El chollo de ser autónomo

Los trabajadores por cuenta propia tenemos una filosofía de vida parecida a la de los campesinos de antaño: dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá.Alberto Ortega (Europa Press)

Ser autónomo es de lo más estimulante. A los trabajadores por cuenta propia no nos faltan emociones fuertes, constantes dosis de adrenalina generadas por los vaivenes de la constante incertidumbre. Tenemos una filosofía de vida muy parecida a la de los campesinos de antaño: sabemos que dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo. Cuando las cosas nos van bien, cogemos todo el trabajo que podemos porque sabemos que las malas cosechas están a la vuelta de la esquina. En ello nos dejamos la salud, pero nadie se da cuenta porque enfermar es cosa de asalariados...

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Ser autónomo es de lo más estimulante. A los trabajadores por cuenta propia no nos faltan emociones fuertes, constantes dosis de adrenalina generadas por los vaivenes de la constante incertidumbre. Tenemos una filosofía de vida muy parecida a la de los campesinos de antaño: sabemos que dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo. Cuando las cosas nos van bien, cogemos todo el trabajo que podemos porque sabemos que las malas cosechas están a la vuelta de la esquina. En ello nos dejamos la salud, pero nadie se da cuenta porque enfermar es cosa de asalariados y funcionarios. Nos comemos las vacaciones para terminar tareas pendientes, les robamos tiempo a nuestros hijos o los llevamos a cuestas para sacar la faena. Yo soy escritora, pero a veces me he visto como mis tías cuando segaban la cebada: con un crío atado a la espalda y el otro sentado entre espigas. Somos muchas las madres que compaginamos la autoocupación con la maternidad porque es una de las pocas formas que hemos encontrado para no tener que renunciar a la segunda. Y a todo esto, no tenemos ni idea de lo que será de nosotros el día de mañana. Ni siquiera nos atrevemos a calcular la pensión que nos quedará con lo que estamos cotizando. Si fuéramos labradores podríamos fiarlo todo a la solidaridad intergeneracional, a que nuestros hijos y nietos nos sostendrán cuando no podamos hacerlo por nosotros mismos, pero procrear en estas circunstancias es casi una locura, un lujo inalcanzable. Así que los autónomos de hoy seremos los viejos pobres del mañana.

Con la muy anunciada y muy esperada reforma del modelo de cotizaciones deberíamos estar muy contentos, nos dicen: quienes ganan hasta 670 euros netos pagarán 200 euros en vez de los casi 300 de ahora. Incluso los de letras nos damos cuenta de que, a pesar de la rebaja, quedan 470 euros para pasar el mes, una situación de pura miseria que afectará a cerca de un millón de personas en España. Quienes tengan unos ingresos más boyantes verán aumentadas las cuotas, pero sin que se haya anunciado ninguna contraprestación a cambio. Nada hemos leído estos días que vaya a paliar la angustia casi existencia de depender únicamente de la propia fuerza de trabajo para seguir comiendo, como si nosotros no necesitáramos estar socialmente protegidos. Y este supuesto gran avance lo defienden las asociaciones que dicen representar nuestros intereses. Pues nada, a seguir labrando nuestra pequeña parcela, atentos al del tiempo y cuidándonos mucho, mucho.

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