Los evangélicos se le resisten a Lula

La Iglesia Universal ha cargado contra el presidente de Brasil porque busca que el nuevo Gobierno pueda favorecerla aún más

Seguidores de una iglesia evangélica en Río de Janeiro, en agosto de 2022.CARL DE SOUZA (AFP)

Lula nunca había hecho un esfuerzo tan grande para conquistar el voto de las poderosas iglesias evangélicas hasta su tercer mandato como presidente, como lo demostró durante toda la campaña electoral. Hasta ahora, sin embargo, le están dando mayores dolores de cabeza que los militares de quienes el presidente sabe que hubiesen preferido a ...

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Lula nunca había hecho un esfuerzo tan grande para conquistar el voto de las poderosas iglesias evangélicas hasta su tercer mandato como presidente, como lo demostró durante toda la campaña electoral. Hasta ahora, sin embargo, le están dando mayores dolores de cabeza que los militares de quienes el presidente sabe que hubiesen preferido a Bolsonaro. Con el expresidente de ultraderecha, los militares tendrían privilegios en el Gobierno.

En la pasada campaña electoral, Lula se movió como nunca para atraer a los millones de evangélicos, un tercio de la población en Brasil, que siempre se le resistieron, hasta el punto que llegó a sorprender a los católicos, quienes fueron siempre su mejor electorado en el campo religioso. Y lo hizo incluso con un cierto refunfuño del ala más radical de su partido, el PT.

Lula esperaba tras su acercamiento a las iglesias evangélicas que una vez elegido podría contar con ellas. Enseguida empezó a tocar un tema que les fue siempre muy sensible: el de la rebaja de impuestos, algo que Bolsonaro no dejó de hacer desde el primer día.

Las dificultades del nuevo presidente con los evangélicos inició de inmediato cuando el fundador de la poderosa Iglesia Universal, el obispo, Edir Macedo pidió en un vídeo a sus millones de seguidores: “Yo le perdono, Lula, por todo el mal que hizo al país”. La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, no se hizo de rogar y le respondió que quien debía pedir perdón a Dios era él con la propagación de sus mentiras.

Lo cierto es que la ilusión esta vez del mismo Lula de haber conseguido, durante su campaña, ablandar a los evangélicos que acabarían a su lado, se reveló enseguida un espejismo. Los evangélicos suponían un tercio del electorado y todos los esfuerzos hechos por Lula para conseguir convencerles que él los trataría mejor que Bolsonaro sirvieron de poco. Como escribe hoy en el diario O Globo, Luísa Marzullo: “Las llamadas recientes del PT al ala política de la Universal no fueron suficientes para que el Gobierno de Lula se acercara a la iglesia”.

Y ello quedó ya bastante claro durante la campaña durante la cual la Iglesia Universal fue dura directamente con Lula. Ya elegido, el semanal de dicha Iglesia Universal, con 1,7 millones de ejemplares y que es la que crea opinión entre los millones de los fieles, escribió: “Lula no es una novedad como no lo es el PT. Ya conocemos su forma de gobernar que quebró al país y fue responsable por el mayor escándalo de corrupción conocido”.

Pero quizá lo que más debió herir a Lula es que dicho semanal afirmara que el nuevo presidente “no se interesa por los pobres”, cuando precisamente este su tercer mandato está desbordado en la lucha contra la pobreza y la inflación.

La Iglesia Universal, quizá porque busca que el nuevo Gobierno pueda favorecerla aún más, ha cargado sus tintas en sus acusaciones contra Lula y lo hizo pocas semanas antes de la elección cuando se preguntó en primera página de la revista Folha Universal: “Por qué Lula tiene fama de ladrón”. Daba a entender a sus lectores que la izquierda no debía volver al poder.

Mejor le está yendo a Lula con los militares, aunque ellos han dado a entender que hubiesen preferido que él no volviera al poder. Lula está siendo buen estratega en sus relaciones con las fuerzas del Ejército y desde un principio abrió un diálogo justamente con los militares más conservadores y de derechas lo que le está dando resultado. Ha robado a Bolsonaro la estrategia de intensificar sus agendas en los actos militares y ha querido saber enseguida qué es lo que más les interesaba a los altos mandos del Ejército. Para ello ha encargado al vicepresidente, el moderado Geraldo Alckmin, para conocer de cerca qué es lo que más les urge a los tres cuerpos del Ejército. Además de Alckmin, varios ministros están ya en contacto con los altos militares para saber qué desearían del nuevo mandato de Lula.

Este jueves, Lula tuvo un almuerzo con almirantes de las Fuerzas Armadas durante tres horas y les aseguró que va a invertir, por ejemplo, en programas de fragatas y submarinos y en la investigación con enriquecimiento de uranio.

Lula sabe muy bien que uno de los sueños del Ejército es que Brasil pueda pertenecer al rango de los países que cuentan con la bomba atómica como símbolo de poder. Por ello, está haciendo esfuerzos para participar e incluso dirigir las negociaciones para detener la guerra entre Rusia y Ucrania, algo que abordará próximamente en su ya anunciada visita a China, aunque dicha mediación le está resultando más difícil de lo que él mismo se imaginaba.

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