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SAMUEL GARCÍA
Columna
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El efecto Samuel

¿Conseguirá Movimiento Ciudadano convertirse en una tercera fuerza viable electoralmente o quedará exhibido a un resultado muy por debajo de sus pretensiones?

Samuel García en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el 25 de noviembre.
Samuel García en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el 25 de noviembre.Hector Guerrero
Jorge Zepeda Patterson

La telenovela jurídica entre los diputados panpriistas de Nuevo León y Samuel García, gobernador del mismo Estado, parecería haber concluido con un triunfo de este último y asegurado una candidatura a la presidencia del país. Salvo una sorpresa de último momento, García será el tercer pasajero en la boleta electoral, en compañía de Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, y Xóchitl Gálvez, del frente opositor PAN, PRI y PRD. ¿Qué modifica la incorporación del peculiar gobernador a una contienda que hasta ahora parecía centrada en dos mujeres y en el pulso que a lo largo del sexenio existió entre el oficialismo y la oposición? ¿Conseguirá Movimiento Ciudadano convertirse en una tercera fuerza viable electoralmente o quedará exhibido a un resultado muy por debajo de sus pretensiones?

Para empezar habría que diferenciar el efecto “Samuel García” en términos mediáticos y en términos político electorales. Hasta ahora su presencia en las encuestas de intención de voto sigue siendo relativamente discreta. No irrelevante, pero según la gran mayoría de ellas todavía no llega a los dos dígitos (entre cinco y ocho puntos). Incluso con esos números podría ser un margen decisivo si se tratara de una contienda muy cerrada, pero hasta ahora no es el caso.

Con todo, la presencia de Samuel García no es una buena noticia para Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición. Poco o mucho, lo que obtenga el candidato haría mella en la necesidad que tiene Xóchitl de atraer a los votantes independientes, a los menos politizados, a los ciudadanos descontentos con el obradorismo pero poco simpatizantes de los panistas. No significa que Samuel le esté quitando los votos que ya tiene (entre 25% y 28%), sino que los estaría captando del fondo de indecisos y de jóvenes que votarán por vez primera, que la hidalguense necesita si quiere tener una oportunidad. Recordemos que el voto promorenista ronda un 50%, sumado al de sus aliados, puntos más puntos menos. Esto significa que Xóchitl requiere todo lo demás para ganar. Difícil como era, la presencia de Samuel lo hace aún más complicado.

Ahora bien, en términos mediáticos, García es otra historia. Por un lado, es la noticia de la semana en materia electoral, sus 15 minutos de fama, otorgados por una cobertura un tanto aburrida por la larga confrontación entre Claudia y Xóchitl. ¿Cuánta de esta espuma provocada por la atención del momento se traducirá en un repunte en las encuestas? Lo sabremos pronto.

En un mal escenario (para él) la novedad pasa sin dejar mayor rastro; en uno bueno, se pone en la ruta para alcanzar el 15% al que MC aspira para convertirse en una fuerza política respetable a nivel nacional. Y, desde luego, están los sueños desbocados de su círculo cercano que pretende desbancar a Xóchitl de la segunda posición. Y justamente porque esa es su consigna es que Samuel se vuelve doblemente peligroso para la panista. No enfilará sus baterías en contra de la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, sabiendo que no están allí ni sus potenciales votantes ni tiene posibilidades de desplazarla del primer lugar. No, los ataques de Samuel se centrarán en Xóchitl. Y, como bien dice Carlos Puig, la bronca entre el segundo y tercer lugar siempre favorece al primero.

En suma, me parece que el factor Samuel no viene a cambiar nada sustantivo de la próxima elección, porque simplemente acentuaría lo que, a mi juicio, iba a suceder por las muchas variables tan favorables a Claudia Sheinbaum (altos niveles de aprobación de la 4T, mejoría de la economía, presencia territorial de Morena, dificultades para consolidar una propuesta opositora en una alianza tan forzada, entre otros).

Pero a mediano plazo, en cambio, la irrupción de Samuel García envía señales de que algo está a punto de cambiar. Hasta ahora los candidatos en México habían utilizado las redes sociales, pero no eran esencialmente producto de las redes. Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador conquistaron el poder presentándose como una opción externa a la clase política dominante, pero a partir de una dura crítica a la misma. Fox con su “víboras prietas y tepocatas”, AMLO con su “mafia en el poder” (salvadas todas las distancias entre uno y otro). Samuel García en el fondo ni siquiera apela a la política; en realidad lo suyo es la “despolítica”.

Recuerdo un video durante la campaña de García a la gubernatura de Nuevo León cuyo contenido quizá habría costado la candidatura en otra época: él enumera los municipios que habrán de recorrer y le pregunta su opinión a su esposa, la influencer Mariana Rodríguez; esta lo ignora y enfoca la toma a sus pies: “¿Quieren ver mis tenis? ¿Qué tal? Fosfo fosfo”. Samuel García y su pareja apuestan al desenfado, al hecho de ser jóvenes, atractivos y exitosos, a que son cool y queribles. Si López Obrador ha conseguido lo que ha conseguido gracias a su trayectoria y su capacidad para presentarse como aquél que habla en nombre de las mayorías dejadas atrás; el joven matrimonio simplemente busca ser percibido como el ideal de las nuevas generaciones de clase media y aspirantes a ella, hartos de la política, e interesados en ver en la escena pública a quienes representan lo que tantos jóvenes desearían ser o tener.

No estoy diciendo que Samuel García, específicamente él, sea un escenario concreto en un futuro próximo (aunque lo cierto es que él está haciendo campaña para las presidenciales del 2030). Lo que digo es que es un personaje que inaugura a una nueva especie entre los aspirantes al poder. Algo que además coincide con el posible agotamiento de los encuadres políticos. Si el desgaste de gobernar conduce eventualmente a un agotamiento de los niveles de aprobación de Morena, la pregunta es hacia dónde tendrían que voltear los inconformes. Algo me dice que difícilmente el PRI y PAN están en condiciones de ofrecerse como alternativa política para un votante de las nuevas generaciones. Lo más probable, y preocupante, es que la mirada de muchos se dirija a personajes salidos de la nada, fotogénicos y desparpajados, jóvenes y exitosos, intensamente mediáticos, atractivamente frívolos.

Por eso es importante monitorear a fondo lo que vaya a suceder con la candidatura de Samuel García. Cuánto va a crecer o no, de dónde salen los votos, la reacción a sus mensajes y la naturaleza de los mismos. Un laboratorio de observación de un posible y preocupante futuro.

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