Presupuesto 2025 en México: entre la austeridad y el optimismo
La estimación de la trayectoria de las finanzas públicas se realizó suponiendo una tasa de crecimiento del PIB constante de 2.3%. No parece muy claro que lograremos crecer a dicha tasa
El viernes 15 de noviembre el Secretario de Hacienda de México, Rogelio Ramírez de la O, presentó ante el Congreso el Paquete Económico para el Ejercicio Fiscal 2025. Este paquete está conformado por la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación, el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación y los Criterios Generales de Política Económica. En su conjunto, estos documentos sintetizan y reflejan la propuesta de conducción fiscal por parte del gobierno mexicano. Al tratarse del primer paquete económico presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum, había gran expectación por conocer cuáles serían las líneas generales de política económica que estaría planteando su Administración.
La presentación del Paquete 2025 ocurre además en un contexto particularmente interesante. Después de varios años de relativa prudencia fiscal, en 2024, durante el último año de la gestión del expresidente López Obrador, su administración incurrió en el déficit fiscal más elevado de las últimas tres décadas: 5.9% del PIB. Este dato encendió las alarmas con respecto a la sostenibilidad fiscal en México. En su momento, el presidente López Obrador justificó este déficit con el argumento de que se trataba de algo transitorio: adujo que era necesario gastar un poco más para poder terminar a tiempo sus proyectos prioritarios de infraestructura.
Así, 2025 debería ser el año del retorno a la prudencia fiscal. Se preveía entonces el inicio de la llamada consolidación fiscal, la cual debería reducir el tamaño del déficit ya sea a través de menos gastos y/o de mayores ingresos. La consolidación, sin embargo, se veía complicada por un factor adicional: en contra de todas las expectativas, 2024 será un año de bajo crecimiento en México. Mientras que el gobierno anticipaba un crecimiento de 3% para 2024, la realidad es que con dificultades creceremos al 1.7%, es decir, cerca de la mitad de lo previsto. La economía está en pleno proceso de desaceleración y una contracción fiscal importante en 2025, como la que había prometido la administración saliente, podría conducir a la economía a una recesión casi de manera inevitable.
Ahora bien, ¿cómo viene el Paquete Económico 2025 en términos de disciplina y sostenibilidad fiscal? ¿Son razonables los supuestos y el marco macroeconómico previsto? ¿Son congruentes las expectativas hacia adelante? ¿Qué implicaciones tendrá sobre la economía mexicana? Veamos primero las cifras fiscales y luego el marco macroeconómico.
Los documentos proponen un ajuste fiscal importante, aunque un poco menor de lo que se había anticipado. El déficit público en 2025, en su versión más amplia, sería de 3.9% del PIB, es decir, una disminución de dos puntos porcentuales del PIB. El grueso de este ajuste (75%) provendría de una reducción por el lado del gasto, el cual se propone reducir en 1.5 puntos porcentuales del PIB. Lo demás provendría de un ligero aumento en los ingresos públicos y de una menor necesidad de recursos financieros extra-presupuestales. El ajuste en el gasto no es menor, se trata de una reducción de 3.6% en términos reales. El ajuste en el gasto programable es incluso mayor: -7.3%. Se trata de un compromiso con la disciplina fiscal importante que se verá reflejado en una mayor austeridad en el gobierno. El ajuste es de tal envergadura que se promete pasar de un déficit primario (es decir, antes de considerar el pago de intereses) de -1.4% del PIB a un superávit primario de 0.6% del PIB. Más aún, se propone mantener el superávit primario a lo largo de toda la administración. Es importante enfatizar que el ajuste en el gasto administrativo será incluso mayor de lo que aquí hemos mencionado, ya que el presupuesto incluye una serie de nuevos programas sociales que han sido propuestos por la presidenta Sheinbaum. Así que la austeridad será la norma en el ejercicio del gasto y será incluso más generalizada que en el gobierno anterior.
Hacia adelante, se propone mantener un déficit público relativamente bajo (de 3% del PIB en promedio), lo que sería compatible con una deuda pública estable en 51.4% del PIB de aquí al 2030, un nivel que se considera razonable. En más de un sentido, las perspectivas de las finanzas públicas de corto y mediano plazo parecen tratar de mandar la señal de que existe un compromiso férreo con la disciplina fiscal. Esto, en principio, no está mal. Sin embargo, la clave es si esto es congruente y compatible con el resto de los documentos.
Veamos ahora el marco macroeconómico. Este marco establece los supuestos del comportamiento en el corto y mediano plazo de algunas variables macroeconómicas clave, tales como el crecimiento del PIB, la inflación, el tipo de cambio, etc. Esta sección es quizá la más problemática: es muy optimista en diversas dimensiones. De entrada, plantea un escenario de crecimiento en 2024 y 2025 poco creíble: para este año supone un rango de crecimiento que va de 1.5 a 2.5% y para 2025 plantea un rango de 2 a 3%. Este año el PIB no crecerá más de 1.7% y nadie espera que el crecimiento en 2025 exceda al de 2024. De hecho, llevamos más de cuatro décadas sin que el crecimiento del primer año de una nueva administración exceda al del último año de la administración previa. Es muy poco probable que eso ocurra esta vez dado que la economía está de por sí en una senda de bajo dinamismo.
Estas cifras de entrada ponen en riesgo la estimación del déficit y de la deuda en 2025. Un menor crecimiento del PIB se traducirá en una menor recaudación fiscal y, por tanto, en un déficit mayor. Además, un menor crecimiento del PIB implica un denominador más bajo y, por ende, mayores cocientes de déficit y deuda a PIB. Peor aún, la estimación de la trayectoria de las finanzas públicas en el mediano plazo se realizó suponiendo una tasa de crecimiento del PIB constante de 2.3%. No parece muy claro que lograremos crecer a dicha tasa, considerando que en todo lo que va del siglo apenas hemos logrado crecer a un promedio de 1.5% por año. Esto pone en duda la supuesta estabilidad de la deuda que se prevé en los documentos del Paquete Económico 2025.
Existen otras variables del marco macroeconómico en las que prevalece un optimismo poco fundado. Dos de ellas son el tipo de cambio nominal y la producción de petróleo. Con respecto al primero se espera una apreciación entre 2024 y 2025 que difícilmente ocurrirá y que además se espera que se extienda hasta 2027. Esta expectativa se percibe improbable, sobre todo porque viene acompañada de una trayectoria estimada de la tasa de interés nominal que difícilmente contribuiría a producir una apreciación cambiaria. Algo similar ocurre con la estimación de la plataforma petrolera, la cual supone una trayectoria que parece incompatible con las tendencias observadas recientes.
En resumen, se trata de un Paquete Económico que intenta mandar una señal de compromiso con la disciplina fiscal, pero que se sustenta en un escenario macroeconómico demasiado optimista. Esto pone en duda la viabilidad de algunas cifras. Quizá hubiera sido deseable presentar un escenario más realista, que reconociera un déficit un poco más elevado, que aceptara que la deuda pudiera subir en el mediano plazo en un rango moderado y que la consolidación fiscal se iba a lograr en un intervalo más prolongado. Esto no le hubiera sorprendido a nadie y podría haber mandado una señal más convincente de que se tiene conciencia de los retos y limitaciones a los que se enfrenta el país en materia fiscal. La austeridad y el optimismo que campea en el Paquete Económico 2025 es, en varios sentidos, contradictoria. El Paquete ofrece resultados que difícilmente se cumplirán. Más temprano que tarde deberán replantearse los escenarios previstos en este Paquete.
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