Alejandra Orozco: cuatro Juegos Olímpicos, dos medallas y un talento para la eternidad
La doble medallista olímpica vivió un calvario para poder competir en París 2024 por la guerra entre la Conade de Ana Guevara y los deportistas de natación
¿Y usted qué hizo cuando tenía 15 años? La clavadista Alejandra Orozco (Guadalajara, 27 años) le dio un mordisco a la gloria. Desde la plataforma de 10 metros, y de la mano de Paola Espinosa, se colgó su primera medalla olímpica, un logro que a otros deportistas les toma décadas o que quizá nunca llega. Esa presea plateada le hizo una de las consentidas en México. Doce años después, ambiciona con una tercera medalla en París.
Orozco, pese a no superar los 30 años, ya es toda una clavadista veterana. Serán sus cuartos Juegos Olímpicos. En los primeros, en Londres 2012, fue cuando sorprendió y batió un récord de precocidad: ser la mexicana más joven en ganar una medalla olímpica. Su logro se magnificó en México porque los clavados le dan dado bastantes alegrías: de las 73 medallas ganadas por el país en toda la historia de los Juegos Olímpicos, 15 han sido de sus clavadistas. Las primeras competencias internacionales de Orozco fueron a sus 14 años. La primera, según los registros de World Aquatics, ocurrió en 2011, cuando finalizó como la cuarta mejor clavadista en un torneo en Estados Unidos.
Después de ganar una medalla olímpica, tuvo que afrontar los fantasmas personales de quererse superar, de los miedos a no poder ganar de nuevo, de cómo gestionar la presión ahora que su nombre estaba inscrito en los muros de triunfo. Para los Juegos Olímpicos de Río, Alejandra Orozco tenía la mira sobre ella. En la prueba de salto sincronizado, de nuevo con Paola Espinosa como compañera, finalizaron en el sexto lugar. Orozco compitió de forma individual, pero su rendimiento se estancó en las rondas preliminares. Había congoja para la medallista, que ya había alcanzado los 19 años y que tuvo que madurar a toda prisa.
En Tokio compitió en los Juegos de la pandemia: sin público, con mascarilla y con todo un camino de incertidumbre de no saber si el entrenamiento que había hecho iba a materializarse en la justa olímpica. Compitió esta vez junto a una estrella emergente: Gabriela Agúndez. Ambas le dieron a México una medalla de bronce desde los 10 metros, una de las cuatro que obtuvo la delegación mexicana. Orozco y Agúndez celebraron por lo alto al hacerse un hueco entre la potencia de China.
“Llegué con 15 años a unos Juegos Olímpicos donde mi preocupación más grande era un clavado. Ahora entiendo que esa debe de ser mi única preocupación. Pero entonces había una inocencia, había de alguna manera un desconocimiento de todo lo que hay detrás de cámaras”, contó la clavadista a Olympics. Ese detrás de escena era el caos que reina en el deporte mexicano, donde los competidores deben buscarse la vida para poder sobrevivir porque los recursos del Gobierno nunca son suficientes.
Durante este ciclo olímpico (2022-2024), Orozco y Agúndez batallaron para poder entrenar con calma, para poder viajar al extranjero a competir y para concentrarse desde el trampolín. La World Aquatics tuvo que hacerse cargo del futuro de los nadadores mexicanos debido un grave caso de corrupción del presidente de la federación, Kiril Todorov, acusado por la Fiscalía mexicana por desviar más de 150 millones de pesos. Eso afectó a todos los competidores. Dejaron de recibir su beca deportiva, que por ley les correspondía, porque la Conade dirigida por Ana Guevara se negó a dar esos recursos. Las autoridades del deporte se negaron a colaborar con la World Aquatics porque eso violaría la legislación mexicana al otorgar dinero público a un ente extranjero y privado.
Orozco y Agúndez debían viajar a Fukuoka, Japón, para el Mundial. Las mexicanas, sin beca, tuvieron que idearse fórmulas para conseguir patrocinios. Nunca era suficiente. Meditaron subastar sus medallas de bronce ganadas en Tokio para poder viajar. Al rescate entró la aerolínea Aeroméxico, que pagó sus vuelos ante la desidia de la Conade. El Comité Olímpico Mexicano, que no mantiene ninguna relación con la Conade, también colaboró para que todos los deportistas de natación estuviesen cubiertos ante cualquier falta de recursos.
Pero el par de clavadistas no solo la pasó mal, también le ocurrió a Iván Bautista, su entrenador. “Tenemos familia, no vivimos de aire”, reprochó ante la ofensiva de la Conade. “Quedamos emocionalmente estables, con o sin apoyo, nosotros tenemos que seguir adelante”, dijo Bautista a Esto en referencia a los años que han tenido que hacer malabares para mantenerse en el alto rendimiento.
En junio pasado, Orozco ganó una demanda que interpuso en contra de la Conade por el tema de las becas. Una jueza de Ciudad de México le dio la razón y obligó a Guevara a entrar íntegramente sus becas. Orozco no fue la única, fue la mayoría del equipo de clavados y el equipo de natación artística. La Conade ha perdido una a una las demandas.
“Creo que muchas personas confiaron de mí mucho más de lo que yo misma lo hacía. Y eso fue lo que me dio de alguna manera motivación para seguir”, contó Orozco a Olympics. Los números enarbolan su trayectoria sólida: cuatro medallas de plata y siete bronces. En París quiere sumar otra a la colección.
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