo llave y nos ha traído una historia de los ochenta en el País Vasco que ilumina los caminos que nos han traído aquí. Bravo por el resultado.

Reconforta la literatura cuando nos cuenta la realidad con el lenguaje de la realidad y no el de la política. Cuando nos permite evadirnos del presente y los problemas sin eludirlos. Es lo que ha hecho Usón en una velocidad distinta a la que estamos acostumbrados, entrando por nosotros en la mente de una etarra y de una hija de un miembro del Gal y entrelazando sus mundos como si fueran nuestros. Porque, en realidad, lo son.

La proeza de esta novela (Las fieras, publicada por Seix Barral) está en mostrarnos cómo somos capaces de machacarnos unos a otros no solo en nuestra propia comunidad, vecindario, colegio, baretos o fiestas, sino también en la propia familia, en la médula de lo que somos. Nos muestra claramente lo que somos: devoradores de personas, o al menos del sagrado potencial de las personas (seres queridos también) para ser libres. Y ese hilo musical que enciende este libro llega a nuestros días, donde estamos viendo la capacidad que tenemos para negarnos unos a otros, para imponer nuestra versión, nuestra verdad, cegando el camino del otro, sin respeto a unas mínimas normas de convivencia vital.

Los días se van llenando hoy de estallidos de esa negación del otro y que se amontonan cada día en nuestras noticias hasta la saturación: los insultos de Vox contra legisladores elegidos por los ciudadanos (¡traidores!), los gritos de energúmenos en las calles contra Pablo Iglesias (¡vallecano de mierda!), las descalificaciones de Trump contra el juez que “nunca, nunca” debió juzgarle mientras denuncia en el mismo discurso la llegada de hordas de migrantes terroristas a su país (?), los delirios cotidianos de Milei, o las crecientes agresiones a políticos. Cada día suma más violencia. Pura violencia.

El clima es nefasto. Por ello reconforta y evade la aproximación creativa a la realidad que supone la literatura sin huir de ella. Se trata de mirarla de otra forma. De aprenderla y aprehenderla. Arranca la Feria del Libro de Madrid y la literatura nos puede ayudar. Vivan los libros. De ellos también podemos llenar nuestros días.

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