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Las preguntas y el silencio de las autoridades rodean la muerte del empresario Íñigo Arenas Saiz

Desde que falleció el pasado 6 de agosto, la Fiscalía del Estado de México casi no ha aportado información

Iñigo Arenas Saiz, en una imagen del video  compartida en redes sociales.
Iñigo Arenas Saiz, en una imagen del video compartida en redes sociales.RS
Daniel Alonso Viña

Han pasado tres días desde que se encontró el cuerpo de Íñigo Arenas Saiz en una discoteca-restaurante en la alcaldía Naucalpan, en el Estado de México, y las preguntas se acumulan, como gotas a punto de llenar un vaso de agua, a la misma velocidad que las especulaciones sobre lo que sucedió aquella noche. ¿De qué murió?, ¿cómo llegó hasta allí desde Polanco?, ¿por qué la localización de su móvil parece indicar un recorrido distinto?, ¿fue hasta allí por su propio pie?, ¿quién era Íñigo Arenas Saiz? El silencio de la Fiscalía del Estado de México, la familia y los amigos de la víctima dificulta conocer las respuestas a todas estas cuestiones en un caso tan mediático como este.

Vídeo publicado por el bar República

Primero fue un vídeo. En él, Arenas aparece en el exterior de la discoteca República, en la avenida Presidente Masaryk, en la colonia Polanco, uno de los barrios más pudientes de Ciudad de México, y está esperando algo mientras intenta sostenerse en pie. Son alrededor de las 2.46 de la de la madrugada del domingo. Parece estar borracho, se tambalea de un lado a otro hasta que se apoya en una columna. El vídeo se detiene ahí. No muestra qué es lo que pasó después: ¿se subió a un taxi, el coche de algún amigo, o utilizó una aplicación como Uber para desplazarse? Es imposible saberlo. Las autoridades de la alcaldía Miguel Hidalgo consiguieron recopilar vídeos en los que se podía ver a la víctima comiendo tacos no muy lejos de allí, en un puesto entre las calles de Lafontaine y Emilio Castelar.

La existencia de una red de taxistas secuestradores que opera en esa zona es “bien conocida”, aseguraba en sus redes sociales la activista Saskia Niño de Rivera. Sin embargo, en medio del silencio de las autoridades, el dueño del bar aseguró que el hombre fue escoltado por un guardia de seguridad al exterior del establecimiento cuando se encontraba en un estado claro de ebriedad y con dificultades para mantener el equilibrio. Nadie ha hablado de responsabilidades para el bar por dejar en la calle y a solas a una persona en esas condiciones. Niño de Rivera, que aportó información sobre el caso desde el principio, lamentaba precisamente esto: “Lo peor es que el próximo fin [de semana] el República va a seguir operando como si nada, porque tampoco somos solidarios como sociedad. Hasta que nos pase a nosotros nos vale madres”.

El único comunicado emitido por la Fiscalía del Estado de México, que no ha contestado a las preguntas de este periódico, fue emitido el lunes, después de la presión recibida de parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Aquel día por la mañana, en su conferencia de todas las mañanas, el mandatario fue preguntado por este caso, que ya empezaba a dominar los medios de comunicación. Lo único que dijo el presidente fue que el hombre estaba muerto (hasta ese momento se le consideraba desaparecido), y que durante el día la Fiscalía daría más datos. Niño de Rivera, que tiene contactos entre las autoridades por su trabajo, informó poco después que su cuerpo había sido encontrado en el Black Royce, una discoteca-restaurante para gente adinerada a 6,5 kilómetros al norte del República, en Naucalpan, Estado de México.

El lunes por la tarde, la Fiscalía emitió un comunicado: informó que dio inicio una investigación, y poco más. Confirmó la muerte del empresario en un bar en Naucalpan, en el Estado de México, y que el cuerpo, después de haber hecho la autopsia y haber determinado la causa de la muerte, fue entregado a la familia. Desde entonces, la Fiscalía no ha emitido más comunicados. Al día siguiente, el martes, las autoridades detuvieron a seis empleados del bar en el que murió Arenas. Fueron apresadas y puestas a disposición del juez tres bailarinas que hicieron compañía a la víctima durante parte de la noche, un guardia de seguridad y dos jefes del local, según Milenio.

Declaraciones del abogado del Black Royce

Lo segundo más importante, tras la detención de estas personas, fueron los testimonios de los empleados y dueños del Black Royce, que salieron a defender su actuación frente a las acusaciones de que el hombre había muerto por la falta de atención de su personal. Francisco Marco Pinzón, apoderado legal de la discoteca-restaurante, contó a un medio de comunicación su versión de la historia. Pinzón relata que el señor llegó alrededor de las 3.00 de la mañana, en un taxi, que era un habitual del sitio y que pidió un lugar privado para estar tranquilo y que allí estuvo con las chicas y bebiendo solo agua. A las cinco, el empresario manifiesta que “está un poco cansado”, y que por favor le dejaran dormir.

“Lo dejamos descansar, y alrededor de las siete de la mañana, el personal se percata de que no se mueve, tratan de reanimarlo, pero no lo consiguen. No reaccionaba el señor. Luego solicitaron una ambulancia”, asegura el abogado del bar, que defiende la inocencia de sus empleados. Fueron las autoridades las que certificaron su muerte por broncoaspiración, ahogado en el alcohol que había bebido durante la noche y, según el abogado, durante los últimos días. “Él dijo que llevaba varios días de rumba”, asegura Pinzón. Los familiares no han hablado en estos tres días, y tampoco se conocen declaraciones de sus compañeros de la empresa en la que trabajaba ni de la Fiscalía, negando o confirmando la información proporcionada por los dueños de los dos bares.

Íñigo Arenas Saiz era un empresario de 41 años que trabajaba, según su perfil en LinkedIn, como director de operaciones de Feher Consulting, una consultoría de negocios y franquicias fundada en 2002 y con sede en la alcaldía Miguel Hidalgo. La empresa ha emitido un mensaje donde lamenta el fallecimiento de su compañero y se une a la “profunda pena que embarga a su familia”. Se definía como consultor de negocios internacionales y estudió en la escuela de negocios de la Universidad Panamericana. Según la empresa, Arenas era padre de familia y esposo, pero no ha trascendido cuántos hijos tenía ni quién es su esposa.

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