Una unidad militar rebelde toma el poder en Madagascar
El Parlamento destituye al presidente Andry Rajoelina, que el domingo huyó del país
Una unidad militar rebelde de Madagascar, el Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (Capsat), ha anunciado este martes la supresión de la Constitución y la toma del poder en este país insular del sudeste de África. “Vamos a asumir nuestras responsabilidades, vamos a tomar el poder”, ha declarado a los medios de comunicación un oficial del Capsat en el Palacio Ambotsirohitra, la sede de la Presidencia en la capital, Antananarivo.
El presidente, Andry Rajoelina, ...
Una unidad militar rebelde de Madagascar, el Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (Capsat), ha anunciado este martes la supresión de la Constitución y la toma del poder en este país insular del sudeste de África. “Vamos a asumir nuestras responsabilidades, vamos a tomar el poder”, ha declarado a los medios de comunicación un oficial del Capsat en el Palacio Ambotsirohitra, la sede de la Presidencia en la capital, Antananarivo.
El presidente, Andry Rajoelina, huyó del país el pasado domingo. Este martes, y desde el lugar al que se ha fugado, que no ha sido revelado, el mandatario había ordenado disolver el Parlamento después de que los diputados comenzaran a reunir firmas para destituirlo. Tras el anuncio del ejército, los diputados malgaches han decidido hacer caso omiso de la orden de Rajoelina y han celebrado una sesión extraordinaria en la que han aprobado la destitución del mandatario con 130 votos favorables de un total de 163 diputados.
El presidente ha denunciado un “intento de golpe de Estado” y asegura que sigue ocupando su puesto. “La República de Madagascar no puede ser secuestrada por la fuerza”, ha manifestado mediante un comunicado publicado en el perfil de Facebook de la Presidencia.
El presidente Rajoelina fue trasladado hasta la isla francesa de Reunión a bordo de un avión militar francés después de que un sector del ejército se hiciera con el control de las fuerzas del orden y se uniera a los manifestantes tras tres semanas de protestas populares iniciadas por jóvenes de la generación Z.
El lunes por la noche, el presidente se dirigió a los ciudadanos en un discurso, retransmitido a través de Facebook, en el que aseguró que salió del país porque temió por su vida, denunció un golpe de Estado y pidió “respeto a la Constitución”.
La situación es de enorme confusión y tensión en Madagascar. El presidente huido maniobra desde lejos y a la desesperada para aferrarse al poder y muchos de sus colaboradores más próximos están ausentes o han salido también del país. Mientras, la unidad Capsat se hizo con el control del ejército y la Gendarmería, y miles de ciudadanos mantienen la presión en la calle para forzar la destitución de Rajoelina.
Aunque no se trata de una fuerza de combate, el Capsat es una importante unidad del ejército malgache. Esta misma sección de las Fuerzas Armadas fue la que protagonizó en 2009 el alzamiento militar contra el entonces presidente Marc Ravalomanana y que llevó al poder al hoy destituido Rajoelina. El hecho de que sus tropas estén estacionadas en una base próxima a la capital, así como su tamaño y su gran depósito de armas, le otorgan un papel relevante dentro de las Fuerzas Armadas.
Desde Egipto, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha pedido respeto al orden constitucional mientras la Unión Africana ha expresado su preocupación y ha pedido la búsqueda de una solución consensuada entre actores civiles y políticos dentro del marco legal, rechazando la toma del poder por los militares.
Tras confirmarse que Rajoelina había huido del país, un grupo de diputados inició una recogida de firmas para promover un proceso de destitución del presidente motivado por el abandono de su puesto. Este martes, justo cuando los parlamentarios ya disponían de 110 apoyos para convocar una sesión extraordinaria, el perfil de Facebook de la Presidencia publicaba un decreto a nombre del propio Rajoelina, pero sin su firma, en el que disolvía el Parlamento.
En su discurso televisado del lunes, Rajoelina justificó su salida del país “por razones de seguridad”, aunque no confirmó si había viajado a bordo de un avión militar francés ni dio ninguna pista sobre su paradero. Según dijo, soldados de la Capsat intentaron llegar hasta el palacio presidencial el pasado viernes para asesinarle y hacerse con el poder. Asimismo, hizo un llamamiento al diálogo y expresó que “Madagascar no se puede permitir una nueva crisis política. Es fácil destruir, pero difícil reconstruir”, reflexionó. En este sentido, advirtió que 54 proyectos financiados por bancos internacionales están en peligro debido a la inestabilidad, así como una ayuda presupuestaria procedente del exterior de unos 86 millones de euros.
El presidente malgache se refirió también a la crisis energética que vive el país y que produce los frecuentes cortes de luz que están en el origen del malestar popular que condujo a las manifestaciones ciudadanas. Varios “países amigos”, aseguró, han enviado grupos electrógenos para paliar la situación, cuya puesta en funcionamiento está paralizada por la actual crisis política.
Para tratar de calmar a los manifestantes, Rajoelina anunció también el levantamiento del toque de queda que ha estado en vigor las últimas semanas y pidió a los ciudadanos responsabilidad colectiva. “El camino que escojamos determinará el futuro de nuestra nación”, concluyó.
Las protestas comenzaron en Madagascar el pasado 25 de septiembre impulsadas por jóvenes de la denominada Generación Z que reclamaban una solución ante los frecuentes cortes de agua y luz, sobre todo en la capital, Antananarivo. Primero estudiantes y luego sindicatos se unieron a las manifestaciones, que fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del orden, con el resultado de al menos 22 muertos y decenas de heridos. Para tratar de calmar a las multitudes, Rajoelina destituyó al todo el Gobierno, pero el nombramiento de un general como nuevo primer ministro para devolver la calma al país disgustó todavía más a los ciudadanos, que intensificaron sus protestas y comenzaron a exigir la destitución del presidente.
El sábado, la unidad militar de élite Capsat anunció que se negaba a seguir reprimiendo a los manifestantes y se unió a ellos, tomando el control de las fuerzas del orden, lo que precipitó la huida del país de Rajoelina.