Análisis

Demasiada investidura para tan poca palabra

La invitación que hace Alberto Núñez Feijóo al PSOE contiene una enmienda a la totalidad de la estrategia con la que pretendió ganar las elecciones el pasado domingo

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante los actos con motivo de la festividad de Santiago Apóstol en la catedral de Santiago.ÓSCAR CORRAL

Derogar el sanchismo fue el objetivo con el que Alberto Núñez Feijóo se presentó a las elecciones. Tan contundente y clarificador parecía su propósito que ni siquiera se detuvo demasiado a explicar las propuestas de un programa electoral del que, a día de hoy, apenas se conoce nada. No le pareció necesario perder tiempo en explicar qué país propone la derecha para los próximos cuatro años. Alg...

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Derogar el sanchismo fue el objetivo con el que Alberto Núñez Feijóo se presentó a las elecciones. Tan contundente y clarificador parecía su propósito que ni siquiera se detuvo demasiado a explicar las propuestas de un programa electoral del que, a día de hoy, apenas se conoce nada. No le pareció necesario perder tiempo en explicar qué país propone la derecha para los próximos cuatro años. Algo así resultaba demasiado sofisticado cuando el verdadero problema de España era uno: Pedro Sánchez. Un ser perverso con una ambición ilimitada y capaz de pactar con el diablo si eso le permitía continuar en La Moncloa y viajar en Falcon. Pedro Sánchez era, a su entender, alguien poco fiable. Un hombre sin palabra. La situación era de tal gravedad que el PP se sentía en la necesidad de reclamar una mayoría suficiente para poder gobernar en solitario y derogar todo el arsenal legislativo del Gobierno de coalición. De no obtenerla, también consideraban factible gobernar con la ultraderecha pues, en el fondo, la amenaza sanchista era de tal magnitud que la presencia de Vox era un peaje asumible.

El resultado de las elecciones del domingo demuestra que la maléfica descripción de quien ha dirigido el país en los últimos cuatro años no ha colado. El PSOE de Pedro Sánchez ha mejorado los resultados tanto en número de votos como de escaños y, aunque no ha ganado las elecciones, la distancia en votos que le separa del PP resulta insignificante. Con 136 escaños, Alberto Núñez Feijóo no ha logrado esa mayoría suficiente con la que algunas encuestas le hicieron soñar. Tampoco ha conseguido sumar más escaños que los obtenidos por el PSOE (122) y Sumar (31); ni siquiera los escaños de Vox (33) le permiten aspirar a una sesión de investidura mínimamente creíble. Menos aún tras saber que el PNV se ha negado a abrir cualquier esfuerzo negociador con una fuerza política que ha aceptado a la ultraderecha sin el más mínimo reparo. También Coalición Canaria se muestra poco interesada en ser parte de una investidura que considera fantasma.

El intento de Alberto Núñez Feijóo de mantener vivo el espejismo de una investidura imposible le ha impulsado a declarar desde Santiago de Compostela su voluntad de pactar con el PSOE de Pedro Sánchez. Un partido de Estado, dice, que ha obtenido un resultado electoral muy importante. La cuestión tiene enorme calado y no solo porque evidencia la desesperación de quien sabe que su victoria electoral encubre una derrota política que, sin duda, traerá consecuencias para su propio liderazgo en el partido. La invitación que hace Alberto Núñez Feijóo al PSOE contiene, en esencia, una enmienda a la totalidad de la estrategia con la que pretendió ganar las elecciones el pasado domingo. Ya no es tiempo de derogar el sanchismo, piensa el líder del PP, ahora es tiempo de pactar con el sanchismo. ¿Cómo preservar el crédito de quien afirma una cosa y la contraria? Permítanme que lo diga de otra manera. Demasiada investidura para tan poca palabra.

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