Detrás del sometimiento de Monreal
La resaca de esta borrachera de poder de López Obrador en la que Monreal ha sido peón, no ha siquiera empezado
Alfa y omega en la carrera de Ricardo Monreal son los presidentes. Su rebelión contra Ernesto Zedillo y su sometimiento a Andrés Manuel López Obrador marcan despegue y caída del político zacatecano. Con él ha sucumbido la poca autonomía que restaba en el poder Legislativo. Y, peor aún, el derecho a la información.
Toca corregir al doctor Monreal cuando sostiene que su liderazgo fue socavado por una votación en el Senado donde toda la bancada morenista se negó a revivir el instituto de transparencia. Ni minado ni erosionado: su liderazgo era una entelequia, una prenda que no le pertenecía, y el jueves el dueño de la mayoría legislativa lo desnudó en público.
Puesto en evidencia solo tuvo arrojo para la rendición sin honra. Fue sonriente a Palacio Nacional a entregar sus palabras de constitucionalista, sus ideas de parlamentario. Con él a la cabeza los senadores oficialistas dieron la espalda a la República. Obsequiosos con el mandatario votaron sin leer, sin pensar e incluso sin legislar todo lo que se les ordenó.
Monreal se ha caído de la montura en la que cabalgó un cuarto de siglo. Irrumpió en el panorama nacional en los noventa al reberlarse cuando intentaron marginarlo de la elección en Zacatecas, que ganó demostrando que se podía traicionar al PRI sin morir en el intento. Vivió de ese mito hasta hoy, cuando su padrino le pasó la factura de su tutelaje.
Tras la elección del 2018, con la astucia de quienes quedan bien con dios y con el diablo Monreal quiso construir en el Senado una imagen de ser independiente. Quiso, de igual forma, proyectar la idea de que era agente libre, dueño de su futuro en Morena o en la oposición. O mintió a sabiendas o fue descubriendo que cada día el poder se le escabullía.
¿De qué hablará ahora el profesor Monreal en sus clases universitarias? ¿Qué les dirá a los alumnos de derecho sobre la Constitución? ¿Que es un bello libro –plagado de remiendos, eso sí— bueno para discursos motivacionales, pero de ninguna manera referencia a la hora de normar el criterio de quienes cobran en el Congreso?
Pero la pregunta más importante es cómo contará su historia política de ahora en adelante Ricardo Monreal.
Desafiar al PRI que todo lo podía fue una gesta que no solo le encumbró, también ayudó, fuera o no su intención, a abrirle espacios a la democracia mexicana. Con su decisión mostró que el viejo régimen vivía sus estertores, pero que no iba a colapsar de muerte natural, que había que destronarlo mediante actos como el suyo.
Porque la democracia se ejerce, no existe en el vacío. La apuesta de irse por esa ruta democrática pudo haberle salido muy cara a Monreal en los tiempos de Zedillo. El riesgo fue tan real como grande la ganancia. Hasta hoy, su biografía estaba del lado de quienes buscaban para México una mejor política, un mayor disfrute de derechos.
¿Qué tendrá el poder que cambia tanto a los que antes fueron oposición? El Monreal de antaño, patriota y republicano, bravo en la tribuna y articulado en la negociación, vuelto servicial apéndice del absolutismo presidencial. ¿Tanto luchar para al final convertirse en eso?
La resaca de esta borrachera de poder de AMLO en la que Monreal ha sido peón no ha siquiera empezado. Muchas de las reformas aprobadas en estos días serán letra muerta al llegar a las cortes cuando la oposición tramite los respectivos amparos. Pero el daño de cualquier manera está hecho.
Porque el Senado ha renunciado a legislar para el país, ha enajenado su voluntad republicana a un solo hombre. Y con Monreal a la cabeza ha apagado el faro de la transparencia. Un golpe a la democracia mexicana como no se le había propinado en décadas.
Monreal tenía dos opciones. Ser libre y no secundar la muerte del INAI. Pero ha optado por dar el tiro de gracia al organismo que permitía a la sociedad mexicana --no a los periodistas, no equivoquemos la dimensión del daño— tener información pública y medianamente protegidos los datos personales.
El constitucionalista Monreal arrancó de la carta magna la hoja que garantiza el derecho a la información. ¿Una foto con el presidente vale tanto para el zacatecano?
La transparencia es hija de la alternancia democrática. El PRI de antaño se resistió con todo a consagrar ese derecho. Fue preciso que muriera el régimen de partido único para que la sociedad lograra imponer a los políticos la obligación de informar. Morena rinde un tributo al viejo autoritarismo al condenar a México a la opacidad.
Ése es el signo de la época que se pretende inaugurar. Con los servicios de Monreal en el Senado, el gobierno federal cancela un derecho y se atrinchera. Pone enormes vallas a información pública que no les pertenece, mas se la adueñan para no tener que rendir cuentas, para hacer prácticamente imposible el ser evidenciados.
Pretenden arrogarse el derecho a ser los únicos con información de la marcha del gobierno. Que nadie pueda documentar con papeles oficiales su enorme fracaso en salud y educación, su negligencia en la pandemia, su corrupción impune, su vocación militarista.
No es exagerado decir que ni el golpe que se pretendía al INE era tan pernicioso democráticamente hablando como la clausura del INAI que, vía el veto presidencial y secundada por los senadores, se ha decretado.
Sin transparencia, en efecto, el peso de la mañanera se magnifica. El presidente, artífice de medios públicos sectarios, instalará en la conversación pública sus otros datos como la única verdad posible. Eso legará a las generaciones futuras el Senado de Ricardo Monreal. Un país a oscuras.
Monreal —y cualquier morenista, dicho sea de paso— haría bien en ver a Porfirio Muñoz Ledo, el viejo lobo de mar que al menos hacía ascos y mentaba madres a la hora de atestiguar el modo de legislar de AMLO. ¿Cómo le pagaron sus servicios? Impidiéndole la reelección. ¿Cómo le van a retribuir los suyos al todavía líder morenista en el Senado?
Por si alguien no sabe la respuesta, conviene citar aquí a Christopher Domínguez Michael, quien a propósito de la muerte de Raúl Padilla López publicó un interesante análisis de la obra de quien fuera el hombre fuerte de la UdeG.
En ese obituario el crítico de Letras Libres recordó que en una Fil una camada de cubanos impidió la presentación de una edición de esa revista dedicada a la isla. “Por cierto: algunos de los más locuaces entre los agresivos impugnadores cubanos hoy están en el exilio. Los perseguidores, como suele suceder bajo el totalitarismo, son premiados con la persecución”.
Monreal siempre ganó desde la rebeldía. Quizá en estos días estaba pensando en el retiro, o en un hueso, pero no en su biografía.
Entregó su historia a un presidente famoso por malagradecido. La gente siempre se acuerda de las personas por lo último que hicieron. Al someterse a López Obrador ha cerrado el ciclo que le dio lustre. Y aunque le den la candidatura a la ciudad de México, la verdad es que ya nunca volverá a tener nada suyo. Todo será prestado, y la gente sabrá que así es.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.