Tiene razón Irene Montero: es fascismo
La diputada de Vox Carla Toscano ha desplegado en el Parlamento su violencia contra la ministra de Igualdad y contra la democracia española
Toda violencia verbal o de pensamiento contra una persona es una violencia física. De hecho, no hay una transición tan grande como nos gustaría creer entre insultar a una persona y golpearla, entre insultar a una mujer y matarla, entre insultar a un colectivo y aniquilarlo. Es fácil llegar a esta conclusión cuando escuchamos los discursos de Hitler y Mussolini: sus palabras son pura violencia física contra las vidas y los cuerpos de millones. Sus palabras son y fueron asesinas porque así es como funciona la violencia fascista. Siempre, pero siempre, empieza en la boca.
Intentar hacer de...
Toda violencia verbal o de pensamiento contra una persona es una violencia física. De hecho, no hay una transición tan grande como nos gustaría creer entre insultar a una persona y golpearla, entre insultar a una mujer y matarla, entre insultar a un colectivo y aniquilarlo. Es fácil llegar a esta conclusión cuando escuchamos los discursos de Hitler y Mussolini: sus palabras son pura violencia física contra las vidas y los cuerpos de millones. Sus palabras son y fueron asesinas porque así es como funciona la violencia fascista. Siempre, pero siempre, empieza en la boca.
Intentar hacer desaparecer moralmente al otro es un crimen. Y ese crimen lo hemos visto cometer públicamente por Carla Toscano, diputada de Vox, en el Congreso de los Diputados. Es allí donde Toscano ha llamado a Irene Montero “libertadora de violadores” y allí donde le ha espetado: “Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”. El discurso de Carla Toscano es un argumento ad hominem, en su variante ad mulierem. Es decir, un argumento contra la persona y, en consecuencia, contra la existencia de la persona, por cuanto la despoja de su identidad y de su sentido. Un argumento que ha dejado de discutir ideas y aspectos técnicos y se centra únicamente en hacer desaparecer de la escena a la persona cuyos argumentos debería rebatir. Y esta clase de discurso solo demuestra que se ha renunciado a cualquier idea o tecné política en favor de la violencia. De hecho, las palabras de Carla Toscano solo tienen un objetivo: degradar en Irene Montero su condición de diputada, de mujer y de ser humano y por eso son un acto criminal. Y este crimen viene a demostrar (más bien a recordar) cómo Vox pretende que el Congreso de los Diputados se convierta en un espacio de exterminio.
Históricamente, esta clase de violencia verbal fascista siempre viene acompañada de otra del cuerpo. No olvidemos que, para poder matar a millones de judíos, el nazismo tuvo que recurrir primero a esta clase de “borrado”. El primer paso del exterminio es la deshumanización, la merma de la moral y la credibilidad del enemigo. No olvidemos que el insulto es el germen de la violencia más atroz y reconozcamos que Carla Toscano ha desplegado su violencia fascista contra Irene Montero y contra la democracia española en la sede del Parlamento.
Impresionante, eso sí, la respuesta consciente y política de Montero. “Quiero solicitar que se incorpore al Diario de Sesiones la violencia política que se está ejerciendo en este momento en la sede de la soberanía popular, para que no se borre, para que después de mí no venga ninguna”, exigió. En efecto, el borrado fascista que denuncia la ministra de Igualdad es el pretendido por la diputada de Vox. Y, por eso, es obligatorio decir (con independencia de cualquier ideología, simpatía o antipatía personal) que frente al fascismo y detrás de ti, Irene, estamos todas y todos los españoles. Lo único que hay que borrar es el fascismo.