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Columna
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El ¿adiós? de Marcelo y la ventana de Xóchitl

La primera duda es si el presidente López Obrador logrará apaciguar a Marcelo Ebrard y mantenerlo en las filas del oficialismo

Marcelo Ebrard y Xóchitl Gálvez.
Marcelo Ebrard y Xóchitl Gálvez.Getty Images

Con el conflicto que ha reventado en Morena por las denuncias del excanciller, Marcelo Ebrard, al proceso por el cual se eligió a Claudia Sheinbaum como candidata para 2024 se abre una oportunidad para la opositora Xóchitl Gálvez.

Para ella, el tamaño de la oportunidad dependerá de la respuesta a varias preguntas que hoy todavía no tienen respuesta. La primera y más importante es si el presidente López Obrador logrará apaciguar a Marcelo Ebrard y mantenerlo en las filas del oficialismo. Si lo consigue, quedará el raspón y uno que otro moretón con poca trascendencia, pero si no lo logra, vale preguntarnos ¿qué significará electoralmente para Sheinbaum el rompimiento con el hombre que según las encuestas presentadas por el partido este miércoles, tiene en promedio el 25% de las preferencias de las personas encuestadas? Sobre todo, pensando en escenarios como que Ebrard esté en la boleta del 2024 con el sello de Movimiento Ciudadano o incluso como candidato independiente.

El futuro político de Ebrard está por verse, como también lo está la habilidad política de Xóchitl para capitalizar el momento. Con Morena en conflicto, Gálvez tiene una oportunidad para concretar lo que en cinco años no han logrado hacer los partidos que hoy la postulan: una propuesta sólida y atractiva que entusiasme a un amplio sector ciudadano.

Si quiere ganar – o por lo menos dar la batalla – no puede conformarse con el voto anti-Morena. Xóchitl necesita articular desde ya una serie de acciones para poder competir, no en condiciones de equidad – el presidente López Obrador, instalado estratega electoral y principal promotor de Claudia Sheinbaum desde hace un par de años, se ha encargado de que hasta la noción más elemental de “juego limpio” haya perdido todo sentido – pero al menos sin que sea una contienda de arranque perdida. Aquí algunos puntos a considerar:

-Las dirigencias de los partidos del Frente tienen que dejar trabajar a Xóchitl libremente en la construcción de su agenda y proyecto político sin imposiciones estilo “Cabeza de Vaca coordinará los esfuerzos en materia de seguridad”. Adicionalmente, el Frente debe postular candidatos a gubernaturas y congreso federal competitivos que le sumen a Xóchitl. Nada de impresentables.

-A una agenda propia debe acompañarle una estrategia electoral profesional, sobre todo ante el enorme aparato dirigido desde Palacio Nacional y desde las casas de gobierno de los 22 estados gobernados por morenistas, que ante las acusaciones de Ebrard rápidamente cerraron filas con Sheinbaum. No basta con que haya gente “ayudando” a Xóchitl con ciertos temas. Sin perder su ligereza y buen sentido del humor es momento de dejar saltar de un asunto a otro o de responderle diario al presidente.

El eje estratégico debe ser construir una candidatura que no esté definida en términos del antagonismo con López Obrador. Ese es el terreno que le gusta y ha preparado el propio presidente para la contienda y es el que debe evitar a toda costa porque ahí no hay posibilidad de ganar. La mira deberá estar en Claudia Sheinbaum; la diferenciación y los contrastes deberán ser con ella, aunque le sirva el reflector que le ha dado el presidente con sus continuos ataques.

-Alito, Marko Cortés y Jesús Zambrano deben poner a disposición de su virtual candidata, sin regateos, sus aparatos partidistas para construir rápidamente, tanto el apoyo territorial que necesita, como los equipos que den las batallas legales que indudablemente se tendrán que librar en los órganos electorales. Si PRI, PAN y PRD quieren que a Xóchitl se acerquen segmentos del electorado que hoy o no la conocen o no la acompañan - segmentos que son cruciales para cerrar las encuestas con la puntera o para evitar una eventual sangría causada por las decisiones que pueda tomar Ebrard o Movimiento Ciudadano -, deben entender que sus marcas son un lastre que deben hacer a un lado (sí, con todo y sus probadamente inmensos egos).

El centro debe ser ella, su mensaje, su imagen, sus colores y sus ideas. Frente al oficialismo uniformado o enojado, el uso indiscriminado de recursos públicos y la rigidez, Xóchitl debe afianzarse como la outsider capaz de conectar con un universo de votantes infinitamente más grande que el de los ciudadanos que la han empujado hasta hoy. Queda poco tiempo. Veremos si logra establecer los complicados equilibrios necesarios para hacerlo.

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