Editorial

La gravedad de la polución

La contaminación ambiental produce nueve millones de muertes al año y obliga a una respuesta contundente que debe abordarse de forma global

Tráfico en Barcelona.CRISTÓBAL CASTRO (EL PAÍS)

La polución ambiental se ha convertido, de forma sigilosa pero implacable, en la principal amenaza para la salud humana global. Un nuevo informe de la Comisión de Contaminación y Salud de la revista científica The Lancet estima que las diferentes formas de contaminación del aire, del suelo y del agua causan la muerte prematura de nueve millones de personas al año en el mundo, lo que representa uno de cada seis fallecimientos. La más importante es la contaminación del aire, que provoca 6,6 millones de muertes prematuras, seguida de la contaminación del agua, con 1,4 millones. El plomo si...

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La polución ambiental se ha convertido, de forma sigilosa pero implacable, en la principal amenaza para la salud humana global. Un nuevo informe de la Comisión de Contaminación y Salud de la revista científica The Lancet estima que las diferentes formas de contaminación del aire, del suelo y del agua causan la muerte prematura de nueve millones de personas al año en el mundo, lo que representa uno de cada seis fallecimientos. La más importante es la contaminación del aire, que provoca 6,6 millones de muertes prematuras, seguida de la contaminación del agua, con 1,4 millones. El plomo sigue causando 900.000 muertes anuales y los productos químicos tóxicos se cobran 870.000 vidas más. Pero como ocurre con otros muchos aspectos relacionados con la salud, la distribución es muy desigual: el 90% de las víctimas de este envenenamiento silencioso se produce en países de rentas bajas y medias, muy alejados de los estándares de salud pública de los países desarrollados.

Cada vez se conocen con mayor precisión los efectos de los diferentes contaminantes sobre la salud. Pero como la polución ambiental no mata de forma fulminante, la mortalidad sigue extendiéndose sin que la ciudadanía sea consciente de la dimensión del problema. Se sabe, por ejemplo, que la contaminación procedente de los motores de combustión se ha convertido en una de las principales causas de muerte prematura en las ciudades, ya que desencadena o agrava patologías respiratorias y cardiovasculares, pero nuevos estudios indican que afecta también al desarrollo cognitivo de los niños, y a procesos neurodegenerativos como el alzhéimer.

Aunque son muchos los países que han tomado medidas para reducir la contaminación, las mejoras en salud apenas son perceptibles en términos globales, lo cual indica que las políticas públicas en este ámbito tienen que ser mucho más intensas y contundentes. Los países ricos, y en particular la Unión Europea, han logrado reducir los índices de contaminación del aire y del agua, pero están lejos de situarlos en niveles que no sean nocivos. El reto es ahora adaptar la normativa a los nuevos parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud para la calidad del aire y extender las medidas a los países en desarrollo.

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Como se ha visto con la lucha contra la covid-19, los actuales sistemas de gobernanza responden relativamente bien ante situaciones de emergencia, pero tienen grandes dificultades para afrontar problemas que requieren cambios estructurales en el modelo productivo y de organización social. La contaminación tiene siempre efectos locales, pero es cada vez más un problema sistémico de carácter planetario que debe abordarse de forma global. Este enfoque tiene la ventaja de que permite crear sinergias virtuosas con triple beneficio: las medidas que se aplican contra la contaminación no solo mejoran la salud de la población, sino que tienen efectos positivos en la lucha contra el cambio climático y en la preservación de la biodiversidad del planeta.

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