Acabar con las estufas en las calles
Los lectores escriben sobre la contaminación de los calefactores de las terrazas, la situación de los médicos en Madrid, los anuncios épicos de los políticos y la tribuna de Amelia Valcárcel sobre la ‘ley trans’
El Gobierno anunció hace tiempo su intención de dedicar un tercio de los fondos europeos a la transición verde. Solo durante 2020, y debido a la pandemia, estos gases disminuyeron sustancialmente y se alcanzaron niveles de 30 años atrás. Pero en el momento en que la covid empezó a ser controlada, ...
El Gobierno anunció hace tiempo su intención de dedicar un tercio de los fondos europeos a la transición verde. Solo durante 2020, y debido a la pandemia, estos gases disminuyeron sustancialmente y se alcanzaron niveles de 30 años atrás. Pero en el momento en que la covid empezó a ser controlada, nuestras calles se llenaron de estufas de butano para calentar las terrazas que proliferaron por todas partes. En ese momento, todos entendimos que había que “ayudar” a los hosteleros, que habían sido uno de los sectores más dañados. Pero el caso es que recién comenzado el otoño y habiendo mejorado la situación, nuestras calles se han vuelto a llenar de millares de estufas de butano que emiten gases de efecto invernadero, esos contra los que se trata de luchar en la COP27. Se nos dijo que esta proliferación de puntos contaminantes era una cosa temporal. ¿Acaso no ha llegado el momento de que desaparezcan definitivamente?
F. Javier de las Heras Molinos. Madrid
Vocación despreciada
Soy médico de familia desde hace 25 años, tengo plaza fija por oposición elegida en un SAR, el de Manzanares el Real. En 20 días me he quedado sin mi plaza, sin mis compañeros y sin planilla de trabajo. Solo sé que me han mandado a otro centro y que en unos días tengo de nuevo servicios mínimos en otro centro. Con el nuevo plan de Díaz Ayuso no hay más centros operativos, se han ido médicos y han empeorado las condiciones de muchos. No han arreglado nada. ¿Es tan difícil plantear un plan que de respuesta a las necesidades contando con nosotros, los profesionales? ¿De verdad no son capaces de que no sintamos su desprecio y su maltrato? ¿Gestionarán así todo? Mis condiciones personales y familiares no me permiten irme. Lo haría sin duda. Duele el desprecio por mi estudio, mi responsabilidad y mi vocación.
Milagros Vera Villaverde. Soto del Real (Madrid)
Argumentos delirantes
Qué exageración de artículo el de Amelia Valcárcel sobre la ley trans publicado el sábado. Desde luego, no me considero incluido entre los 47 millones de afectados. ¿Menores forzados por sus padres a autodeterminarse en un género distinto al de su sexo? ¿Hombres que evitan condenas por violencia de género solo con declararse mujeres para quedar impunes? Delirante. Y el artículo lo firma una mujer, colectivo que sigue luchando por su igualdad. ¿A qué viene esa inquina contra las personas trans? No se entiende en absoluto y tristemente me recuerda aquel verso de Rafael Amor: no hay mayor tirano que un esclavo con el látigo en la mano.
Miguel Ángel Cuevas Cosío. Cantabria
Anuncios épicos
Desde hace unos años, los políticos o los entrenadores deportivos, cuando se reúnen con los periodistas, utilizan la frase-latiguillo “os anuncio...” para comunicar un plan de industria, un proyecto de ley o una alineación. Desconozco por qué utilizan este comodín con pinta de soberbio, con el que parece que van a anunciar el fin del mundo o la llegada del Mesías. ¿No podrían los antedichos ser más modestos y usar los verbos “comunicar” o “informar”? Los servidores públicos no pueden ser tan bíblicos o épicos.
Jesús Camacho Pérez. Carranque (Toledo)