La hora de los oficios

Los lectores opinan sobre el trabajo manual, las columnas de Millás, la visión de la sociedad sobre el cuerpo de la mujer y el cambio de nombre de la empresa CLH por Exolum

Un hombre busca un fontanero en la web de Páginas Amarillas.Santi Burgos

Escuché decir al gran poeta Joan Margarit que, cito de memoria, la integridad personal conlleva tener tres apellidos: los paternos y los maternos y tu oficio. Yo soy García Castro Carpintero. Bien sabemos hoy que faltan camareros para cubrir la demanda hostelera. Pero nos quedamos en la superficie si creemos que solo faltan cam...

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Escuché decir al gran poeta Joan Margarit que, cito de memoria, la integridad personal conlleva tener tres apellidos: los paternos y los maternos y tu oficio. Yo soy García Castro Carpintero. Bien sabemos hoy que faltan camareros para cubrir la demanda hostelera. Pero nos quedamos en la superficie si creemos que solo faltan camareros. Faltan carpinteros metálicos, encofradores, fontaneros, cerrajeros, yesistas, torneros... Un país huérfano de apellidos es un país abocado al estancamiento. Los oficios, denostados por la falsa creencia de que son las llamadas “profesiones liberales” las que mejor estatus ofrecen, son imprescindibles para el digno desarrollo de una sociedad. La habilidad manual te hace crecer como persona al situarte en la cumbre del desarrollo mental... Raramente el hijo pródigo en las familias es el que ha optado por tener un oficio manual. Así que manos a la obra por parte de padres, madres, instituciones y empresas para poner al oficio en el lugar destacado que merece.

Francisco García Castro. Estepona (Málaga)

Gracias, señor Millás

Increíble es el título de su columna del pasado 27 de mayo. En ella habla de la realidad más cotidiana, que abordamos mecánicamente y del funcionamiento inconsciente de nuestro organismo, mientras, al mismo tiempo, sigue volando nuestra imaginación, desbordante en su caso. Increíbles son sus originales columnas impregnadas de humanidad y no exentas de humor, que desvelan parte de las esencias del ser humano que nos pasan inadvertidas. Son estrechas, ocupan poco espacio y van pegadas al lomo, descendiendo desde el código de barras hasta la franja de publicidad, pero según se leen se expanden como universos. Columnas por las que merece la pena leer este diario empezando por la última página. Enhorabuena y hasta el próximo viernes, señor Millás.

Julián Lagullón Escamilla. Villena (Alicante)

Qué fácil es juzgar

En un programa de televisión muestran cómo han cambiado los cuerpos de algunas mujeres famosas, de una talla XXL a una S. Dicen de ellas, ahora que están delgadas, que están mucho más sanas. ¿Qué mensaje se está mandando a las niñas que se miran en el espejo y no se ven como sus amigas más delgadas? ¿Que no están sanas? ¿Que tienen que bajar de peso para ser ejemplos de superación? Solo un experto debería decir qué cuerpo es sano y cuál no lo es. Mostrar que solo los cuerpos delgados son saludables es muy peligroso, y más en un programa de corazón en el que de salud saben poco. Después del reportaje, una colaboradora soltó: “Recordad que los cuerpos en Instagram no son reales y que no debéis compararos con nadie”. La hipocresía está servida.

Marina Segura i Vidal. Benicarló (Valencia)

Exolum

Cuenta EL PAÍS el origen del nuevo nombre de CLH, ahora Exolum, que quiere ser un acrónimo de las palabras latinas exterius, evolutio e incrementum. No solo la discordancia de géneros sino los segmentos usados hacen que quienes aprobamos el latín del instituto lo sintamos un poco Frankenstein. ¿Por qué tomar la ni siquiera sílaba ol de evolutio, y no la raíz vol, “girar”, de la que procede evolución? ¿Por qué representar incrementum con las letras um, mero morfema de género, número y caso? Esperaba más cultura en los publicistas hispanos.

José Gabriel Moya Yangüela. Madrid

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