Chile en el espejo de Víctor Jara
La condena a siete exmilitares por el asesinato del cantautor saca a la luz todo lo que queda por hacer para afianzar la democracia
La Corte Suprema de Chile condenó el 28 de agosto pasado a siete exmilitares por el asesinato del cantautor Víctor Jara, una voz crítica que la dictadura de Augusto Pinochet eliminó con 44 disparos solo cinco días después del golpe del 11 de septiembre de 1973. La justicia demoró 50 años en hacer su trabajo, lo que revela las tensiones sociales y políticas que aún genera en la sociedad chilena saldar las cuentas con el terrorismo de Estado. Un día después...
La Corte Suprema de Chile condenó el 28 de agosto pasado a siete exmilitares por el asesinato del cantautor Víctor Jara, una voz crítica que la dictadura de Augusto Pinochet eliminó con 44 disparos solo cinco días después del golpe del 11 de septiembre de 1973. La justicia demoró 50 años en hacer su trabajo, lo que revela las tensiones sociales y políticas que aún genera en la sociedad chilena saldar las cuentas con el terrorismo de Estado. Un día después del fallo, la policía se presentó con una orden de detención en la casa del exbrigadier Hernán Chacón Soto, uno de los condenados. Chacón Soto, de 86 años, pidió entonces permiso para retirar algo de su habitación, tomó un arma y se mató de un tiro en la cabeza. El presidente, Gabriel Boric, lo consideró “un cobarde” por evadir con su muerte la cárcel, en una declaración que causó un gran impacto en Chile. El mandatario se encontraba en el velatorio de Guillermo Teillier, dirigente histórico del Partido Comunista chileno que, en palabras del presidente, había tenido “una muerte digna”.
Teillier, artífice de un Partido Comunista que pasó de la clandestinidad a formar parte del Gobierno de Boric, fue también una víctima de la dictadura. Detenido en 1973, soportó largos meses de torturas. A diferencia de Jara, Teillier sobrevivió. Pero la mención al suicidio del militar durante el funeral del dirigente comunista fue sin duda un paso en falso de Boric. La oposición de derecha y ultraderecha lo acusó de fomentar la división, en momentos en que se va a conmemorar el 50 aniversario del golpe contra el socialista Salvador Allende. Esa misma derecha es, además, mayoritaria, y controla la Convención Constituyente.
Es evidente que, 33 años después del fin de la dictadura, la democracia no satisface a una gran parte de la población. El estallido social de 2019 fue una muestra de ello. Se saldó con un proceso constituyente que fracasó y que ahora va por un segundo intento. El crecimiento de las ideas de extrema derecha debe llamar la atención de las fuerzas democráticas: esta semana, en una prestigiosa encuesta, 6 de cada 10 consideraron que el autoritarismo se justifica en algunos casos, como la lucha contra la corrupción o la delincuencia.
La solución está en manos del Consejo Constituyente. Si las divisiones políticas ya lastraban su trabajo, se le suman ahora las relecturas del pasado. Chile ha hecho mucho por juzgar a los militares responsables de delitos de lesa humanidad, y el fallo por la muerte de Jara ha sido histórico. Pero la justicia ha mostrado todo lo que queda por hacer. Si la nueva Constitución vira en exceso hacia la derecha, como la anterior lo hizo hacia la izquierda, corre el riesgo de naufragar cuando sea sometida a un referéndum ratificatorio. Es imperioso que Chile deje de lado los rencores para no repetir los errores del pasado.