Pánico a la teleasistencia

Los lectores escriben sobre la falta de contacto con los médicos, la subida del sueldo de Garamendi, el peligro de manipular surtidores de gasolina y la lucha por la jubilación anticipada

Entrada de un centro de salud de la ciudad de Madrid.sergio pérez (EFE)

Tengo 81 años, soy asmático y desde que empezó la pandemia me he hecho adicto al Lexatín. En la consulta telefónica anual con mi neumóloga le conté que el sábado pasado me levanté acatarrado y con 38,5 grados de temperatura. En las urgencias de mi ambulatorio había un cartel muy grande: no hay médicos. La prueba del coronavirus dio negativo. De allí, fui a un hospital donde estuve cerca de cinco horas. Cuando me pr...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Tengo 81 años, soy asmático y desde que empezó la pandemia me he hecho adicto al Lexatín. En la consulta telefónica anual con mi neumóloga le conté que el sábado pasado me levanté acatarrado y con 38,5 grados de temperatura. En las urgencias de mi ambulatorio había un cartel muy grande: no hay médicos. La prueba del coronavirus dio negativo. De allí, fui a un hospital donde estuve cerca de cinco horas. Cuando me preguntaron en el triaje si tenía dificultad respiratoria, le dije que no, que lo que realmente tenía era miedo. El doctor que me atendió me prescribió un broncodilatador en aerosoles. No tenía nada importante. Axel Munthe fue un médico que nos legó sus memorias en una obra excepcional: La historia de San Michele. Donde dice que el éxito de un médico reside en inspirar confianza, también destaca la importancia de que un médico toque con la mano a su paciente. Ha pasado casi un siglo desde que lo escribió, hemos evolucionado bastante. Estamos a punto de que se implante la teleasistencia. Por videoconferencia, claro. Siento pánico.

Carlos Gallego Fernández. Madrid

La subida de sueldos

El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha modificado su relación laboral con la entidad que preside. Ha aumentado su salario anual en 50.000 euros, alcanzando los casi 400.000, unas cinco veces lo que gana el presidente del Gobierno. La CEOE es una entidad privada, pero con subvenciones públicas. No digo que sea ilegal, pero podremos decir al menos que es antiestético que un hombre que se niega a que se suba el salario mínimo hasta los 1.080 euros gane tan enorme barbaridad. Aduce que la entidad es libre y que sus directivos así lo han acordado. Vale. Pero si sus directivos y los empresarios a los que representa pagan ese sueldo para que los defienda, estaremos de acuerdo que en España tenemos un problema de desigualdad tremendo.

Julio García-Casarrubios. Valdepeñas (Ciudad Real)

Peligro

Que cualquier usuario de una gasolinera pueda abastecerse por sí mismo y manipular el surtidor de un producto altamente inflamable es del todo inaceptable. Para prácticamente todas las actividades se nos exigen una serie de diplomas o certificaciones y, en este caso, se prescinde de trabajadores cualificados y se traslada la responsabilidad al ciudadano que, de este modo, trabaja gratis para las multinacionales y pone en riesgo su integridad física.

Sonia Alcaide Cabrera. San Mateo de Gállego (Zaragoza)

Las siete diferencias

De pequeño me gustaba jugar a las siete diferencias. Propongo jugar comparando a los sindicatos y grupos políticos de Francia y España respecto a la defensa de la jubilación anticipada de las personas con largas carreras de cotización: los franceses lideran manifestaciones para luchar por ese colectivo, los españoles ni están ni se les espera; los franceses han logrado que el Gobierno rectifique su reforma de las pensiones y pase la jubilación anticipada a los 60 años con 43 cotizados y pensión íntegra, pero continuarán su lucha hasta reducirlo a 40, mientras que en España cada vez se aceptan mayores penalizaciones; los franceses hacen, los españoles hablan, y mienten. Quedan otras cuatro diferencias.

Luis Ortiga Giménez. Barcelona

Más información

Archivado En