Trump revela que ya ha “decidido” qué acción emprender ante Venezuela
El presidente de Estados Unidos evita detallar su resolución en declaraciones a la prensa que le acompaña bordo del ‘Air Force One’
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asegura que ya ha tomado una decisión sobre Venezuela y cuáles serán los próximos pasos a dar en la campaña militar que ha ordenado contra el “narcoterrorismo” en aguas del Caribe y el Pacífico. Pero no ha querido dar a conocer en qué consisten sus planes.
“Me he decidido más o menos”, ha declarado a la prensa que le acompaña a bordo del avión Air Force One en el que se trasladaba para pasar el fin de semana en su residencia privada en Florida, Mar-a-Lago. “No puedo decirles cuál es [la decisión], pero hemos hecho grandes progresos con Venezuela en lo que respecta a impedir que las drogas invadan” Estados Unidos, ha puntualizado.
Las declaraciones de Trump se producían después de que haya mantenido múltiples reuniones con su equipo de seguridad nacional para analizar diversas opciones para la campaña militar, incluida la posibilidad de ataques directos sobre objetivos en territorio venezolano. Las conversaciones se desarrollaban tras llegada a la zona del mayor buque de guerra del mundo, el portaaviones Gerald Ford, el más moderno de la Marina estadounidense, para sumarse a la flotilla de una decena de navíos que ya se encuentran desde hace tres meses en aguas internacionales del Caribe, en el límite con las aguas territoriales venezolanas.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el jefe del Estado Mayor, el general Dan Caine, presentaron varias posibilidades a Trump en una sesión informativa el miércoles. Esa reunión se vio seguida este mismo viernes por otra, según ha publicado el diario The Washington Post.
El jueves, Hegseth había anunciado en un mensaje en redes sociales el comienzo de una operación de gran calado contra el “narcoterrorismo” en América Latina, bautizada como Lanza del Sur. Las fuerzas estadounidenses ya han comenzado a enmarcar dentro de esa operación los ataques que perpetran contra supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico oriental, que ya superan la veintena y han dejado al menos ochenta muertos.
En las últimas semanas Trump y sus asesores han enviado señales contradictorias sobre cuáles son los objetivos de Washington con esa operación. El presidente había declarado en varias ocasiones que los ataques contra las supuestas narcolanchas han sido un éxito para impedir la llegada de droga a Estados Unidos y que, dado que el tráfico de embarcaciones sospechosas había disminuido drásticamente, el siguiente paso serían “acciones en tierra”. Pero desde entonces había rebajado un tanto su retórica.
En una entrevista concedida al programa 60 Minutes de la cadena de televisión CBS, el republicano se dijo de acuerdo con que los días de Maduro en el poder “están contado”, pero consideró poco probable la idea de que Estados Unidos entrara en guerra con Venezuela. Y en una sesión informativa en el Capitolio hace diez días, encabezada por Hegseth y el secretario de Estado, Marco Rubio, los representantes de la Administración habían negado que la campaña se planteara atacar Venezuela.
El Gobierno estadounidense justifica su campaña militar como necesaria para luchar contra el narcotráfico que mata cada año a decenas de miles de personas en este país. Numerosos expertos, defensores de los derechos humanos y legisladores denuncian que se trata de una misión ilegal, entre otras cosas porque no cuenta con la autorización del Congreso de Estados Unidos. La Administración ha incluido a varios de los carteles en su lista de organizaciones terroristas internacionales. Con el argumento de que sus integrantes son combatientes enemigos, considera que se encuentra en un “conflicto armado directo y no internacional” con esos grupos, y no necesita el visto bueno del Capitolio.
Las enormes dimensiones del despliegue han suscitado las sospechas de que el objetivo real sea forzar el fin del régimen chavista, bien mediante una acción directa en Venezuela o bien ejerciendo una presión psicológica que desencadene un golpe interno. Desde hace meses, Washington ha ido vinculando cada vez con más insistencia a Maduro con los carteles del narcotráfico; le acusa de ser un cabecilla de estas organizaciones y considera que su régimen, abrumado a sanciones internacionales, solo sobrevive gracias a los ingresos de ese contrabando mortal; en agosto aumentó a 50 millones de dólares la recompensa que ofrece por su captura.
A la presión de los ataques contra las supuestas narcolanchas se han sumado vuelos de adiestramiento de bombarderos cerca de las costas venezolanas, y la autorización de Trump a la CIA para llevar a cabo acciones encubiertas dentro de Venezuela.