El mal ladrón

Todos los presos son pecadores, pero no todos los pecadores están presos

El empresario Luis Medina, hermano del duque de Feria, en abril de 2021 en Madrid.OSCAR ORTIZ DIAZ (EUROPA PRESS)

Los pobres que no ve Enrique Ossorio, portavoz del Gobierno madrileño, no piden limosna de rodillas con un cartón de vino detrás, un vaso de plástico delante y la cabeza gacha de vergüenza. Tampoco ruegan un eurito a los clientes de las terrazas pijas destrozando al acordeón el Despacito de Luis Fonsi esquivando al encargado. Ni suplican la voluntad, andrajosos y descalzos, a las puertas de las iglesias donde los señorones se dan golpes de pecho. No. ...

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Los pobres que no ve Enrique Ossorio, portavoz del Gobierno madrileño, no piden limosna de rodillas con un cartón de vino detrás, un vaso de plástico delante y la cabeza gacha de vergüenza. Tampoco ruegan un eurito a los clientes de las terrazas pijas destrozando al acordeón el Despacito de Luis Fonsi esquivando al encargado. Ni suplican la voluntad, andrajosos y descalzos, a las puertas de las iglesias donde los señorones se dan golpes de pecho. No. Los pobres que dice no ver Ossorio se levantan de noche, se duchan, se visten con decoro, se desloman a currar y vuelven a casa en metro, bus o cercanías con los riñones al jerez y la mirada sepultada en el móvil. Trabajan. Producen. Cobran, sí. Pero el día 15 ya se les ha ido el salario en malcomer y malpagar facturas. Están ahí, por todas partes, pero para verlos hace falta algo más que tener ojos en la cara: querer mirarlos. Un fastidio para quien va en cochazo oficial, o propio, o en taxi, o en el vagón confort del AVE, y no cruza la frontera de la M-30 más que para irse de finde a la sierra o la playa. Fuera de su vista también vive gente. Que sufre. Que ama. Que sueña. Y que estira hasta que se deshacen, porque cada céntimo cuenta, las mascarillas por las que otros, que tampoco ven más pobres que los que se arrastran por los suelos, saquearon millones de euros públicos en comisiones durante lo peor de la pandemia.

Hoy, Jueves Santo, Paulino Alonso, un cura que sí mira a los ojos del prójimo, lavará los pies a 12 reclusos de la cárcel de Soto del Real sin preguntar por su credo ni sus delitos. Habrá asesinos, violadores, corruptos, criminales de sangre y pillos de guante blanco. Todos los presos son pecadores, pero no todos los pecadores están presos. Jesús expulsó a los mercaderes del templo antes de ser crucificado junto a dos ladrones: el bueno y el malo. El bueno, Dimas, se arrepintió y el Mesías le prometió un lugar en el cielo. Del malo, Gestas, no hay más noticia en los Evangelios. Sus discípulos están hoy en los periódicos.

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