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¿Cómo se dibuja un poema?: Coral Bracho o Andrés Neuman convertidos en ilustración

EL PAÍS selecciona cuatro textos de poetas presentes en la FIL de Guadalajara y a cuatro ilustradores para que los interpreten sobre el papel. Estos cuatro videos muestran el resultado en movimiento de la adaptación de lenguajes

Diana Noriega trabajando en su ilustración
Diana Noriega trabaja en una de sus ilustraciones.Hector Guerrero
El País

Ellos y ellas todavía no lo saben, pero la FIL Guadalajara los ha hecho cómplices de una misma historia que ha comenzado en la poesía y que se ha transformado en los dibujos. Son ocho maneras de contar historias, con las sensibilidades de ocho personas cuya simbiosis terminará en una hoja de papel, lista para volver a convertirse en otra cosa, cualquiera que sea esa la voluntad de sus lectores y lectoras.

Un poema del libro Debe ser un malentendido, de la mexicana Coral Bracho, ha sido ilustrado por Augusto Mora (38 años), un artista gráfico originario de Ciudad de México con más de 20 años de trayectoria. Conversación en tres tiempos, del argentino Andrés Neuman, ha sido llevado al papel por la ilustradora jalisciense Diana Noriega (35 años). Noriega ha trabajado en proyectos de animación, cómic, ilustración para libros, portadas y diseño de personajes.

De su más reciente poemario Nombres propios, de la escritora Mercedes Alvarado, ha resultado un dibujo en acuarela del artista visual mexicano José Luis Pescador (Ciudad de México, 44 años), cuya gráfica incluye los cómics La caída de Tenochtitlán o la biografía de Diego Rivera. El joven poeta originario de Zapotlán el grande, en Jalisco, Alejandro vön Duben ha prestado su poema Fragmentos de una mujer devota para que la artista gráfica Idalia Candelas lo lleve al dibujo.

Así ha sido el proceso de llevar al papel la gráfica de estos cuatro artistas:

Del libro ‘Debe ser un malentendido’, de Coral Bracho, ilustración de Augusto Mora

El tiempo se abrirá

como una barca inflable

a la orilla

de un río oscuro

O tal vez

se irá cerrando.

Y así se agacha

para sacar a alguien del agua, o a mí.

No se te olvide —me dice que le diga—,

y aquí mismo se lo digo

entre tanta voz desarticulada.

‘Conversación en tres tiempos’, de Andrés Neuman, ilustración de Diana Noriega

Al niño que yo fui le diría en voz baja:

esa rabia se puede dibujar,

los muñecos que robes harán ruido,

un hemisferio tuyo va a ser huérfano.

Al joven que ya dejo le diría:

no creas que en el tiempo hay un mensaje,

correr es impuntual,

elijamos camisas de colores absurdos.

Al viejo que seré le pediría

que me recuerde así, arrugando papeles

para tantear su cara,

que por favor me cuente si va a venir despacio.

Del libro ‘Nombres propios’, de Mercedes Alvarado, ilustración de José Luis Pescador

Yo no viví nunca una guerra, decía mi abuela.

Al menos la guerra está lejos de aquí, dice mi madre

La guerra de acá se dice:

es muy tarde para salir

aunque te estés muriendo

por carretera nunca de noche

aunque sea urgente

hoy no me pongo falda

aunque cuarenta grados te abrasen

aún por identificar

aunque sepamos bien quiénes faltan

cifras oficiales

aunque la suma nunca cuadre.

Y mientras

aferradas a la normalidad

salimos de casa sin miedo

a la vida cotidiana y llevadera

de un país en paz.

‘Fragmentos de una mujer devota’, de Alejandro von Düben, ilustración de Idalia Candelas

En el umbral de la iglesia una mujer de otoño

cabello ceniza

mirada de castaños secos

labios deshojándose

con el rumor de la mañana

parece una sombra deformada niña bajo el sol

oracionando sola en silencio con los ojos de rodillas

con su boca llena de polillas besa los fantasmas de la fe

con su corazón blando masticado por los días

la mujer reza en retazos

hecha pedazos como un cuerpo que se desnuda

frente a un espejo roto.

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