El delirio de omnipotencia

El escritor Roberto Calasso señaló la ficticia sensación de poder que transmiten las nuevas tecnologías

El escritor y editor italiano Roberto Calasso.Susanna Saez

Copio: “Es como si la imaginación se hubiera amputado a sí misma, después de miles de años, su capacidad de mirar más allá de la sociedad, a la búsqueda de algo que diera significado a lo que sucede en el interior de la sociedad”. Y también: “Todos poseen hoy la capacidad de producir, sin ninguna conexión, palabras e imágenes, virtualmente divulgables por todo el mundo, para un público ilimitado. Cosa que basta para suscitar un difundido delirio de omnipotencia, pero no ya como fenómeno clínico”. Todavía otra más: “La información no tiende solo a sustituir a la conciencia sino al...

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Copio: “Es como si la imaginación se hubiera amputado a sí misma, después de miles de años, su capacidad de mirar más allá de la sociedad, a la búsqueda de algo que diera significado a lo que sucede en el interior de la sociedad”. Y también: “Todos poseen hoy la capacidad de producir, sin ninguna conexión, palabras e imágenes, virtualmente divulgables por todo el mundo, para un público ilimitado. Cosa que basta para suscitar un difundido delirio de omnipotencia, pero no ya como fenómeno clínico”. Todavía otra más: “La información no tiende solo a sustituir a la conciencia sino al pensamiento en general, aliviándolo del peso de tener que elaborar y gobernar permanentemente”. Y una última: “El objeto del artista es decirle a la gente aquello de lo que todavía no se han dado cuenta y que estaban a punto de decir ellos mismos”.

Las cuatro citas forman parte de La actualidad innombrable, un ensayo de Roberto Calasso. El editor y escritor italiano apuntó en otro trabajo suyo, Cómo ordenar una biblioteca, que “todo lector verdadero sigue un hilo, aunque también pueden pueden ser cien hilos a la vez”, y que “cada vez que abre un libro retoma en sus manos ese hilo y lo complica, embrolla, desata, anuda, prolonga”. En esa misma pieza contaba que Enzo Turolla, al que consideraba El Lector por excelencia, “solo ponía puntos casi invisibles en los márgenes del pasaje, en las líneas o en las palabras en particular que le habían llamado la atención”. Leer con un lápiz, establecer marcas de referencia, intervenir con la propia mirada en la mirada del otro, hacerla propia, o embrollarla, desarrollarla, conquistarla. Calasso observaba que si uno se pusiera a releer una obra siguiendo esos “puntos” que deslizó en su día en una primera lectura, igual lo que terminaba haciendo era “leer un ensayo, agudo y articulado, sobre ese libro”.

Roberto Calasso murió hace unos días. Es inevitable la tentación de volver a visitarlo, y esas cuatro citas del principio quieren operar hoy como esos pequeños puntos que dejaba Turolla en sus lecturas. Cuatro puntos que arman un territorio y que pueden tomarse como un lúcido diagnóstico de nuestra época. ¿Siguen perteneciendo a Calasso o son ya un ensayo sobre La actualidad innombrable? Igual el lector las ha devorado siguiendo la propia estela de sus preocupaciones. ¿Se ha extraviado en el interior de esta sociedad y no la reconoce? ¿Está demasiado abrumado por tanta información que no sabe articular un pensamiento propio? ¿Lo fascinan tanto las nuevas tecnologías, y la velocidad digital, que se siente poseído por ese “delirio de omnipotencia” que señalaba Calasso?

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Cuatro puntos y cuatro citas: un mundo. Seguro que tiene razón el escritor italiano cuando dice que es el artista el que consigue “decirle a la gente aquello de lo que todavía no se han dado cuenta y que estaban a punto de decir ellos mismos”. Y aquel ensayo suyo lo que facilitaba era articular justamente esa sensación de impotencia a la que finalmente conduce esa omnipotencia que transmiten las nuevas tecnologías. Delante de un ordenador, de una tableta, de un móvil se tiene la falsa seguridad de dominar el mundo, cuando lo que igual ocurre es que no se dejan de poner ahí señales de estar, por lo menos, un tanto extraviados.

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