Que no se apaguen las cámaras

Ahora que la ultraderecha marca el paso a los conservadores en Europa, Sánchez tiene una oportunidad para ejercer liderazgo socialdemócrata

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión que ha mantenido con el presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, este miércoles en Moncloa.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Desde que la democracia de audiencia y la sociedad del espectáculo ordenan el espacio público nuestra atención va saltando de un asunto a otro en función, en buena medida, de las imágenes que recibimos. Las que llegan de Afganistán nos sobrecogerán unos días, pero cuando las cámaras se apaguen otros temas ocuparán la conversación. No es el primer conflicto en que esto ocurre y no será el último.

Nos encogieron el alma las imágenes de pequeños, y muy pequeños, ...

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Desde que la democracia de audiencia y la sociedad del espectáculo ordenan el espacio público nuestra atención va saltando de un asunto a otro en función, en buena medida, de las imágenes que recibimos. Las que llegan de Afganistán nos sobrecogerán unos días, pero cuando las cámaras se apaguen otros temas ocuparán la conversación. No es el primer conflicto en que esto ocurre y no será el último.

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Nos encogieron el alma las imágenes de pequeños, y muy pequeños, cruzando a nado a Ceuta empujados por la estrategia inhumana de su Gobierno. Nos enorgulleció entonces ver al Ejército, a la Guardia Civil y a las ONG echando una mano a los niños para llegar a la orilla, salir a la playa, abrazarse desconsolados a una cooperante y ser entretenidos por los soldados. Tres meses después, cuando las cámaras han abandonado Ceuta, sabemos que el Ejecutivo español ha iniciado su expulsión sin cumplir los procedimientos establecidos, causando escándalo entre fiscales, el Defensor del Pueblo, el Comité de Derechos del Niño de la ONU y entidades sociales que trabajan sobre el terreno. Las medidas cautelares han sido confirmadas por un juzgado de lo Contencioso Administrativo de Ceuta.

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Hoy nos enorgullece comprobar cómo el Gobierno de España, con las fuerzas de seguridad al frente, se pone a la cabeza de un operativo complicadísimo para poder evacuar al máximo número posible de afganos y afganas, y hace de cabeza de puente para sacarles de Kabul y traerles a Madrid, desde donde serán trasladados a otros países europeos o a Estados Unidos. Las cámaras, en Kabul y en Torrejón, siguen encendidas, pero no durarán mucho más allá del 1 de septiembre. ¿Cuál será entonces la posición de España en la Unión Europea sobre el asunto de los refugiados en particular y de la inmigración en general?

Es conocida la vocación internacional de este Gobierno, de su presidente en particular, y su apuesta por que España recupere liderazgo en Europa y relaciones estratégicas con EE UU. Ahora que Merkel ya no va a poder recordar que la acogida forma parte del núcleo de valores europeos como hizo con Siria en 2015, que la ultraderecha marca el paso a los conservadores en Europa, y que hasta el liberal Macron advierte que debemos protegernos ante flujos migratorios, Sánchez tiene una oportunidad para ejercer liderazgo socialdemócrata. Aunque las cámaras estén apagadas.

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