“Mi hijo es sonámbulo, ¿qué hago?”

María Andrea Quintero, psicóloga, explica ocho recomendaciones para los pequeños que sufren este trastorno del sueño

Este trastorno del sueño suele manifestarse en niños de entre tres y 12 años.Unsplash

El sonambulismo forma parte de las parasomnias, incluidas dentro de los Trastornos del Sueño. María Andrea Quintero, psicóloga infantil, explica que este suele presentarse durante la primera fase del sueño, esto es, la fase más superficial, sobre una hora o dos después de dormirse, antes del sueño REM o sueño profundo. “Se trata de episodios en los que el niño se levanta de la cama con la mirada fija y en blanco, y camina sin ser consc...

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El sonambulismo forma parte de las parasomnias, incluidas dentro de los Trastornos del Sueño. María Andrea Quintero, psicóloga infantil, explica que este suele presentarse durante la primera fase del sueño, esto es, la fase más superficial, sobre una hora o dos después de dormirse, antes del sueño REM o sueño profundo. “Se trata de episodios en los que el niño se levanta de la cama con la mirada fija y en blanco, y camina sin ser consciente de lo que está haciendo o de aquello que le rodea. Aunque permanezca con los ojos abiertos, pueda hablar o responder preguntas sencillas, el menor no está conectado cerebralmente con lo que está sucediendo”, sostiene la experta.

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La psicóloga aclara que el sonambulismo no es una enfermedad: “Este trastorno del sueño suele manifestarse en niños de entre tres y 12 años. Puede ocurrir en la infancia y desaparecer por sí mismo con el paso del tiempo o con el abordaje adecuado”. Es el cuerpo del niño el que está despierto. “El sonámbulo puede realizar tareas complejas como abrir puertas, sacar alimentos de la nevera, comer e incluso salir de casa. En otros casos, el chaval solo se sienta en su cama y se vuelve a dormir”, declara Quintero. “Esto puede presentarse en cuestión de segundos o puede prolongarse por más de 30 minutos y al día siguiente no recordar nada”, continúa.

Se desconoce el origen biológico, pero “se estima que el sonambulismo puede ser generado por la inmadurez en el desarrollo o a causa de alteraciones en el sistema nervioso central. Por otro lado, puede ser hereditario”, expresa la psicóloga infantil. “Esta alteración del sueño puede estar asociada a efectos secundarios de algún medicamento o por alguna enfermedad médica de base como la apnea del sueño. Además, un alto porcentaje señala que puede ser generada por trastornos de estrés o ansiedad”, sostiene Quintero.

En la actualidad, es notoria la frecuencia de estas alteraciones. Según datos estadísticos de la consulta de María Andrea Quintero, es recurrente en niños de tres a 10 años. “Desde mi óptica profesional hay una alta incidencia en la exposición del niño a aparatos electrónicos (tablets, videojuegos, teléfonos móviles o televisión) previa a las horas de sueño, influyendo en lograr un sueño verdaderamente reparador. El cerebro del niño se encuentra sobreestimulado, circunstancia que le imposibilita consolidar un sueño profundo”, verbaliza Quintero. “Este tipo de niños tienen hábitos y rutinas poco consistentes. No poseen horarios establecidos a la hora de dormir, se duermen muy tarde o tienen un exceso de actividades durante el día. Asimismo, el sonambulismo puede ser causado por situaciones familiares complicadas como: el duelo, un divorcio o eventos traumáticos en la vida del niño, estrés escolar o social, y ansiedad”, destaca la psicóloga infantil.

Covid-19 y sonambulismo en niños

“Está demostrado que una de las causas más comunes asociadas al sonambulismo es la ansiedad. Nuestros pequeños padecen ansiedad a unos niveles extremos por todos los cambios que están experimentando en sus vidas, derivados de la crisis de la covid-19”, remarca María Victoria Garrido Martín, psicóloga general sanitaria infanto-juvenil. Esto se refleja en mi clínica en el aumento de sesiones dedicadas a los trastornos de ansiedad en nuestros niños”, incide la profesional.

Para Garrido Martín es importante en estos desconcertantes tiempos: “trabajar sobre la ansiedad y el estrés, ofreciéndoles a nuestros niños pequeñas oportunidades de comunicación sana”. “Debemos brindarles una escucha activa, pasar en la medida de lo posible tiempo con ellos y disfrutar al aire libre. Del mismo modo debemos potenciar un desarrollo emocional desde un ambiente de seguridad, realista, pero a la vez filtrando la información que reciben del exterior y que aún no están preparados para procesar”, afirma la experta. “Como digo a mis papás y mamás: “El instinto es un arma muy poderosa, y los niños lo tienen a raudales. Nuestra labor es ayudarles a utilizarlo y darles la posibilidad de desarrollar resiliencia en estos complejos momentos”, concluye la especialista en psicología general sanitaria.

Recomendaciones frente al sonambulismo

María Andrea Quintero quiere remarcar ocho recomendaciones para los niños que sufran este trastorno del sueño:

  1. Establecer horarios regulares de sueño, es decir, en promedio un niño debe dormir entre 9 y 12 horas diarias para garantizar su descanso y crecimiento.
  2. Desarrollar rutinas tranquilas previas al sueño, generalmente una hora antes. Por ejemplo: baños con agua tibia, masajes corporales o propioceptivos. Evitar el acceso tecnológico de alta actividad, acompañar al niño a dormir e incorporar la lectura de cuentos.
  3. Cuidar la dieta, ya que alimentos con alto contenido de azúcar o cafeína antes de dormir pueden causar malestar en el sueño.
  4. Disminuir el uso de videojuegos o cualquier elemento electrónico con alta carga de actividad, ya sea agresiva, competitiva o interactiva en tiempos prolongados. En algunos casos pueden generar estrés, ansiedad e irritabilidad que pueden repercutir en el sueño.
  5. Garantizar su seguridad. Se deben adoptar medidas para que sea menos probable que el niño se caiga, tropiece con algo o salga de su casa andando mientras está sonámbulo. Es necesario resguardar las llaves, mantener puertas y ventanas cerradas, y mantener objetos peligrosos fuera de su alcance.
  6. Durante el episodio es necesario conducir al niño de nuevo a su cama de forma calmada para continuar el curso del sueño. Si es necesario despertarlo (lo conveniente es no hacerlo porque podría alterarle), hacerlo de forma progresiva y suave.
  7. Evitar las burlas o regañinas al día siguiente del suceso. Es preferible no tratar el tema si le pone nervioso. Él no tiene control sobre ello y no recordará lo acontecido.
  8. Si los episodios se tornan muy frecuentes y provocan que el niño se encuentre somnoliento durante su rutina diaria, es necesario consultar a su médico.

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