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El anuncio de la nueva operación militar estadounidense contra la droga dispara la tensión en el Caribe

El Pentágono difunde las primeras imágenes del portaaviones ‘Gerald Ford’, el más moderno del mundo, que ya opera en la zona

La presión en el Caribe va en aumento, entre señales crecientes de que Estados Unidos puede escalar en cualquier momento su campaña de ataques militares contra supuestos narcolanchas en esas aguas y en el este del Pacífico. El Mando Sur ha difundido este viernes las primeras fotos oficiales del ...

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La presión en el Caribe va en aumento, entre señales crecientes de que Estados Unidos puede escalar en cualquier momento su campaña de ataques militares contra supuestos narcolanchas en esas aguas y en el este del Pacífico. El Mando Sur ha difundido este viernes las primeras fotos oficiales del mayor portaaviones del mundo, el Gerald Ford, operando ya en su zona de responsabilidad, un día después de que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunciara en redes sociales el comienzo de una nueva operación de gran calado contra los “narcoterroristas” en el hemisferio occidental.

Por ahora, los detalles de esa operación son muy limitados. En su mensaje en la red social X, al que no ha dado continuidad, el jefe del Pentágono indicó que el nombre de la nueva operación es Lanza del Sur (Southern Spear), pero no aportó más datos sobre qué tipo de misiones llevará a cabo. Tampoco si, dentro de ella, se ejecutará la “fase dos” de la que ha hablado el presidente estadounidense, Donald Trump, en su campaña contra el narcotráfico. Incluiría, ha apuntado, objetivos en tierra como parte de las medidas de presión al régimen chavista en Venezuela, a cuyo presidente, Nicolás Maduro, acusa de formar parte de los carteles de la droga.

El Departamento de Defensa estadounidense ya había anunciado en enero una operación con el mismo nombre, que planeaba el despliegue de robots y de drones en la lucha contra el narcotráfico en el continente americano.

El Pentágono no ha querido aportar más detalles y se ha limitado a referirse al mensaje en redes de Hegseth. En él, el secretario de Defensa declaró: “El presidente Trump nos ordenó actuar y el Departamento de Guerra [el nombre que Hegseth prefiere para el Departamento de Defensa] está cumpliendo. Hoy anuncio la Operación Lanza del Sur”.

“Liderada por la Fuerza de Tarea Conjunta Lanza del Sur y el Comando Sur, esta misión defiende nuestra patria, expulsa a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protege a nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente”, declaró el responsable de las Fuerzas Armadas estadounidenses. “El Hemisferio Occidental es el vecindario de Estados Unidos, y lo protegeremos”.

La críptica declaración de Hegseth ha desatado un frenesí de conjeturas acerca de la posibilidad de que Estados Unidos esté preparando algún tipo de ataque contra objetivos dentro de Venezuela tras la llegada del Gerald Ford. El portaaviones, el más moderno del mundo y la gran joya de la corona de la flota estadounidense, fue convocado al Caribe el pasado 24 de octubre, dejando al Mediterráneo y la zona de responsabilidad del Mando Central ―donde estaba encargado de Oriente Próximo― sin un portaaviones en sus aguas pese a lo delicado de la situación geopolítica en la zona, donde el alto el fuego en Gaza se mantiene en frágiles condiciones.

El Gerald Ford, que puede transportar hasta 90 aeronaves de combate y cuenta con una dotación de 5.000 soldados, está acompañado por su grupo de escolta, que incluye tres destructores armados con misiles de largo alcance. Entre ellos se cuentan proyectiles Tomahawk, los que Ucrania ha solicitado sin éxito a Trump al considerar que les permitirían alcanzar objetivos muy adentrados en el territorio ruso.

Opciones militares

El anuncio de Hegseth llegó un día después de que tanto él como el jefe del Estado Mayor, el general Dan Caine, encabezaran este miércoles la sesión informativa sobre inteligencia que Trump recibe cada semana. En esa sesión le expusieron las opciones militares con que cuenta EE UU para actuar en el Caribe y Venezuela, sin que Trump haya tomado hasta el momento una decisión definitiva.

Bajo el argumento de combatir las drogas que entran en territorio estadounidense y matan cada año a decenas de miles de personas en este país, la Administración de Trump ha lanzado una campaña militar contra los carteles latinoamericanos. Ha incluido a varios de ellos en su lista de organizaciones terroristas internacionales, lo que los coloca en la misma categoría que el Estado Islámico o la guerrilla hutí en Yemen. Con el argumento de que sus integrantes son combatientes enemigos, considera que se encuentra en un “conflicto armado directo y no internacional” con esas organizaciones.

En agosto, Washington comenzó un despliegue militar en la zona que, con la llegada del Gerald Ford, ya acumula en las aguas internacionales cercanas a Venezuela el 20% de sus buques de guerra movilizados en todo el mundo. El portaaviones y su grupo de escolta se suman, así, a una flotilla que ya contaba con una decena de barcos ―incluido un submarino― y aviones F-35. Tras su arribo, también se elevan a cerca de 15.000 los soldados estadounidenses activos en la zona. Es una acumulación que no tenía lugar en América Latina desde hace décadas, y que Washington reserva para los conflictos más peligrosos.

Desde el 2 de septiembre, las fuerzas estadounidenses han perpetrado al menos 20 ataques contra supuestas narcolanchas, en los que han muerto al menos 80 personas, tanto en aguas internacionales del Caribe como del Pacífico oriental. La ONU considera que estos ataques violan el derecho internacional, una opinión a la que se suman numerosos expertos, organizaciones defensoras de derechos humanos ―incluida Amnistía Internacional― y legisladores estadounidenses. A la presión se han sumado vuelos de adiestramiento de bombarderos cerca de las costas venezolanas, y la autorización de Trump a la CIA para llevar a cabo acciones encubiertas dentro de Venezuela.

El Pentágono también ha desplazado fuerzas terrestres a Panamá, el país que invadió en 1989 para derrocar al régimen de Manuel Noriega y al que Trump había amenazado antes de jurar su cargo con una intervención para recuperar el control del canal que conecta el Pacífico con el Atlántico. Tanto Washington como Panamá han negado que esa movilización esté relacionada con las actividades en el Caribe.

El despliegue militar ha tensado la relación de Estados Unidos con Colombia y su presidente, Gustavo Petro, al que Trump ha acusado de “matón” y de “narcotraficante”, y contra el que ha impuesto sanciones económicas. A su vez, el mandatario colombiano ha descrito los ataques contra las lanchas como “ejecuciones extrajudiciales”, un término que también ha utilizado el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Esta semana anunciaba la suspensión de la colaboración de inteligencia estadounidense por ese motivo.

En Venezuela, donde Maduro considera que el despliegue estadounidense busca eliminarlo del poder, el presidente ha llamado a la población a prepararse para una hipotética “lucha armada” y ha ordenado la creación de unos comandos de defensa en los que se integrarán ciudadanos, funcionarios y militares. Además, también anunció el despliegue de 200.000 militares y la “movilización de medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos” para hacer frente a una posible agresión estadounidense.

Desde Canadá, donde esta semana se ha celebrado una reunión de ministros de Exteriores del G-7, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, aseguró que la campaña militar de su país está centrada en la lucha contra el narcotráfico. “Es lo que [Trump] autorizó, y es lo que están haciendo los militares. Por eso están nuestros efectivos allí”, insistió. Pero también puntualizó que Washington no reconoce a Maduro como presidente legítimo de Venezuela y que considera que el régimen chavista coopera abiertamente con los carteles de la droga.

La líder opositora María Corina Machado, recién galardonada con el premio Nobel de la Paz y que ha defendido públicamente las acciones estadounidenses en el Caribe, aseguró el miércoles que han llegado las “horas decisivas” de un “momento histórico”. No mencionó de modo explícito la campaña militar del país norteamericano ni sus posibles intenciones en Venezuela, pero sí pidió una “transición pacífica”, algo que ha arrojado aún más leña al fuego de las conjeturas.

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