“Dios, patria y familia” en Latinoamérica
Los ataques a cuanto haga referencia a la perspectiva de género muestran la dimensión de un proyecto ultra que se extiende por la región
Las palabras son las moléculas de la política y de las decisiones que afectan a todo el mundo. En una pirueta discursiva, Javier Milei utilizó la semana pasada un debate aparentemente ceñido a los vocablos para exhibir una agenda que va más allá de los morfemas. Su portavoz, Manuel Adorni, anunció la prohibición del lenguaje inclusivo en la Administración pública de Argentina, pero también habló del destierro de “todo l...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Las palabras son las moléculas de la política y de las decisiones que afectan a todo el mundo. En una pirueta discursiva, Javier Milei utilizó la semana pasada un debate aparentemente ceñido a los vocablos para exhibir una agenda que va más allá de los morfemas. Su portavoz, Manuel Adorni, anunció la prohibición del lenguaje inclusivo en la Administración pública de Argentina, pero también habló del destierro de “todo lo referente a la perspectiva de género”, sin aclarar el alcance de la medida. Una periodista le preguntó si podía argumentar esa decisión y este zanjó: “Las perspectivas de género se han utilizado también como negocio de la política, así que eso para nosotros no tiene discusión”.
La prohibición le costó a Milei un aluvión de críticas, pero también le valió aplausos y mostró la dimensión de un proyecto ultra que se extiende por América Latina bajo el aciago lema “Dios, patria y familia”, que si bien fue acuñado antes del fascismo se convirtió después en el eslogan favorito de Mussolini. La periodista mexicana Paulina Chavira recordó en X, antes Twitter, que “quien prohíbe, veta, erradica solo pone en evidencia su desesperación, su incapacidad de reconocer las diferencias”. Se refería al presidente argentino, aunque el comentario es aplicable también a su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele.
Catalina Stubbe, directora de la organización extremista estadounidense Moms for Liberty, difundió una breve conversación con Bukele en la que afirma: “Estamos cansadas las madres de vivir estas ideologías marxistas en los colegios. Yo sé que esto es a nivel global. ¿Usted qué está haciendo?”. El mandatario, muy popular en el país centroamericano por su mano dura contra las pandillas, recoge el guante y abunda en ese ideario ultraconservador: “Nosotros no permitimos estas ideologías en las escuelas y en los colegios. Creo que es importante además que la currícula no lleve esta ideología de género”. Al ser preguntado sobre la educación pública, Bukele continúa: “A mí no me molestaría pagar [impuestos] si tuvieran una educación de verdad, pero nos hacen pagar para que tengan una educación contraria a la naturaleza, contraria a Dios, contraria a la familia, contraria a lo que los padres queremos. Ese es el verdadero peligro, hay que erradicar eso de las escuelas. Es un plan premeditado para destruir a las futuras generaciones. Yo creo que es importante que se retome Dios en las escuelas, que se retome la moral”.
El bulo del diseño urdido por poderes ocultos contra los valores tradicionales siempre fue el caballo de batalla de grupos minoritarios de ultraderecha hasta que Donald Trump demostró que se podían ganar elecciones a golpe de teorías conspirativas. Precisamente el expresidente de Estados Unidos y probable candidato a la reelección este 2024 es el modelo de dirigentes como Milei o Bukele. A finales de febrero, el economista argentino viajó a Maryland para participar en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), la gran cumbre anual de la derecha radical, donde se fundió en un abrazo con el magnate. El lenguaje no verbal captado por la grabación sugiere también la incomodidad de Trump ante la efusividad de Milei. En cualquier caso, ambos se hicieron la foto proclamando Make Argentina Great Again y “viva la libertad, carajo” mientras de fondo sonaba YMCA, el clásico de Village People.
Un día después de ese encuentro, otro líder de la ultraderecha latinoamericana se daba un baño de masas en São Paulo. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro, investigado por urdir un intento de golpe de Estado que desembocó a principios de 2023 en el asalto a los tres poderes en Brasilia, encabezó una gran marcha que selló también su regreso a la primera línea de la disputa política frente a Lula da Silva. También en este caso, el político había convocado la movilización bajo el signo de “Dios, patria, familia y libertad”, preparando la batalla cultural para el próximo ciclo electoral.