El WhatsApp de Yolanda Díaz

La cercanía, la escucha, la proximidad y una mayor implicación de los ciudadanos en los procesos de decisión democráticos son posibles gracias a la tecnología

La candidata de SUMAR a las próximas elecciones generales, Yolanda Díaz, participa en Pamplona en un acto de su formación, el pasado lunes.Villar López (EFE)

Lo anuncia en Twitter Yolanda Díaz: “¡Hola! A partir de hoy puedes escribirme por WhatsApp para preguntarme lo que necesites”. Y comunica su número a quien pueda interesar. Es el 672765324. “Mandadme mensajes y os voy a ir contestando a cada uno de ellos”, anuncia en la última semana de campaña en todos sus perfiles sociales. Y yo, por supuesto, guardo su número en la agenda y entro en su WhatsApp. El mensaje de bienvenida me seduce: “E...

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Lo anuncia en Twitter Yolanda Díaz: “¡Hola! A partir de hoy puedes escribirme por WhatsApp para preguntarme lo que necesites”. Y comunica su número a quien pueda interesar. Es el 672765324. “Mandadme mensajes y os voy a ir contestando a cada uno de ellos”, anuncia en la última semana de campaña en todos sus perfiles sociales. Y yo, por supuesto, guardo su número en la agenda y entro en su WhatsApp. El mensaje de bienvenida me seduce: “Este es el WhatsApp de Yolanda Díaz. Aquí hablamos de ti y de lo que quieres. Seas quien seas o pienses lo que pienses”.

Y enseguida escribo. “Hola Yolanda”. Reconozco que me gusta poder hablar de tú a tú a una candidata a la presidencia de España. Y agradezco su esfuerzo por ocupar el espacio ciudadano. Por explicitar que todos los cargos políticos están a nuestro servicio y que una de sus obligaciones es responder ante nosotros. Escribo “Hola Yolanda” y me doy cuenta de que el poder, cuanto más autoritario, más lejano resulta, más sagrado y menos disponible. De hecho, creo que la igualdad y la democracia están íntimamente relacionadas con el trato cotidiano, con sentir que esa o ese que nos representa no se cree más que nosotros por haber sido elegido para hacerlo.

¿Y ahora qué le digo yo a Yolanda Díaz? “Soy Nuria Labari, estoy escribiendo una columna sobre este WhatsApp en EL PAÍS”, escribo. “¿Podrías decirme cuánta gente te está escribiendo? ¿Cómo te da la vida para responder a todas las preguntas?” Por el momento no tengo respuesta. No me ha dejado en visto, es que aún no me ha leído. Una pensaría que la cercanía del poder tiene que ser selectiva porque de lo contrario todo el mundo iría a preguntarles cosas. Sin embargo, esa selección podemos practicarla los propios ciudadanos en una democracia bien engrasada. Así, si en las autocracias el que se aleja del pueblo es el gobernante, en las democracias el ciudadano debería poder elegir cuándo acercarse y cuándo no.

La foto de WhatsApp es una miniatura de Yolanda Díaz sonriente y la he guardado en la agenda como Yolanda, sin apellido ni nada, compartiendo timeline con mi madre y el último mensaje de trabajo. ¿Cómo me responderá? ¿Cuándo? Leo en redes que está contestando con audios y me parece un acierto. En las sociedades occidentales, el verse cara a cara con un político es cada vez más difícil, de modo que la voz es un mecanismo de proximidad con largo recorrido. Hay, por tanto, un mensaje escondido en la iniciativa de Sumar al acercar a su candidata al electorado que es facilitar su proximidad, al tiempo que se reivindica la necesidad de regresar a formas de democracia más directas. Y por lo visto hay ganas al otro lado. Nada más lanzar el tuit, su WhatsApp murió de éxito. “Nos estamos viendo literalmente desbordados por miles de mensajes como el tuyo, pero en cuanto podamos te responderemos”, decía la respuesta automática unas horas después del lanzamiento.

La cercanía, la escucha, la proximidad y una mayor implicación de los ciudadanos en los procesos de decisión democráticos son posibles gracias a la tecnología y Yolanda Díaz parece dispuesta a apostar por un cambio en este sentido. De modo que es posible que charlaremos sobre la herencia universal esta misma tarde. O quizás mañana, cuando ella o su equipo tengan un respiro. Y que mi voto dependa de nuestro diálogo. La propuesta mola y la intención aún más. Ya os contaré si responde.

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