Niños con altas capacidades y el error de asociarlas solo con un alto rendimiento
La psicopedagoga Maider Belda, su hermano, el psicólogo e ingeniero Mario Belda, y la abogada Beatriz Belinchón publican ‘Hijos con altas capacidades. Educarlos Felices’, un manual que otorga a los padres claves para identificar y acompañar a estos menores
“Mi hijo es muy listo”. “El mío tiene dudas que no son propias de su edad”. “Mi peque es muy irascible, muy intenso, siente mucho”. Todas estas afirmaciones, que pueden parecer inconexas, definen un mismo diagnóstico: las altas capacidades. “Las altas capacidades no se refieren solo a lo intelectual, es una forma distinta de comprender el mundo, de sentir, de relacionarse, de aprender. Es mucho más”, explica la psicopedagoga y madre de un pequeño con alta capacidad, Maider Belda (Donosti, 47 años). Junto a su hermano, el psicólogo e ingeniero Mario Belda (Donosti, 52 años), y Beatriz Belinchón (Madrid, 43 años), madre de una niña con alta capacidad y abogada experta en derecho internacional, han escrito el libro Hijos con altas capacidades. Educarlos Felices (RBA, 2025), un manual que otorga a los padres y educadores claves para identificar y acompañar a estos menores, algo que desgranan en una conversación con EL PAÍS.
“Algunas personas piensan que su hijo no tiene alta capacidad porque no saca buenas notas o le cuesta un montón entender las matemáticas, pero puede que sí que lo sea. A lo mejor, lo que pasa, es que posee otras habilidades estupendas como que le gusta estar en el parque clasificando y observando patrones de conducta o se le da muy bien describir o darse cuenta de las emociones de los demás. Y hay que entender que esto también es alta capacidad”, detalla la psicopedagoga. “El primer error es asociar la alta capacidad con alto rendimiento”, sintetiza su hermano. “Es cierto que estos menores pueden tener un rendimiento superior a la media, pero no tiene por qué ser así siempre”, incide el psicólogo. “La alta capacidad es un potenciador, un potenciador de todo, tanto de lo bueno como de lo malo. También lo es del sufrimiento, del aburrimiento. Y es que todo es más intenso”, resume el también fundador de la Fundación Jasón: expertos en Altas Capacidades (AA CC), que ayuda a estos menores y sus familias en Donosti y en Madrid. “Incluso puede ocurrir que ese alto rendimiento suponga una obsesión y que bajar del 10 le pueda suponer al chico una intensidad emocional que al resto del mundo le parece absurda, pero para él un 9,5 en Matemáticas es algo horrible”, ejemplifica el experto.
“Si no existe ninguna dificultad evidente, pero los padres tienen alguna sospecha de que su hijo tiene alta capacidad, lo mejor es acudir a un psicólogo o pedagogo para hacer una evaluación a partir de los seis años. Es una edad en la que el pequeño empieza a entender y se deja acompañar”, explica el psicólogo. “Si el diagnóstico es positivo, lo primero que han de hacer los progenitores es informarse y formarse, incluso antes de contárselo al pequeño”, añade Belinchón, creadora del blog Hijos con altas capacidades. “Por ejemplo, en nuestra fundación, la formación va dirigida a aprender las características de la alta capacidad”, cuenta Mario Belda, que añade que allí los padres tienen la oportunidad de contactar con otras familias que estén pasando por un proceso parecido. Para el psicólogo, el objetivo es que los progenitores aprendan, lean, asimilen toda la información, reconozcan lo que ocurre y así sean capaces de acompañar a su hijo de la mejor manera.
“Los padres también tienen que saber que son espejos de sus hijos”, incide Maider Belda. “Por ejemplo, si me agobia que mi hija sea intensa, antes de llevarle a terapia para trabajar su intensidad, debo aprender yo a ver qué pasa con mi intensidad. En resumen, para poder ayudar a los pequeños los progenitores tienen que hacer un trabajo personal complejo”, reitera. “Si he hecho este trabajo y además tengo un entorno en el que me siento acompañada como adulta, como madre, tengo información y voy sabiendo de qué va el tema de las altas capacidades, entonces este es el momento ideal para comunicarle a mi hijo su diagnóstico. Y si no puedo sola, lo mejor que puedo hacer es buscar ayuda”, sostiene Belinchón.
“Hay que tener en cuenta que no es lo mismo explicárselo a un menor de seis añitos que explicárselo a un adolescente”, matiza la abogada, “a lo mejor, un joven necesita saber por qué le está pasando en vez de saber qué le está pasando, porque seguramente él ya lo sabe, él lo percibía, por lo que suele ser más sencillo comunicárselo a un chaval que a un niño pequeño”. “Aunque es cierto que a los más pequeños les cuesta más entenderlo, también es verdad que los padres tienen mucho más camino para trabajarlo con ellos, más tiempo para acompañarlos y para educarlos feliz”, agrega Mario Belda. “Lo más importante es que, tenga la edad que tenga, el menor se sienta validado, sienta que se validan sus emociones, y se le transmita que la alta capacidad es algo maravilloso, que conlleva una responsabilidad, al igual que dificultades, pero que es algo bueno. Y por lo menos para mí, dentro de las excepcionalidades, la alta capacidad es la joya de la corona”, prosigue. Para el psicólogo es esencial que el niño entienda que en cuanto sepa manejar la intensidad que tiene dentro se va a comer el mundo: “Pero el mensaje debe ser honesto, hay creérselo”.
¿Qué consejo les darían a los padres que acaban de saber que tienen un hijo con alta capacidad? “Yo les daría la enhorabuena. Porque tienen un hijo con la capacidad de hacer muchas cosas”, se sincera Mario Belda. “Ahora infórmate, fórmate, aprende, acompaña, pero sobre todo: les daría la enhorabuena. ¿Qué le dirías tú a alguien que le toca en la lotería 17 millones de euros? Yo le diría: ‘Enhorabuena, pero asesórate. No te lo gastes todo, cuidado”, ejemplifica el psicólogo. “Yo les diría que haber descubierto que su hijo tiene alta capacidad les ha puesto en un camino nuevo para ellos, van a conocer otro estilo de crianza y otra forma de educar y que seguro esto les va a hacer una mejor familia”, argumenta con conocimiento de causa Belinchón. “Lo de la enhorabuena me ha encantado”, comparte Maider Belda, “pero los progenitores no pueden olvidar que es un niño, que su hijo sigue siendo un niño, y que por muchas cosas que sepa o por muy complejo que parezca su pensamiento, es un menor que sigue teniendo la necesidad de sentirse seguro, protegido, arropado y amado. Y, sobre todo, tiene derecho a probar cosas, a pelearse, a caerse, a equivocarse”.
Las altas capacidades en el colegio
“En los colegios e institutos es necesario que los profesores y la comunidad educativa entiendan que no ver la dificultad no quiere decir que un alumno con alta capacidad no necesite una adaptación o un acompañamiento adicional”, sostiene Mario Belda. Para el psicólogo, esto se debe a que todo el sistema escolar está preparado para el centro de la campana de Gauss: “Existe una conciencia bastante clara en la sociedad de que la parte de la izquierda de la campana de Gauss necesita apoyo para realizar los estudios y para, digamos, llevar con éxito el camino académico”. De la parte de la derecha, continúa, “de los que superan la media, todavía hay mucha creencia en muchos centros escolares de que si el chaval es listo, pues mejor para él, así lo tendrá más fácil. Y no es así”.
El experto explica que a veces se encuentra con alumnos con dificultades académicas que empiezan a aflorar en las últimas etapas de Primaria: “Hasta ese momento, nunca se han tenido que esforzar para ir a clase, y de repente sí, y se dan cuenta de que son muy inteligentes, pero no son adivinos. Y entonces te encuentras con un niño que es de alta capacidad en Primero de la ESO con cinco suspensos y un rechazo al colegio total”. “Es como pensar que si tu hijo tiene 20 millones de euros tiene la vida solucionada”, prosigue, “tener tanto dinero es una responsabilidad y hay que saber gestionarlo”. “Los educadores tienen un gran papel cuando esto sucede porque parece que sí que podemos ayudar a los menos listos, pero no a los más listos”, incide.
¿Hijos con alta capacidad, padres con alta capacidad?
“Hay algunos padres que no se percatan de que sus hijos tienen altas capacidades porque ellos también las tienen. Hay cierto componente genético”, explica Beatriz Belinchón, abogada y madre de una niña con alta capacidad. Esto provoca, según asegura, que se genere un sesgo por el que muchas veces a los progenitores les cuesta ver lo que está ocurriendo: “Por ejemplo, si es un menor que se expresa muy bien es muy posible que los adultos no piensen en altas capacidades porque para ellos expresarse bien es algo cotidiano, algo de casa”. “Si se dan cuenta, suele ser en cumples o quedadas infantiles con otros padres, cuando comparan a sus hijos con sus iguales, y aun así puede que tampoco se den cuenta, porque pasar de ser inteligente a alta capacidad no es tan fácil”, señala.
“A veces necesitamos un factor externo para darnos cuenta de que nuestro hijo tiene alta capacidad”, añade la psicopedagoga Maider Belda. "Pero no solo con respecto al niño, sino con respeto a los padres, que de repente se percatan de que sus vivencias con su hijo son muy diferentes a las de otros padres con sus pequeños, de que su posición como madre o padre también es diferente”. Belda explica que a veces estos progenitores no saben si comentar o no algunas cosas con otros adultos por miedo a que ellos tampoco encajen, “no es solo el chaval el que se encuentra fuera de lugar, sino que tú también te sientes igual”. La psicopedagoga pone un ejemplo: “La mayoría de los niños a los cinco-seis años están en la fase de lectoescritura —aprender a leer y a escribir—, y mi preocupación con mi hijo a esa edad era que él quería leer El Señor de los anillos. Yo me decía: 'Creo que no es un libro para leerlo con cinco años, ¿no? ¿Cómo voy a comentar esto en el grupo de padres? Lo pasé mal”.