Patriotismo de Casado

El líder del PP se está convirtiendo en maestro en la práctica de la “presencia o ausencia, según la conveniencia”

El líder del PP, Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados.Emilio Naranjo (EFE)

Un antiguo profesor de Derecho Administrativo de la época de la ominosa, Rafael Entrena Cuesta, gustaba de repetir un consejo de oportunidad: practicar la “presencia o ausencia, según la conveniencia”, sabia receta sobre cuándo hay que ponerse de perfil, en cuyo cultivo sobresale cada día más el líder del PP, Pablo Casado.

Lo hace con soltura en el ámbito de los intersticios y las pasarelas entre la política europea y la española. Aquí denostaba la actividad iliberal del presidente húngaro, ...

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Un antiguo profesor de Derecho Administrativo de la época de la ominosa, Rafael Entrena Cuesta, gustaba de repetir un consejo de oportunidad: practicar la “presencia o ausencia, según la conveniencia”, sabia receta sobre cuándo hay que ponerse de perfil, en cuyo cultivo sobresale cada día más el líder del PP, Pablo Casado.

Lo hace con soltura en el ámbito de los intersticios y las pasarelas entre la política europea y la española. Aquí denostaba la actividad iliberal del presidente húngaro, Víktor Orbán, y en las reuniones del PPE le apoyaba, contra el criterio de su digno líder, Donald Tusk, que acabó imponiéndose.

O en el ninguneo a la contribución de España al Plan de recuperación europeo con la excusa del gran papel (cierto) de tres grandes conservadoras, Angela Merkel, Ursula von der Leyen y Christine Lagarde... nada contradictorio con la ambiciosa propuesta inicial al Ecofin del Gobierno español, ni con las ingentes contribuciones de los eurodiputados Luis Garicano (Ciudadanos), Ernest Urtasun (Verdes) y Jonás Fernández (Socialistas). O en el intento de obstaculizar los fondos para su propio país, endureciendo las condiciones de acceso (en lo que fracasó).

También en la emergencia con Marruecos. Su apoyo al escrachito a periodistas en Ceuta (“Estoy bastante de acuerdo con estos caballeros”, los boicoteadores), se combina con la ausencia de explicación sobre quiénes eran los dirigentes marroquíes con que se reunió el 11 de mayo, a qué partidos o servicios representaban y a qué se comprometió con ellos para ir contra España.

Pero lo más enternecedor de Casado es su cambiante patriotismo de partido, presente o ausente según sea conveniente. Repite desde febrero, y sobre todo en el caso Kitchen-episodio Dolores de Cospedal, que no comentará ningún asunto de la corrupción sistémica del PP, porque “nada” tiene que ver aquel partido con su responsabilidad.

Pero él fue vicesecretario general/responsable de Comunicación popular con Mariano Rajoy, de 2015 a 2018. Y en 2020 prometió que no dejaría “pasar ni una” en la Kitchen, “caiga quien caiga”, y cayó Jorge Fernández Díaz. Ahora no responde por Cospedal, secretaria general a quien loaba como “jefa, amiga y referencia indiscutible” (16/7/2018), para atraer a sus seguidores, que le permitieron voltear la primera vuelta, en que Soraya Sáenz de Santamaría le derrotaba (36,9% contra 34,2%)... como candidato a presidir ese partido de cuyo pasado nada sabe.

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