Ciudad de México marca el futuro de Morena
El desplome del partido de López Obrador en la capital cuestiona la gestión de la pandemia y la atención a las víctimas del derrumbe del metro
Territorio superpoblado, Ciudad de México aparece como principal tablero político del país tras las elecciones del domingo. Apagado el fuego del recuento, la derrota incontestable de Morena en la capital abre una etapa de incertidumbre en la formación, situación hartamente interpretada en las últimas horas. Los comicios descubren flaquezas en el partido del presidente, Andrés Manuel López Obrador, y ponen en duda la fortaleza de la izquierda en uno de sus bastiones históricos.
Tres años le ha durado a Morena su hegemonía en Ciudad de México. Un trienio complicado, inaugurado al calor del conflicto entre grupos delictivos -el jefe de la policía sobrevivió a un ataque a balazos junto a su casa-, tejido alrededor de la pandemia, anclado al derrumbe de la línea 12 del metro hace ahora un mes. Más allá de lecturas externas, la pregunta ahora es cómo interpreta el resultado el Gobierno local, dirigido por Claudia Sheinbaum, que incluso ha figurado en las quinielas de candidatos presidenciales para 2024.
Con más del 98% de los votos contados, Morena pierde cerca de un millón en la capital respecto a los comicios de 2018, cuando los vecinos renovaron alcaldes, similares a jefes de distrito, y eligieron gobernador, en este caso gobernadora, la propia Sheinbaum. Entonces, la candidata logró más de 2.5 millones de votos y Morena se hizo con el control de 11 de las 16 alcaldías en que se divide la capital. Este domingo, Morena ha perdido el control en cuatro de esas 11 en favor de una coalición inédita, que agrupa a prácticamente toda la oposición. A vista de pájaro, la capital aparece ahora partida por la mitad, el oriente convertido en reducto de Morena y el occidente organizado en torno a la alcaldía Cuauhtémoc, fuente de riqueza principal de la ciudad.
Desde anoche, comentaristas y opinadores barajan la idea del voto de castigo a Morena, producto del manejo de la tragedia del metro; o del desgaste que deja un año de pandemia, con restricciones a sectores económicos vulnerables; o incluso una forma de repudiar el tono combativo de López Obrador. Con los números en la mano, lo cierto es que la campaña electoral no ha movilizado en general a los votantes. La coalición PRI-PAN-PRD, vencedora de la noche en la capital, pierde casi 900.000 votos respecto a los que consiguió en 2018, entonces por separado.
Otra de las interpretaciones apunta al espectro ideológico, la idea del agotamiento de la izquierda en la capital, territorio que domina desde que la ciudad cuenta con gobernantes propios, ya hace 24 años. Este argumento esconde la paradoja de que la coalición vencedora ha construido su campaña en torno a cuadros del PRD, uno de los primeros quiebres que sufrió el PRI por su flanco izquierdo. Con el PRD, López Obrador fue uno de los primeros jefes de Gobierno de Ciudad de México, igual que su sucesor, Marcelo Ebrard, hoy al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Exangüe, el PRD sobrevive gracias al oxígeno que le provee Ciudad de México, en particular alcaldías leales como Coyoacán, territorios donde conserva músculo y capacidad de organización.
La cercanía del derrumbe del metro resulta difícil de ignorar. En mayo, una parte del puente de la línea 12 del suburbano colapsó al paso de un convoy, provocando la muerte de 26 personas. Inaugurada nueve años atrás, la caída de la estructura ilustraba -por lo menos- la negligencia de las autoridades. Primero, las encargadas de construir la línea, el Gobierno de Ciudad de México en tiempos de Ebrard. Y luego, las encargadas de mantenerla, las administraciones posteriores, encabezadas por Miguel Ángel Mancera, del PRD, y de la propia Sheinbaum.
A la espera del peritaje que defina y reparta las culpas del derrumbe, parece difícil que Morena salga indemne. La capacidad autocrítica de la actual administración podría marcar el futuro del partido en la capital y por ende, en el resto del país: no en vano, Sheinbaum y el propio Ebrard aparecen por delante del resto de aspirantes de cara a las presidenciales del 2024.
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