Más Siria y más Soria

Es necesario que nuestra política nacional se ocupe de asuntos locales, pero sin descuidar nuestro entorno más próximo

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, durante una intervención en el Congreso.Eduardo parra (Europa Press)

La frase original ”Menos Siria y más Soria” se atribuye a Jesús Posada en fechas cercanas a las elecciones generales del año 2000. Con ella, pretendía atraer la atención del presidente Aznar a la política interna por ser ese el espacio natural para ganar elecciones. Más de 20 años después, la vigencia de esta máxima solo puede...

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La frase original ”Menos Siria y más Soria” se atribuye a Jesús Posada en fechas cercanas a las elecciones generales del año 2000. Con ella, pretendía atraer la atención del presidente Aznar a la política interna por ser ese el espacio natural para ganar elecciones. Más de 20 años después, la vigencia de esta máxima solo puede suscribirse si se ajusta la atención sobre lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. Efectivamente, la ciudadanía otorga o quita su confianza en función del grado de satisfacción que obtiene en el ámbito de la educación, la sanidad, el mercado laboral o las pensiones, entre otros temas sensibles. Pero nuestra vida también puede verse muy alterada por factores externos. De ahí la importancia de incorporar esta perspectiva al debate público, facilitando así la comprensión del contexto de complejidad que incorpora lo internacional.

En un mundo interdependiente sería ingenuo pensar que podemos permanecer ajenos o equidistantes de los conflictos que tienen lugar en nuestro continente. Y no solo porque nos impacten en términos económicos o políticos. Los compromisos que España asume como miembro de la Unión Europea o de la propia OTAN impiden una posición de neutralidad y exigen un grado de implicación intenso, si se quiere estar en disposición de influir. Algo así debe ser entendido por la sociedad como paso previo para contar con su respaldo. La agresión rusa a la soberanía territorial y política de Ucrania ilustra bien lo que trato de señalar. Rusia ha vulnerado los principios estructurales del derecho internacional con el propósito de romper las reglas que configuran el actual orden internacional liberal para recomponerlo de acuerdo con las megalómanas ambiciones de su líder. Nada de esto puede dejarnos indiferentes. Pero ¿con qué grado de atención y cuidado se está explicando lo ocurrido y todo lo que puede estar por llegar?

No podemos ignorar que la Constitución española reconoce al Gobierno la competencia exclusiva para definir la política exterior del país. Esta circunstancia no debería ser, sin embargo, un obstáculo que limite la capacidad de otros actores para enriquecer un debate de calado que sirva a los ciudadanos para formarse una opinión acerca de lo que implica una agresión como la protagonizada por Rusia. Más allá de la empatía y solidaridad con quienes están sufriendo los bombardeos, la agresividad rusa incide en la seguridad europea como pilar imprescindible para garantizar la viabilidad de los sistemas democráticos. En España, ningún representante político encuentra cómodo abrir la reflexión sobre la seguridad que tenemos, la que necesitamos y la que estamos dispuestos a pagar. La realidad, sin embargo, nos exige hacerlo, porque ya no hablamos de formulaciones abstractas a partir de amenazas imaginarias que solo documentan estudios académicos. La amenaza se ha hecho expresa con una virulencia inusitada y nada invita a pensar que vaya a remitir. De ahí que sea tan necesario reformular aquella advertencia de Posada para garantizar que nuestra política nacional se ocupe de Soria, pero sin descuidar nuestro entorno más próximo. Una responsabilidad que nos compete ejercitar a todos.

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