Titán, el monstruo de tres cabezas: “Nos consideran muertos aunque nunca nos hemos ido”
Uno de los grupos más influyentes en la escena electrónica mexicana explica los detalles del lanzamiento de ‘Nave Nodriza’, su nuevo disco en siete años y reflexionan sobre cómo les tomó tres décadas encontrar su mejor sonido
Han pasado casi 30 años desde que Titán —banda pionera de la música electrónica en México— lanzó su primer trabajo discográfico, cambiando por completo el panorama musical de los 90. En una era dominada por el grunge, el rock ofrecido por la Avanzada Regia, y el hip-hop (que apenas crecía en el país), el trío llegó con una revolución mezclando un rock experimental con sonidos de computadoras, sintetizadores y baterías electrónicas con ritmos funk, latinos y caribeños, recordando que había más de lo que todos estaban acostumbrados y que ese tipo de música no era exclusiva de bandas de otros países, como The Chemical Brothers o hasta Orchestral Maneuvers in the Dark.
A pesar de su atrevida propuesta —la cual iba acompañada de salvajes presentaciones en vivo— la banda fundada por Emilio Acevedo (productor conocido como Lasser Drakar) y Julián Lede (quien ha dejado su marca en la escena actual con su personaje musical Silverio), no llegó a un nivel de fama similar al de otras bandas que fueron influenciados por ellos, como es el caso de Kinky o incluso de sus mismos proyectos en solitario. “Nos han metido en el folder de grupos de culto y está bien. No pasa nada”, asegura Lede en una videollamada. “Pero nos consideran muertos, aunque nunca nos hemos ido. Por lo menos nuestra locura continúa, y cada vez que terminamos un disco ya estamos pensando en cómo será el que sigue.”
A su primer trabajo le siguió Elevator, lanzado por Virgin Records en 1999, en el que participó el reconocido músico y productor Jay de la Cueva como tercer miembro del grupo, reemplazando a Andrés Sánchez quien dejó la banda años antes. Después de eso pasaron seis años hasta la llegada de un nuevo trabajo, el homónimo Titán en 2005, y posterior a eso hubo una espera de 11 años para llegar a Dama, en 2016. Y aunque cualquiera de estos álbumes podrían ser considerados piezas clave en el desarrollo de la música electrónica en México, no encontraron una audiencia masiva.
“Creo que Titán ha tenido un par de eventos de mala fortuna”, reflexiona Acevedo mientras platica que, después del lanzamiento de Dama, la disquera encargada, ATP Recordings, se fue a la quiebra. “El disco no tuvo la audiencia debida. Hay muchas canciones que podrían haber sido más grandes.” Para ese trabajo, la banda decidió hacer temas más cercanos al “lenguaje de la radio” (con un sentido más pop), sin embargo, tampoco tuvo el impacto que deseaban.
Por otra parte, señala Lede: “No funcionamos como la industria, que requiere de estar todo el tiempo ahí ‘persiguiendo la chuleta’, y sacar música constantemente.” La misión es que Titán “no sea una banda que a los tres años no quieres volver a ver.” Admite que esta visión puede ser una cualidad negativa dentro del mundo de la música, sin embargo, le permite a la banda mantenerse viva después de todo este tiempo. “Siempre hay muchas tensiones en los grupos”, sentencia. “Es complicado el convivio. Es bastante intenso. Los espacios que hubo entre discos nos permite seguir haciéndolos cuando queremos.”
Nave Nodriza
Siete años después de Dama, Titán se prepara para el lanzamiento de Nave Nodriza, su próximo trabajo discográfico del cual ya han lanzado varios sencillos en los que podemos escuchar lo que podría ser su sonido definitivo. La evolución de la banda es tangible en cada tema que balancea a la perfección el espíritu rock y electrónico experimental que cargan desde su origen, ahora con un mayor atrevimiento musical. Manos, tema que incluye un sample de un diálogo violento con un beat hipnótico, podría fácilmente ser uno de los más logrados en la historia de la banda. Otros como Amamimut, Flecha y Llaves, son también prueba de que la banda está en su mejor momento, y a diferencia de su disco anterior, en esta ocasión la música no es acompañada por cantantes conocidos ni hay colaboraciones. Lede comenta: “Queríamos salir un poco del lugar en el que nos habíamos metido. Es totalmente premeditado volver a este lugar instrumental y retomar un poco de lo que es esencial de Titán.”
Esta nueva era de la banda ya no cuenta con Jay de la Cueva. En su lugar, Acevedo y Lede han reclutado a Yamil Rezc (también responsable de los proyectos Sub División y Yo Camaleón), a quien conocen desde los noventas, siendo anfitrión de algunas de las primeras fiestas en las que Titán se presentaba. Con esta nueva alineación, el trío montó un estudio en Coyoacán, Ciudad de México, el cual describen como un “laboratorio con algunas máquinas y computadoras.” Lede comenta sobre su integración a la banda: “Se siente bastante familiar el asunto.” Por su parte, Acevedo destaca que no comparten sólo gustos musicales, sino “principios de vida.”
Rezc encaja, en las nuevas canciones, con el toque esencial de Titán para llegar a su sonido definitivo sin tomar demasiado “prestado” de sus otros proyectos, similar a sus nuevos compañeros de banda. “Separarlo es como una premisa inconsciente”, explica Acevedo. “Yo no voy a traer este asunto pop porque desentona. Hay espacio para cada cosa. Tratamos de darle una identidad a Titán, aunque sea un monstruo feo de tres cabezas, pero que se sienta a gusto.” Y es ese elemento colaborativo lo que hace a Titán un proyecto tan interesante. Lede profundiza: “Todo lo que haces tiene un impacto, pero cuando te combinas con otras personas, cambia.”
Todas las piezas encajan en Nave Nodriza y en esta nueva era. Los miembros parecen más conscientes del efecto que ha tenido su música desde hace 30 años, pero no se lo toman demasiado en serio, y se ven emocionados de al fin llegar a este punto. “Nos ha tomado nuestro tiempo entender la forma en la que funcionamos”, resalta Lede. “Ha sido complicado porque tenemos muchas particularidades. No somos tan convencionales y entender eso de Titán nos ha tomado bastante tiempo… Tal vez 40 años.”
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