El PSOE no tiene una idea de España

La falta de ambición a la hora de defender un proyecto federal para todos lo sitúa en una posición negociadora poco constructiva

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.Samuel Sánchez

El PSOE no está defendiendo un proyecto territorial para España. Ha adoptado medidas valientes y necesarias para normalizar la vida política catalana, de tal manera que mi pequeño país va dejando de ser el foco irradiador de inestabilidad de la última década. Pero aquí se queda. No propone reformas del sistema de financiación autonómica y apenas insinúa la voluntad de implementar políticas que modulen la dinámica de...

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El PSOE no está defendiendo un proyecto territorial para España. Ha adoptado medidas valientes y necesarias para normalizar la vida política catalana, de tal manera que mi pequeño país va dejando de ser el foco irradiador de inestabilidad de la última década. Pero aquí se queda. No propone reformas del sistema de financiación autonómica y apenas insinúa la voluntad de implementar políticas que modulen la dinámica de concentración de poder en la capital y el área metropolitana que es la Comunidad de Madrid. Afianzar esta concentración ha sido, por el contrario, el motor principal del proyecto territorial del Partido Popular. El PP sí tiene modelo y funciona a pleno rendimiento. Propulsa más y más una realidad económica y administrativa que ahora abandera una líder política aclamada e indiscutida. Tiene una fiscalidad diseñada para atraer empresas y premiar a las grandes fortunas. Dispone de un sólido discurso cultural e ideológico. Cuenta con medios de comunicación que lo defienden con el cuchillo entre los dientes porque sus intereses están interrelacionados con el mantenimiento de una hegemonía que es capitalina pero que se autorrepresenta como nacional.

La única alternativa frente a esa realidad es centrífuga, minoritaria y cantonalista, es la de los partidos soberanistas vascos y catalanes. El PSOE, aunque elaboró la suya ya hace 10 años, la mantiene encerrada bajo siete llaves en un cajón en Granada. Y esta falta de ambición a la hora de defender un proyecto federal para todos lo sitúa en una posición negociadora poco constructiva y, al mismo tiempo, facilita que hoy vaya a escenificarse un equívoco descomunal.

El PP ha convocado en la Plaza de Felipe II de Madrid una manifestación para oponerse a la hipotética amnistía de los independentistas catalanes y, según el lema, en defensa de la “igualdad” para el conjunto de los españoles. Pero esa noción de igualdad está circunscrita sólo a un ámbito de la vida colectiva y responde a una concepción interesada, porque el proyecto territorial que defiende el partido conservador, a efectos prácticos, está alejando de esa igualdad a una parte considerable de los ciudadanos del país. Lo certifica la España que perfilan datos económicos bien estudiados. La concentración de poder en la Comunidad conlleva, inevitablemente, desequilibrios territoriales. No es algo que haya podido modificar el despliegue autonómico, aunque pudiese parecer lo contrario. Descentralización no es sinónimo de cesión de poder. Desde hace 40 años, la divergencia entre comunidades no ha dejado de aumentar, la separación del nivel de renta de la capital respecto de la media española se va ensanchando. Si en 1980 la diferencia era del 25%, en 2022 era del 37%. ¿No es esa una desigualdad que debería intentar corregir una política territorial socialista? ¿No sería una manera más eficiente, pragmática y racional de modernizar el sistema autonómico?

Hace algo más de un año, Francisco Pérez —director de investigación del IVIE— expuso estos datos en el Senado. Constataba que el sector privado ahora impulsaba la concentración en Madrid, pero el sector público la intensificaba. Por la cercanía al regulador, por las adjudicaciones de grandes contratos a empresas con sede en la capital o por la ubicación de la gran mayoría de los centros de investigación y, con ellos, la captación del capital humano cualificado. El viernes, el IVIE certificaba en un estudio para COTEC que el 42,9% de los Next Generation destinados a innovación y digitalización los han recibido entidades localizadas en Madrid. 323 euros por habitante, mientras que la media española es de 122. Ante esa dinámica de concentración que aumenta la desigualdad, la hipótesis del profesor Pérez era que el sector público debería desconcentrar de manera planificada. Lo han hecho Francia o el Reino Unido, que han ubicado centros de investigación lejos de Londres o París para consolidar otros clusters de desarrollo o han trasladado instituciones o han tomado decisiones que han implicado a miles de empleados públicos de todas las categorías. Es así como un país se cohesiona porque tiene como objetivo la convergencia entre sus territorios. Fija un horizonte de auténtica igualdad.

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