Residencia de estudiantes o piso: ¿Cuál es la mejor opción para tus hijos?

En la elección de alojamiento de aquellos jóvenes que cursan estudios fuera de su entorno familiar entran variables como la económica o la académica, pero también las destrezas que poseen para afrontar esta nueva etapa.

Aquellos alumnos que se deciden por los pisos de alquiler van a desarrollar habilidades de la vida independiente y competencias organizativas.Anchiy (Getty Images)

Hay películas que narran las peripecias de familias para elegir la estancia en la que sus hijos se alojarán durante el curso, lejos del entorno familiar habitual. La decisión de elegir entre una residencia de estudiantes o un piso —compartido o no— se convierte en realidad en un quebradero de cabeza tanto para los progenitores como para los chicos y chicas, en el que influyen factores como los económicos y académicos. Pero también juegan un papel importante las habilidades que tengan los propios jóvenes para afrontar esta nueva etapa.

La forma en que los hogares se enfrentan a la tesitura de buscar un alojamiento para que sus hijos amplíen su formación alejados de su casa es heterogénea y no posee una única respuesta. “Salvo aquella que más se ajuste a lo que creemos va a responder mejor al objetivo por el cual el estudiante sale del domicilio familiar”, sostiene Paloma Barba, psicóloga y docente en el madrileño Hospital Universitario Severo Ochoa.

En la elección del nuevo lugar, los tutores deben sopesar algunas variantes que pueden determinar la futura experiencia académica y personal de sus hijos. “Si es la primera vez que salen de su zona conocida; los que valoran cómo es el vínculo familiar o el apego. Porque, dependiendo de cómo sea este, puede favorecer o limitar la salida de casa. No olvidemos que hay chavales que aun queriendo no se han sentido capaces de irse y finalmente desestimaron la idea”, señala Yolanda Cuevas, psicóloga e instructora en mindfulness.

Entre los elementos que los padres deben tener en consideración a la hora de ayudar a sus hijos en la elección entre un modelo y otro de alojamiento están, según Barba:

  1. Objetivos por los que el estudiante sale del domicilio familiar (adquirir nuevas competencia y habilidades, necesidad por falta de recursos educativos...)
  2. Economía familiar. Se aconseja informarse de la obtención de becas y ayudas.
  3. Cercanía con el centro de estudios que favorezca una buena gestión del tiempo, especialmente si va a una ciudad donde las distancias son mayores.
  4. Valorar positivamente desde el núcleo familiar las experiencias derivadas de las relaciones sociales en un ámbito multicultural y educativo, y no ver esta oportunidad como un simple trámite formativo.
  5. Seguridad. Tanto la que ofrecen las residencias de estudiantes como el hecho de compartir piso con más gente. En ambos casos, asumir y comprometerse con unas mínimas normas de convivencia.
El modelo de residencia escogido se puede convertir en una escuela de vida que sirva a los jóvenes en la adquisición de competencias para su futuro desarrollo.Tom Werner (Getty Images)

Otro de los elementos que puede influir en los adultos a la hora de tomar partido por una u otra forma de residencia es el momento de madurez en el que se encuentra el joven. Que posea habilidades como la constancia, la disciplina, sepa tomar decisiones o pedir ayuda cuando se siente sobrepasado facilita la preferencia final. Porque, de lo contrario, “dejar conviviendo en un piso con otros estudiantes a alguien que se haya mostrado colérico en la gestión de enfados, con poca tolerancia a la frustración o impulsivo a la hora de divertirse (por ejemplo, con dificultades para asumir horarios o límites) no parece la mejor idea”, apunta Miguel Hierro, profesor asociado de máster en Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Del mismo modo, “si el hijo se ha mostrado inseguro cuando debe tomar una decisión o excesivamente pasivo en la gestión de conflictos tampoco invita al optimismo”, añade.

El modelo de residencia escogido se puede convertir en una escuela de vida que sirva a los jóvenes en la adquisición de competencias para su futuro desarrollo. “Entra en juego la evolución que todas las personas iniciamos en la infancia y finalizamos en la edad adulta, en la que vamos interiorizando que somos diferentes de nuestros padres (y de lo que ellos quieren/esperan que seamos). Un proceso que se incrementa durante este tipo de experiencias”, declara Hierro.

Aquellos alumnos que se deciden por los pisos de alquiler “van a desarrollar habilidades de la vida independiente, competencias organizativas y asumen mayores responsabilidades y compromisos”, explica Barba. Mientras que quienes opten por la estancia en una residencia de estudiantes, “adquirirán mayor flexibilidad en la aceptación de normas, responsabilidad en las relaciones sociales, y dispondrán de mayor tiempo para dedicar a sus estudios, al no tener que ocuparse de tareas del hogar y normalmente estar más cerca del centro de estudios”, agrega.

Sea cual sea la opción elegida por las familias, estudiar fuera del hogar familiar predispone a los jóvenes a incrementar el agradecimiento, la paciencia, la flexibilidad y la resolución de conflictos. También favorece la escucha y la empatía, el trabajo en equipo, la capacidad de compartir, la gestión del tiempo o la responsabilidad financiera, habilidades que para Cuevas son necesarias para la vida en general.

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