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“¡No quiero fruta!”: cómo animar a los niños para que añadan este alimento a su dieta

Presentarla diariamente en casa, no presionar para no crear experiencias negativas y reeducar el paladar ofreciendo menos ultraprocesados, son algunas de las estrategias para que los menores se animen a comerla

La fruta no es uno de los alimentos que con más facilidad se coman los niños. Hay cientos de fotos en las redes sociales que la presentan de una manera original y divertida para hacerla más atractiva visualmente. Pero, aun preparándola así, no garantiza que los menores la vayan a comer. Lo que cuenta es ofrecer la fruta una y otra vez y no desesperar en el intento porque, como puntualiza la doctora Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, “hay alimentos que hay que probarlos nueve o diez veces para ser aceptados”.

La manzana, la pera, el plátano o la naranja, son de las primeras frutas que se ofrecen a los bebés cuando comienzan con la alimentación complementaria a los seis meses. Cada una tiene un sabor y una textura distinta que no gusta a todos los menores. “La introducción de nuevos alimentos no es fácil para muchos niños”, explica la doctora. “Debemos buscar frutas que respondan a las papilas gustativas del menor que, en este momento, están más desarrolladas”, añade. Pero, sobre todo, lo que funciona, como aconseja la experta, es “ofrecer repetidamente este alimento a los pequeños”.

Causas para no comer fruta

En este punto coincide la nutricionista Azahara Nieto, autora del libro La culpa engorda, (Ediciones B, 2025), que, recomienda, no presionar a los niños para que se coman la fruta. “Chantajes del tipo “si no la comes, no juegas” o “si la comes, te doy un premio” son estrategias que generan rechazo y hacen que el acto de ingerirla se perciba como un castigo”, explica. Entre los factores que enumera la experta para que a un menor le cueste comer fruta están los sensoriales (la textura, el sabor o el olor), la falta de exposición diaria de la fruta en la dieta o las experiencias negativas en torno a la comida.

La pediatra Laura Álvarez, por su parte, conocida en redes como @lapediatralaura, con más de 400.000 seguidores, apunta hacia el consumo de azúcar en la infancia como otro de los factores para que a los menores les cueste comer fruta. “Por lo que puedo ver en la consulta, la mayoría de niños que la rechazan tienen el paladar acostumbrado a sabores muy dulces”, explica la pediatra que, señala directamente a productos como los potitos, las galletas azucaradas o los yogures de sabores como los responsables de educar erróneamente al paladar. “Al final, la fruta fresca tiene normalmente un sabor más ácido y menos dulce y no consigue satisfacer su paladar”, recalca.

Cómo ofrecer la fruta

En el estudio Consumo de azúcar añadido en niños españoles (7-12 años) y densidad nutricional de los alimentos que contribuyen a dicho consumo: un estudio observacional publicado en la revista Nutriens en 2023 por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos “José Mataix Verdú”, de la Universidad de Granada, se advierte que los niños de entre siete y 12 años consumen 55,7 gramos al día de azúcar, el doble de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). A eso hay que añadir que el consumo de fruta entre los menores en edad escolar es muy bajo (45,3%) y mucho menor entre la población infantil obesa (38,3%), según el último estudio ALADINO 2023, (Vigilancia de la Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España), elaborado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.

Pero la pregunta es cómo hacer que los menores coman fruta. Para Nieto, la paciencia es fundamental. “No se trata de que coman fruta un día puntual, sino de que, poco a poco, adquieran hábitos saludables a largo plazo. Los gustos se construyen con el tiempo y con experiencias positivas”, aconseja. Es importante cuando son bebés, continúa, “que el niño experimente con la fruta: que la pruebe, la toque, la huela e incluso que juegue con ella”. Y, cuando son más mayores, “ofrecerla en distintas formas: en brochetas, mezcladas con yogur o como parte de una comida”, aconseja la experta en nutrición. Por su parte, la pediatra Álvarez, autora del libro Preparados, listos, ¡ñam!, (Espasa, 2022), considera necesario “reeducar el paladar” debido al consumo de azúcar, e “ir paulatinamente apostando por comida real más que por ultraprocesados”, explica.

El truco está en ir probando. “Podemos elaborar la fruta en compotas, al horno, en batidos o combinadas con otros alimentos como machacar un plátano y acompañarlo con un poco de ralladura de chocolate”, aconseja Nieto. Incluso ofrecer la fruta en zumos también es una opción válida para la nutricionista si les cuesta incorporarla de otra manera. Y, si el problema está en su oxidación cuando los niños la llevan de almuerzo, la pediatra Álvarez recomienda ponerle unas gotas de limón para evitar que se oxide u ofrecer la manzana con piel, por ejemplo, lavándola bien. “Nos complicamos mucho la vida y la fruta puede ser un fast food perfecto”, añade.

Un alimento presente en el hogar

La OMS recomienda comer cinco raciones de frutas y verduras al día, repartidas entre tres de frutas y dos de verduras. Esta cantidad diaria aporta a la salud vitaminas, minerales, evita infecciones y aporta fibras, sobre todo, la piel de la fruta que, como apunta la pediatra, “tiene un efecto saciante que impide que se picotee entre horas y evita el estreñimiento en niños”. Para la doctora Leis es importante que los niños cuenten con la fruta en su dieta, aunque no se la acaben siempre porque, considera, que es un alimento que “programará su salud a corto, medio y largo plazo”.

“Si nosotros dejamos de ofrecer la fruta, nunca más la van a comer y ahí es cuando nos han ganado la batalla”, apunta la pediatra Álvarez. Y, aunque existe un retroceso de la dieta mediterránea, debido en gran medida a los elevados precios de los alimentos básicos, entre ellos la fruta, lo que provoca un aumento del consumo de ultraprocesados, Nieto considera que la fruta debe estar en casa para que los niños la vean y, sobre todo, como aconseja, que los adultos la coman.

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