Por qué se sigue juzgando la lactancia prolongada en España

Amamantar a un bebé de 12 meses o más ha pasado de ser algo natural a llamar la atención de familiares, amigos e incluso profesionales que cuestionan a las madres que continúan con un vínculo que va más allá de la mera alimentación

Normalizar la lactancia en público es fundamental para crear una sociedad más empática y comprensiva.Vera Livchak (Getty Images)

“Ni que fueras una vaca”; “eso ya no alimenta”; “es más vicio que otra cosa”; “le estás generando dependencia emocional”; “te usa de chupete”; “pero si ya tiene dientes, te va a morder”; “ya eres un niño mayor, qué haces con la teta”. Estas son las frases, y otras muchas del estilo, que escuchan con más asiduidad de la que desearían la mayoría de las madres que deciden amamantar a sus hijos más de un año. Tal y como ya apuntaba el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría en el estudio publicado en 2015 Lactancia materna en niños mayores o prolongada, “el mayor problema de dar el pecho más allá del año de edad es el rechazo social y de los expertos por prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual”.

Por eso, Raquel, periodista madrileña que prefiere no dar su apellido, cree que es necesario que las mujeres vean a otras amamantar a niños de todas las edades. Ella tiene dos hijos, al mayor le dio el pecho hasta los dos años y al pequeño, que ahora tiene dos años, sigue amamantándole y cree que en esta ocasión la lactancia aún durará más. “Para mí es una cuestión casi política. Me parece importante reivindicar que las madres podemos ocupar espacios públicos, y que nuestros pechos no sean sexualizados. Yo solo reflexioné sobre la importancia de dar teta de forma prolongada gracias a que vi a una chica en la escuela infantil de mi hijo hacerlo con su cría de tres años. Me pareció bonito y natural, y me di cuenta de que yo también quería seguir”, explica. Si no hubiera visto a esa madre, Raquel cree que se habría guiado por lo que escuchaba de los demás, dando por hecho que tendría que parar la lactancia sobre los dos años máximo. “Después encontré la información y el apoyo que necesitaba en varios grupos de crianza y posparto. Ahí vi a muchas madres dando el pecho a niños grandes sin que se las juzgara”, añade.

Iniciativas como la de Elvie, que ha transformado la madrileña plaza de Olavide en un espacio breastfeeding-friendly (muchos negocios de la zona apoyan a las madres demostrando su compromiso con la inclusión), ayudan a esta visibilización, tan sanadora para madres que no encuentran referentes en este camino. “Normalizar la lactancia en público es fundamental para crear una sociedad más empática y comprensiva. Cuando las mujeres se sienten respaldadas y libres de juicio social, es más probable que continúen con la lactancia, algo que las beneficia tanto a ellas como a sus bebés”, apuntan desde Elvie, marca de productos relacionados con la salud y el estilo de vida de la mujer.

Alba Padró, experta en lactancia materna, autora de libros como Somos la leche (Grijalbo, 2017) y cofundadora de LactApp (la primera aplicación móvil dedicada a la lactancia y la maternidad), recuerda que durante los primeros dos años de vida los niños son lactantes: “Que ahora sea infrecuente ver a menores de esas edades al pecho no quiere decir que no sea normal. Ver la teta únicamente como una fuente de alimento limita la comprensión. Dar el pecho, además de ofrecer un alimento único que se adapta a la edad del que la consume, es un factor regulador de muchas emociones que los niños no saben controlar”.

Marta Gómez Fernández-Vegue, pediatra y presidenta de la Asociación Española de Lactancia Materna (AELAMA), reconoce que muchas veces son los propios profesionales de la medicina quienes juzgan a las madres. A Naiara Saurí, murciana de 37 años, le ocurrió con un urólogo: “Fui a una revisión y se me quedó mirando con reprobación cuando me vio amamantar a mi hijo de año y medio. Me preguntó sorprendido que cómo le daba pecho todavía si ya no le hacía falta. También me pasó con un familiar que es médico y me dijo que la teta a partir de los primeros seis meses ya es perjudicial, que hay estudios…”.

“Venimos de la generación de la lactancia perdida. Por eso hay muchos profesionales desactualizados que dan consejos obsoletos”, opina la matrona, divulgadora y activista Laia Casadevall. Sin embargo, poco a poco se está recuperando la naturalidad de dar el pecho de forma prolongada. El estudio de 2023 Lactancia materna en España y factores relacionados con su instauración y mantenimiento, publicado en la revista de Atención Primaria, mostraba que a los 12 meses el 40,1% de los bebés tomaba algo de pecho, a los 18 meses lo hacía un 30,2% y a los 24 meses un 22,3%. “Estas cifras muestran que las madres que continúan con la lactancia más allá de año no son una minoría como ciertos juicios nos llevan a pensar”, explica Fernández-Vegue.

Continuar con la lactancia más allá de año tiene todo el sentido para la matrona Nazareth Olivera, autora de libros como el recién publicado Ser bebé (Grijalbo, 2024): “Las sociedades científicas recomiendan amamantar mínimo los dos primeros años de vida y antes de los tres es muy raro que un niño se destete. Además, existen estudios [como el ya mencionado Lactancia materna en niños mayores o prolongada] que afirman que con la lactancia materna les damos seguridad y generamos seres más independientes”. Olivera argumenta que a nivel inmunológico la leche materna aporta bacterias muy importantes para la microbiota y defensas que previenen enfermedades y disminuyen las probabilidades de que el niño padezca obesidad, diabetes e incluso leucemia. Además, explica, a la madre también la protege a nivel cognitivo y disminuye las probabilidades de padecer cáncer de mama.

Alba García nunca se imaginó dando el pecho a una niña de 16 meses. Tampoco se planteó durante el embarazo cuánto tiempo iba a dar de mamar a su bebé. Ni siquiera sabía si podría hacerlo. Ahora tampoco tiene respuesta a una pregunta que parece preocupar más a familiares, amigos y a cualquiera que pase por ahí que a ella misma: ¿hasta cuándo va a darle el pecho? “Me he sentido juzgada por no querer irme de fin de semana con amigas por seguir amamantando. También por no querer cambiar a leche de fórmula para, supuestamente, dormir mejor… Pero mi lactancia es muy feliz y vamos a seguir hasta que decidamos las dos. Me parece un momento tan especial y un vínculo tan increíble que no veo por qué renunciar”, explica esta maestra de 35 años.

“El problema es que hemos perdido la cultura de la lactancia materna. No interesa porque no se puede comercializar con ella”, asegura Casadevall. “Pero si pudiéramos poner todo lo que ofrece dar el pecho en una piedra, esta valdría millones. Ningún alimento ni fármaco aporta lo mismo que la leche materna”. La matrona destaca que cada día de lactancia materna es un regalo de salud tanto para la madre como para los lactantes. “Sin embargo, se ha normalizado la leche artificial y ni las políticas ni los permisos de maternidad acompañan. Nos parece bien que un niño de tres años coma chuches, pero nos extraña que tome teta”.

En los años setenta y ochenta, explica Nazareth Olivera, hubo una pérdida de la lactancia materna por presión de la industria de la leche de fórmula y todo el conocimiento adquirido durante décadas quedó en el olvido. “Con el boom de la comida para bebés apareció la presión social por dejar de dar el pecho, por eso ahora cuesta verlo como algo natural”, señala. Sobre esto habló en profundidad la pediatra June Pauline Brady en 2012 en el artículo científico Marketing breast milk substitutes: problems and perils throughout the world (Comercialización de sustitutos de la leche materna: problemas y peligros en todo el mundo, en español).

Las principales asociaciones científicas nacionales e internacionales —como la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, la Asociación Española de Pediatría o American Academy of Pediatrics, entre otras— recomiendan que la lactancia materna sea exclusiva hasta los seis meses de edad y después complementarla con otros alimentos al menos hasta los 24 meses, pudiendo mantenerla todo lo que madre e hijo deseen sin límite de tiempo. Pero lo más importante es, y en esto coinciden todas las expertas consultadas, que cada madre tome la decisión que sea pero informada. “Que abandone la lactancia materna si es su decisión y no por presiones externas”, lanza Olivera, “y que si su deseo es continuar con ella, los profesionales le brinden el apoyo necesario y le ofrezcan las herramientas pertinentes”.

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